Indiana (Estados Unidos) - El nuevo... La etiqueta es casi tan antigua como el deporte. La necesidad de buscar sucesores a los grandes iconos coloca bajo los focos a cualquier promesa que comience a destacar. Y muy pocos son los que llegan a la altura del referente. Ha habido muchísimos escoltas atléticos distinguidos erróneamente como el nuevo Jordan, desde el anónimo Harold Miner hasta el más lustroso Vince Carter; hubo un tiempo en el que cualquier alero alto con tiro parecía que iba a ser el nuevo Larry Bird -¿alguien recuerda a Keith Van Horn?-... Ahora son las nuevas generaciones las que provocan comparaciones y a un jugador tan especial, tan único en su especie, como Stephen Curry parece haberle salido un alumno aventajado.
Trae Young es un base de primer año de la universidad de Oklahoma cuyo desembarco en la NCAA ha provocado una auténtica revolución. Sus números son extraordinarios, nunca vistos en la competición universitaria, y su estilo de juego se asemeja como nadie lo había hecho antes al de Curry, evidentemente salvando las distancias entre un chaval de 19 años y un doble MVP y dos veces campeón de la NBA. Pero, al igual que el jugador de los Golden State Warriors, Young posee un rango de tiro abrumador. Arma el tiro con absoluta naturalidad y notable acierto desde más de nueve metros, su eficacia es elogiable tanto en catch&shoot como después de bote y su enorme habilidad con el dribling le permiten generarse sus propios tiros con soltura. Atléticamente no es muy potente ni explosivo (1,88 metros, 81 kilos), pero su capacidad de pase está también muy por encima de lo habitual y tampoco desluce cuando penetra a canasta, haciendo valer sus recursos técnicos. Es de ese tipo de jugador que es una mina para los highlights, que atrae desde el primer golpe de vista por distinto -en YouTube sus vídeos causan ya furor-. Por especial. Y también un quebradero de cabeza para sus pares desde el momento que cruza la mitad de la cancha, pues puede armar el brazo en cualquier momento. Estos rasgos diferenciales le han llevado a amasar estadísticas históricas. Trae Young lidera a día de hoy la Division I de la NCAA tanto en puntos (29,5 de media) como en asistencias por partido (9,8), algo que nadie había logrado hasta el momento -las estadísticas de pases de canasta empezaron a registrarse en el curso 1983-84-. El base de los Sooners solo necesitó ocho encuentros para igualar, con 22, el récord de asistencias registrado en un duelo de la competición universitaria; la pasada semana firmó el primer triple-doble con triples anotados registrado en la NCAA (43 puntos, 11 rebotes 10 canastas de tres puntos); sus catorce contiendas seguidas anotando 25 o más puntos son plusmarca histórica en la Big 12, una de las conferencias más potentes, suma ya dos partidos de 43 puntos... y sus 12 pérdidas en un duelo son también récord universitario desde 1999. Es lo que tiene amasar tanta bola, asumir tantos riesgos y responsabilidades.
Enorme progresión Su brutal aumento de popularidad -estrellas de la NBA desde LeBron James hasta el propio Curry han glosado sus actuaciones- ha llevado consigo un incremento de su proyección profesional. Young ya era un jugador prometedor antes de arrancar este curso -representó a Estados Unidos en el FIBA América sub’18 de 2016, el año pasado fue elegido All American de instituto tras promediar 42,6 puntos y desechó propuestas de universidades de primerísima fila como Duke o Kentucky para seguir en su Estado natal-, pero su fragilidad física, falta de explosividad y escaso trabajo defensivo le alejaban del radar de la NBA. Las páginas especializadas le colocaban al final de la primera ronda o en los primeros puestos de la segunda en sus prospecciones de cara al próximo draft, pero eso ha cambiado. Sus exhibiciones no han pasado desapercibidas. La web NBAdraft le coloca ya en la segunda posición de su lista, solo superado por DeAndre Ayton, el majestuoso pívot de Arizona, y por encima de compañeros de promoción mucho más publicitados como Marvin Bagley (Duke) y Mohamed Bamba (Texas) o el propio Luka Doncic, dominador este año en la Euroliga luciendo los colores del Real Madrid. Cabe recordar que fue su brutal capacidad anotadora la que convirtió a Curry, entonces en la anónima Universidad de Davidson, en un jugador apetecible para la NBA, pero los scouts de las franquicias profesionales no las tenían todas consigo (fragilidad física, vulnerabilidad defensiva...) y no fue elegido hasta el puesto siete del draft de 2009 -otros dos bases, Ricky Rubio y Jonny Flynn, y un combo guard, Tyreke Evans, fueron seleccionados antes que él-. De él se esperaba que fuera un notable jugador, pero no que acabara convertido en una megaestrella que ha revolucionado el juego. Trae Young está todavía muy lejos de todo eso, pero por el momento viaja a la estela de Curry.