BARCELONA - Por las informaciones que llegan desde la Ciudad Condal, Quique Sánchez Flores tiene las horas contadas en el banquillo catalán. La cita de mañana ante el Athletic puede ser su último partido al frente de los periquitos. Con el equipo clasificado para los cuartos de final de la Copa, donde la semana que viene le espera el Barcelona, y el rumbo enderezado en LaLiga Santander, el técnico madrileño parece que va a terminar su etapa en el Espanyol de forma abrupta. A mitad de temporada y no por un cese. El Stoke City le ha seducido y Quique, con contrato en vigor hasta junio de 2019, podría haber dado el visto bueno a la operación. Su actual club se remite a los cuatro millones de euros que figuran en su cláusula de rescisión. Ayer, a 48 horas de recibir a los leones, fue una jornada frenética de reuniones en la ciudad deportiva de Sant Adrià de Besós. Sánchez Flores, que no estuvo presente en la sesión de recuperación del equipo, se vio las caras con Óscar Perarnau, director general deportivo de la entidad, y con Jordi Lardín, director deportivo. Nadie mueve ficha por ahora, pero las palabras del protagonista tras eliminar al Levante fueron un preámbulo de lo que puede pasar: “No voy a hablar de mí en un día tan importante para el Espanyol. No es momento de amargar la alegría a los pericos”. Más optimista fue Esteban Granero al ser cuestionado por el futuro de su entrenador. “No puedo opinar sobre rumores ni sobre un asunto que no se ha producido y que seguramente no se vaya a producir”, destacó en centrocampista blanquiazul. Como sustituto de Sánchez Flores suena Javier Gracia.
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