Por primera vez en la historia, cuatro vascos tomarán partida en unos Juegos Olímpicos de Invierno. El escenario de tal gesta es Pyeongchang y sus protagonistas, todos becados por Basque Team, son el snowboarder Lucas Eguibar, el esquiador de fondo Imanol Rojo, el esquiador alpino Juan del Campo y patinador Felipe Montoya. Ellos son los culpables de un nuevo récord de participación y aunque sea el rider la gran esperanza para una medalla, el resto no han ido a Corea del Sur tan solo para disfrutar de la experiencia. Competir es el objetivo y llegar lo más alto posible, la meta.
Para Imanol Rojo (Tolosa, 1990) no es la primera participación olímpica. Acudió a los pasados Juegos de Sochi y su mejor posición fue la 33-, por eso ahora el guipuzcoano acude a Corea del Sur con más ganas que nunca. “Estoy en mi mejor momento”, proclama a los cuatro vientos. Y los números le avalan puesto que en el pasado 2017 consiguió sus mejores puestos en el Mundial y la Copa del Mundo. Porque Rojo sabe lo que es luchar contra las adversidades y superarlas. Si no, cómo habría llegado a ser olímpico en un deporte de invierno, siendo de una localidad sin nieve. Este esquiador de fondo, que debutará en Pyeongchang el próximo domingo en skiatlón 15 km+15 km y que además participará en las pruebas de 15 km libre, sprint libre por equipos y salida en masa en 50 km, llega a estos Juegos con un objetivo claro: “Estar entre los veinte primeros en alguna prueba ya sería todo un logro, pero convivir durante tres semanas con tus ídolos no se paga con dinero”.
Otro de los protagonistas, Felipe Montoya (Colombia, 1990), se mudó a Donostia cuando apenas tenía siete años y, en cuanto conoció el hielo, supo que se quería quedar a vivir en él. “Estaba con mi madre por Anoeta y cuando lo pisé pensé, ¿por qué no me han traído aquí antes?”, recuerda. Desde entonces, el patinador artístico no se ha bajado de los patines nunca, ni siquiera cuando hace cuatro años se quedó a las puertas de Sochi: “Éramos tres para dos plazas y me quedé como reserva. En ese momento me vi frente a una decisión: continuar otros cuatro años más o dejarlo y plantearme otra forma de vida”. Montoya decidió seguir entrenando “porque era lo que me pedía el corazón”; y como recompensa disfrutará en Pyeongchang de sus primeros Juegos compartiendo disciplina con el gran favorito sobre el hielo, Javier Fernández. “Cuando me dijeron que estaba dentro, me quedé en shock. Es una de las experiencias más importantes de mi vida, así que voy a patinar bien. Soy un competidor y quiero cumplir metas. Quiero pasar a la final”, explica. Para ello, Montoya deberá superar el programa corto del día 16.
“Es el sueño de mi vida” Al igual que para el patinador, los Juegos de Pyeongchang también supondrán el debut olímpico de Juan del Campo (Mungia, 1994). El esquiador alpino siempre ha estado obsesionado con la nieve, tanto que obligaba a sus padres ir a la montaña cada fin de semana: “Me metieron a un curso con más niños y me daba mucha pereza hacer los ejercicios y seguir al de delante. No me gustaba tener que frenar todo el rato, entonces adelantaba a todos y me ponía detrás del monitor. Pero también quería adelantarle. Entonces me dijeron que, si me gustaba correr, me dedicara a la competición”. Así fue como Del Campo probó la miel de la competitividad, un sabor que le ha gustado tanto que ha acabado llevándole a unos Juegos Olímpicos: “Es el sueño de mi vida, es por lo que trabajas y sufres. Es lo que siempre he querido y lo he conseguido, porque una vez que me pongo las botas y los esquís, todo merece la pena”.
El mungiarra reconoce que su ilusión es “ganar la medalla de oro”, pero admite que “no es un objetivo factible porque la realidad es que no puedo ni jugarme el podio”. Por ello, Del Campo, que competirá el día 18 en gigante y el 22 en eslalon, se marca un propósito más realista: “Darlo todo. No quiero acabar las pruebas y pensar que podía haberlo hecho mejor”.