Vitoria - Una llamada de auxilio, una especie de SOS cuando todo parecía perdido, salvó a la Fundación Euskadi de un futuro negro: la desaparición. Mikel Landa, que mamó de esa prolija cantera, descolgó el teléfono para llamar a Miguel Madariaga el pasado 22 de julio, en pleno Tour de Francia. La del corredor alavés fue una primera toma de contacto para interesarse por la situación de máximo riesgo de un equipo que parecía asomarse al abismo. A aquella conversación telefónica le siguió una reunión en Murgia días después de la conclusión de la ronda gala, donde se cerró el trasvase de poderes. Landa asumió la presidencia de la Fundación como medida de escape. La única vía para un proyecto que cerró hace unos días un círculo con su puesta de largo oficial. Allí se presentó en sociedad el conjunto vasco, sus doce ciclistas, arropados por una nutrida representación de excorredores y representantes institucionales con el color naranja como bandera. Un claro guiño a su pasado, al del Euskaltel-Euskadi, cuyo guante quieren recoger. De momento, desde el escalón más bajo, la categoría Continental en un año señalado, en el que celebran sus 25 años de vida.

Apuntalada fuertemente por dos de las marcas vascas más reconocidas en el mundo ciclista, como son Orbea y Etxeondo, cuyos representantes no quisieron faltar a la cita, la Fundación Euskadi hizo suyo el lema “juntos somos más fuertes”. Un nexo de unión, el de las tres firmas, que buscan iniciar un camino hacia el Tour de Francia, recuperar un pasado reluciente; de ahí esa apuesta por el naranja. “Un recuerdo a los logros del pasado”, tal y como apeló el excorredor Haimar Zubeldia, quien ya luciera esos colores en sus primeros años como profesional, en su alocución, en la que aprovechó para presentar el nuevo maillot. En una línea similar, Mikel Landa, la punta del iceberg de la Fundación, su presidente, quiso recordar que “la idea del color era recordar nuestros orígenes, nuestros mejores momentos, que en la Fundación han sido de este color”.

Sin duda, una de las exposiciones más esperadas fue la del corredor del Movistar. Sobrio, aunque siempre con una sonrisa cosida en su rostro, Landa explicó en primer lugar los motivos que le llevaron a coger el testigo de Madariaga: “Cuando la gente me pregunta por qué yo, Mikel Landa, con grandes retos deportivos por delante, me meto en un jaleo como este, les digo que no entiendo un ciclismo sin la Fundación. He crecido soñando que era Haimar Zubeldia o Iban Mayo y atacaba a Lance Armstrong en el Tour; otros más mayores lo hicieron con Roberto Laiseka y los más jóvenes con Igor Antón o Samuel Sánchez. Yo también he ido al Tour a animar al equipo, juntándonos unos pocos amigos con nuestras ikurriñas. Esto no es solo un equipo, también es una afición y, por qué no decirlo, una marea naranja”.

En este sentido, el ciclista de Murgia recordó que “cuando Miguel necesitó un relevo me vi en la necesidad de dárselo, de devolver todo lo que me ha dado la Fundación”. Entonces, hace solo unos pocos meses, asumió la presidencia para dar un impulso totalmente necesario a un equipo en vías de extinción. Reconoció también tener “miedo de no estar a la altura, de defraudar a los socios y aficionados”, aunque con la “ilusión” por bandera, espera “llevar de nuevo a la Fundación a lo más alto”.

ladillodasd Sin excesivas exigencias en el plano deportivo, con una escuadra joven y apenas sin experiencia en el pelotón profesional, salvo en algunos casos, como los de Insausti, Egoitz Fernández, Peio Goikoetxea, Ricardo García o Txomin Juaristi, Landa solo tiene una petición para sus corredores, que tengan “ganas e ilusión y que se dejen la piel por estos colores”. Junto a los cinco veteranos, Diego López, Juan Antonio López-Cózar, Gotzon Martín, Marc Buades, Mikel Alonso, Ibai Azurmendi e Iker Azkarate completan la plantilla.