Pues sí, lo dije la semana pasada después de perder y lo repito hoy con mayor razón. Aún podemos ganar la Liga. Algunos, unos cuantos descarriados del alavesismo, me tildaron de loco, de Trump y de Kim Jong-un a la vez después de mi profética afirmación. Y si no ganamos, cerca andaremos. Y la precursora de esta tendencia mundial, de este trending topic, es mi hija pequeña, optimista por naturaleza, capaz de apostar sus ahorros hasta por la elevación a los altares como santa de Belén Esteban. Y todo tras una noche de catarsis, la del lunes, de éstas tontas, de éstas en las que te programan un partido en el que esperas que no pasen demasiadas cosas. ¡Canastos y albricias! Fue como cuando éramos jóvenes, salías a tomar 16 kalimotxos, sin ninguna esperanza de pillar y por casualidades de la vida y de los efluvios del tintorro te dejaban tocar una teta. No te lavabas la mano durante toda la semana. La primera vez que me ocurrió estuve todo un mes esperando a que alguien inventase el móvil y el whatsapp para contarlo a todas mis amistades, pero desistí y tuve que esperar a llegar el lunes a clase. Lo del pasado lunes también fue como tocar una teta? O las dos? Y mira que todo empezó con un gatillazo. Empate a nada. Caca y culo. Aburrimiento exasperante. Como un sudoku en alemán. Pero tras el gatillazo llegó lo peor. Difusión por redes sociales del fracaso coital y doblete del Girona. Momento culminante. Mi amigo Diego, del precioso enclave trebiñés de San Martín Zar (Araba da), ferviente seguidor txuri-urdin, me envió por whatsapp tres frases lapidarias: “Los pelos como escarpias con el Glorioso. Qué barbaridad. Menuda banda”, escribió. “El jueves aparecerás en la prensa, Diego”, le respondí. Dicho y hecho. La venganza se sirve en plato frío, como la cerveza. El bueno de Diego, accionista del bar de Félix en Ventas de Armentia, vocal suplente del grupo Lisker, dueño del perro Keler y aficionado a las bebidas isotónicas de cebada como su tío Luigi, cometió el error de no hacer caso a mi hija pequeña, la optimista. Be water, my friend Diego.