Mallorca - El verde, el color de la esperanza; y el naranja, el del entusiasmo, representan en este 2018 que acaba de empezar al ciclismo vasco. El esperanzador salto del Euskadi-Murias a la categoría Continental Profesional tras tres temporadas en el tercer escalón, el del aprendizaje continuo, y el del entusiasmo que contagian los jóvenes de la Fundación Euskadi, al amparo de Mikel Landa, en el que es el curso del debut en el profesionalismo de varios de ellos. La Challenge de Mallorca, punto de encuentro habitual en estos primeros compases de la temporada, donde reapareció Alejandro Valverde 208 días después de su caída en el Tour, supuso ayer el pistoletazo de salida para ambos equipos. Su particular kilómetro cero. Euskadi de vuelta a las carreteras.

En la calidez de la isla Mediterránea, la Fundación Euskadi y Murias dieron sus primeras pedaladas del año frente a varios de los mejores equipos del planeta. Conscientes ambos equipo de la dificultad que entraña lograr un triunfo, más aún ante corredores de la talla de John Degenkolb, brillante vencedor en el trofeo inaugural de la prueba mallorquina, o Daniele Bennati, el objetivo inicial, a la espera del devenir de la carrera, que no tuvo ni un solo sobresalto, pasó por estar presentes en la fuga del día. Jon Ander Insausti, uno de los corredores más experimentados de la formación naranja, y el vizcaino Aitor González asumieron responsabilidades y para el kilómetro siete ya rodaban en el grupo cabecero compuesto por ocho ciclistas.

Una fuga que llegó a rodar con unos cinco minutos de ventaja sobre el pelotón, sabedores de que su destino estaba sentenciado. La cruda realidad de las escapadas, siempre controladas por el gran grupo, que nunca cede y mide de maravilla cada esfuerzo. Como los sastres. Su suerte, a elección de los gallos de la carrera, que no dejan ni las migas. Ayer la decisión fue la de darles caza. No hay sitio para la compasión. Todos quieren la gloria, tan efímera, tan maravillosa. Sin piedad. Tan poca, que cuando la distancia se disparó hasta alcanzar casi la media docena de minutos, el Lotto-Soudal apenas tardó unos kilómetros en reducirla a poco más de dos. Todo controlado, la carrera manejada por el joystick de los mejores.

Así, el destino invitó a los ciclistas a disputar con más ímpetu si cabe los premios parciales. El de los esprines especiales fue a parar a manos de Aitor González, que se subió al podio en su primera carrera del año. Un premio al esfuerzo. “En lo personal, estoy satisfecho por cómo ha ido la carrera. Teníamos que meter a alguien en la escapada para dar visibilidad al equipo y después de que otros compañeros lo hayan intentado, he visto un hueco y he podido coger la escapada. Luego, una vez en ella, he tratado de disputar todo lo que había en juego y me he llevado el premio de los esprines especiales. Siempre es bonito subir al podio”, reconoció el corredor de Ermua a la conclusión.

Si especial fue el día para los corredores tanto de la Fundación Euskadi como del Euskadi-Murias, pues los inicios de cada temporada siempre resultan ilusionantes, Jorge Azanza vivió también una jornada para el recuerdo. Grabada en la retina y en la memoria. No obstante, se estrenó como director en el pelotón profesional. Un reto estupendo en cualquier caso. “Todos teníamos muchas ganas de empezar”, apuntó tras la prueba. “Los chavales tienen que aprender a moverse en el grupo ante los mejores rivales, ver cómo se corren estas carreras y Mallorca siempre es una buena toma de contacto. Nuestro objetivo era tener presencia en carrera y lo hemos logrado con Insausti, que pese a ser uno de los líderes del equipo ha dado la cara. Es una buena señal para él”, añadió Azanza en su estreno como director profesional.

llega la montaña Después de una primera jornada tranquila y sosegada, con tres cotas puntuables de cuarta categoría, lo que dejó un camino prácticamente llano, el pelotón se encontrará hoy con la montaña de Mallorca. Los corredores deberán superar un total de seis puertos de montaña, cuatro de ellos de cuarta categoría y dos más de tercera. Un sube y baja constante desde el primer kilómetro, no obstante la primera dificultad montañosa del día arrancará apenas 500 metros después del pistoletazo de salida, y a 25 kms de meta coronarán el Puig Major, sin duda la ascensión más exigente del día. Una etapa que estará marcada por la lluvia y en la que los corredores del Euskadi-Murias y la Fundación Euskadi tratarán de volver a ser protagonistas. Euskadi está de vuelta.