el Tribunal Europeo tuvo que tomar una difícil decisión el pasado octubre. Le tocó pronunciarse sobre si el bridge, concretamente su modalidad de contrato duplicado, es un deporte o no. Este asunto quizás no sea de vital importancia para el 90% de la humanidad, pero en Gran Bretaña, donde este juego de cartas es muy popular, el tema tenía su intríngulis. Detrás de todo, cómo no, estaba el dinero.

La English Bridge Union (EBU) es la empresa que organiza los campeonatos de bridge y cobra a los jugadores para poder participar en sus torneos. La empresa está obligada a abonar el IVA de esos pagos, pero solicitó la devolución de este impuesto argumentando que deben beneficiarse de las exenciones de las que disfrutan determinados servicios que están directamente relacionados con la práctica de deporte. La agencia tributaria británica escuchó con fingido interés a la asociación de tahúres y enseñó su mano repleta de ases: “El bridge no es un deporte, amigos. Tururú”.

Pero la EBU no se rindió y trasladó un recurso a instancias superiores británicas. Estas se dieron mus y pasaron la responsabilidad al Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Su pregunta al organismo continental era sencilla: “¿Es el bridge un deporte? Post Data: Resuélvannos esto antes de que el Brexit se haga efectivo, porque si lo tenemos que decidir nosotros igual se amotinan los súbditos de Su Graciosa Majestad”. En su sentencia del pasado 26 de octubre, el Tribunal Europeo admitió que el bridge de contrato duplicado “exige lógica, memoria y estrategia” e incluso que puede constituir una actividad “beneficiosa para la salud física y mental de las personas que lo practican regularmente”, pero insistió en que la EBU debe pagar el IVA porque el bridge no puede ser considerado como deporte, ya que “su componente físico parece insignificante”. Así pues, miles de británicos se levantaron de la cama el 27 de octubre con la sensación de que les habían cambiado algo por dentro. Ya no eran deportistas. Adiós a las muñequeras y a las cintas de la cabeza para jugar al bridge.

Toda esta historia podría acabarse aquí. Pero no. El Tribunal Europeo ha sembrado jurisprudencia y la muchedumbre no ha tardado en ponerse a buscar alguien a quien restregarle en el morro que lo que hace no es deporte. ¿Tal vez los ajedrecistas? ¿Los que practican pesca deportiva? No, la diana se ha fijado ahora sobre los e-sports. Las competiciones de videojuegos han alcanzado tal cota de audiencia y de dinero que no han pasado desapercibidas ni para el Comité Olímpico Internacional (COI). ¿Son los e-sports un deporte?

¿Y LOS ‘E-SPORTS’? El COI se lo preguntó, precisamente, en octubre. En la sexta cumbre olímpica celebrada en Lausana los guardianes del espíritu olímpico debatieron sobre los e-sports e hicieron públicas sus conclusiones. En primer lugar valoraron su fuerte crecimiento, “especialmente dentro de la demografía juvenil”, por lo que creen que “pueden proporcionar una plataforma para el compromiso con el Movimiento Olímpico”. El COI aseguró que los e-sports pueden considerarse un deporte, porque sus jugadores “se preparan y entrenan con una intensidad que puede ser comparable a la de los atletas en los deportes convencionales”, pero también advirtió de que, para que el COI los reconozca como deporte, sus contenidos “no deben infringir los valores olímpicos” y debe crearse “una organización que garantice el cumplimiento de las normas y regulaciones del Movimiento Olímpico en cuanto a dopaje, apuestas, manipulación, etcétera”. Los mandamases del COI acordaron seguir vigilando de cerca la evolución de los e-sports y volver a debatir sobre ellos en un futuro no muy lejano. No vaya a ser que, por ser tan tiquismiquis como los tribunales europeos con el bridge, pase de largo un negocio que se espera que en 2019 sobrepase los 2.000 millones de dólares, unos 1.685 millones de euros. Por si alguien no terminaba de creerse que el COI va en serio en su interés por los e-sports, en noviembre anunció que en los inminentes Juegos de Invierno de Pyeongchang se van a organizar, a modo de exhibición, dos competiciones de e-sports de la mano de Intel, un socio estratégico con el que quieren, entre otras cosas, testar cómo cuaja la fiesta olímpica con los nuevos deportes virtuales. Muy mal se tiene que dar para que los videojuegos y su tsunami de audiencias no pasen la prueba del algodón.

No faltan juramentos en arameo de cabezas visibles de algunos deportes minoritarios que llevan décadas trabajando para convertirse en disciplinas olímpicas, pero las declaraciones más relevantes en las últimas semanas han sido las de Giovanni Malagò, presidente del Comité Olímpico Italiano, quien tras confesar que no ha tocado un videojuego en su vida, expresó su preocupación: “Creo que es una broma. Los deportes olímpicos son otra cosa”.

José Luis de la Serna, tras una dilatada trayectoria en diferentes facetas de la medicina, se enroló hace un año como médico de los Movistar Riders, uno de los clubes profesionales de e-sports que cuentan con mayor infraestructura en España. “Si entiendes como deporte la competición, la estrategia, la audiencia o las reglas serias, la defensa sensata de lo que yo he leído y he visto deja absolutamente claro que esto es un deporte”, asevera el galeno, “si además lo comparamos con otros deportes aceptados, como pueden ser el tiro olímpico con pistola o con arco, en los que la actividad física es muy baja o nula, creo que los e-sports tienen derecho a llamarse deporte”.

De la Serna trabaja para prevenir y minimizar las lesiones de sus jugadores. Normalmente están ligadas a problemas en las muñecas y en los codos, pero también supervisa que la plantilla cumpla con un estilo de vida saludable. Los jugadores, por contrato, deben ir al gimnasio y a la piscina un mínimo de tres días a la semana para cumplir con los programas personalizados diseñados por su preparador físico. “Los jugadores buscan hasta la última décima”, explica Jonan Basterra, jefe de Comunicación de los Riders, “a nadie le sorprende que un piloto de Fórmula 1 esté físicamente muy preparado. En esto pasa igual. Los jugadores y clubes antes no se preocupaban por estas cuestiones y ahora tienen claro que la forma física es algo que les da una decimita más y, además, ayuda al desarrollo y actividad del músculo más importante, que es el cerebro”.

DEDICACIÓN PLENA Jorge Sainz es el director deportivo. Él decide los fichajes, compone las plantillas y coordina los entrenamientos. Como De la Serna, está convencido de que los e-sports son un deporte: “Por supuesto. Yo soy profesor de Educación Física y he dedicado muchos años al deporte tradicional, como entrenador de fútbol y dirigiendo canteras. Para mí la diferencia es mínima”. Sainz explica cómo alrededor del jugador profesional de e-sports debe haber todo un equipo muy similar al del deporte convencional. Primero, un entrenador: “Una persona que le dirige fuera del juego y que también le ayuda fuera de él”. También un analista y un psicólogo deportivo: “Es importante para saltar las barreras mentales y hacer que un chico no salga nervioso a un partido y sea capaz de manejar el estrés e incluso la frustración cuando van mal las cosas”. Además, es necesario un mánager: “Es el que lleva cuestiones organizativas de viajes, salarios, contratos, etcétera”. Las posibilidades económicas del club son el único límite. En el caso de los Riders, por ejemplo, cuentan además con un médico y un fisioterapeuta.

Para dejar más claro aún que los e-sports son un deporte, Jorge Sainz describe cómo es la rutina de sus jugadores, con una dedicación a la que no llegan muchos deportistas de élite: “A las mañanas van al gimnasio y siguen las rutinas creadas por nuestro preparador físico. Sobre las 13.00 horas llegan a nuestro centro de alto rendimiento. Tienen la comida preparada y comen juntos el equipo, los entrenadores y la gente del staff. Después empiezan a entrenar y comienza su jornada laboral, como cualquier persona, de siete u ocho horas junto a su analista, su entrenador y demás. Preparan sus partidas. Las sesiones de trabajo pueden consistir en jugar partidas, pero también pueden ser visionado de partidas y jugadas, charlas motivacionales, una formación para llevar las redes sociales?”. Este último aspecto parece esencial en una industria que está creciendo a ritmo exponencial en los medios de comunicación. “No buscamos solo que nuestros jugadores crezcan a nivel individual y sean buenos en el juego”, aclara Jorge Sainz, “sino que también consideramos que nuestros jugadores son estrellas y hay que enseñarles a ser estrellas”.

La arquitectura, la música, la pintura, la escultura y la literatura ya fueron disciplinas olímpicas entre 1912 y 1948. ¿Por qué el COI iba a esquivar los e-sports? El Consejo Olímpico de Asia ya los ha incluido en el programa oficial de los Juegos Asiáticos de 2022. De la Serna está convencido de que el COI no tardará en hacer lo mismo: “Seguro que lo hará. No sé si serán olímpicos en Tokio, pero puedes estar seguro de que en los Juegos Olímpicos de 2024 serán una disciplina más”. En la misma línea apunta Sainz: “El debate no es si hay que llamarle deporte o no a los e-sports. Se le puede llamar de cualquier manera, pero engloba todos los aspectos que engloba un deporte. Puede proporcionarte los mismos aspectos que una disciplina deportiva. Sí creo que entrar en los Juegos puede ser algo viable y que tendría mucha repercusión”. Parece que no hay vuelta atrás. Player one, ready? Push start.