Varazdin - El Campeonato de Europa que arranca hoy en Croacia pondrá en juego algo más que un nuevo título continental, ya que la cita balcánica se antoja como el punto de inflexión que determinará quién dominará el balonmano mundial en los próximos años. Posición hegemónica que ha ocupado durante la última década la selección francesa y que ahora se atreven a cuestionar no sólo ya viejos conocidas como Dinamarca, que derrotó a los galos en la final olímpica; o Alemania, última campeona europea, sino también la pujante Noruega, la nueva fuerza emergente del panorama continental.
Un asalto al trono mundial que Francia ya supo contener el pasado año cuando, al calor de su público, se ciñó su sexta corona universal, tras imponerse por 33-26 a Noruega en la final del Mundial disputado en tierras galas. Sin embargo, el reto al que se enfrenta ahora la selección francesa es mucho mayor, ya que no sólo tendrá que contener el empuje de sus máximos rivales, sino que además deberá demostrar que la nueva hornada de jugadores a la que ha dado entrada Dinart tiene la misma calidad y ambición que sus predecesores.
La ausencia de leyendas como el portero Thierry Omeyer y el lateral Daniel Narcisse, que anunciaron su retirada del equipo nacional tras el pasado Mundial, pondrá a prueba la fiabilidad de jugadores como los guardametas Ciryl Dumoulin o Vincent Gerard, así como del lateral Timothey N’Guessan. Especialmente exigente será la prueba para N’Guessan, ya que las lesiones de William Accambray y de Olivier Nyokas dejan al jugador del Barcelona como el único lateral izquierdo del conjunto francés. Con todo, Nikola Karabatic deberá asumir un todavía mayor protagonismo en un Europeo en el que, por primera vez en mucho tiempo, Francia no parece partir un escalón por encima.
dinamarca se fortalece Así se encargó de demostrar hace apenas unos días la selección danesa, al derrotar por segunda vez consecutiva en los tres últimos meses al conjunto galo, tras ganar por 28-29 en París, en un encuentro en el que los nórdicos no pudieron contar con Mikkel Hansen. La maltrecha rodilla del jugador del PSG será -pese a que todo hace indicar que podrá jugar finalmente sin problemas- la principal preocupación del conjunto nórdico, que parece haber dado un paso adelante en su juego con la llegada al banquillo de Nikolaj Jacobsen. El técnico del Rhein-Neckar Löwen de la Bundesliga alemana tratará de acabar con la irregularidad que ha caracterizado, pese al oro olímpico, a la selección danesa en los últimos tiempos.
Un paso imprescindible para que Dinamarca pueda aspirar a destronar al equipo francés, algo a lo que también aspira Alemania, que deberá demostrar en Croacia que no ha perdido empuje tras sustituir Christian Prokop al técnico Dagur Sigurdsson, que llevó a los germanos al triunfo en el Europeo de Polonia de 2016.
Dudas que abren más que nunca la terna de aspirantes a un título continental por el que también peleará otro clásico, Croacia, que intentará aprovechar su condición de local para lograr el único gran trofeo que le falta en su palmarés; sin olvidar a Noruega, cada vez con más peso.
Mucho más coral se muestra la apuesta de España y Suecia, los otros dos grandes candidatos al oro, que volverán a apelar, especialmente en el caso del conjunto español, a la riqueza de su juego colectivo para alzarse con un triunfo.