El Mont Blanc, el Pico Lenin en Kirdistán, Damavand o el Kilimanjaro han sido sus otros logros. Nacido hace 62 años en Lezama -cerca de Amurrio-, aunque residente actualmente en Orozko, quiere seguir aprovechando el tiempo libre del que dispone para continuar escribiendo historias de parajes recónditos. Piensa ya en su próximo reto mientras estos días trata de ordenar la ingente información que ha recopilado durante cinco meses en el Sendero de Los Apalaches, su última expedición. Es el primer español en hacer los 3.523 kilómetros de sur a norte, desde Georgia hasta el estado de Maine, en 142 días de dura travesía. Hoy martes, a partir de las 11.00 horas, lo contará en la Biblioteca Ignacio Aldecoa de Vitoria, dentro del programa Mayores viajeros.

Para los que no le conocen tanto, ¿quién es Jon Galdos?

-Un amante de la montaña. A medida que mi familia y mi trabajo me lo han permitido he comenzado a desarrollar mi actividad profesional, desde hace diez años. Desde pequeño me ha gustado el deporte al aire libre. Hago infinidad de marchas y varias de ultrafondo, además de completar unos 3.000 kilómetros de las rutas jacobeas. Estoy haciendo el Camino del Cid, que es una ruta con una historia impresionante. Me gusta compaginar el senderismo con el turismo de aprendizaje, de ver las culturas y andar a pie de obra. Antes no escribía nada de lo que vivía, pero a raíz del Aconcagua empecé a hacerlo y estoy sorprendido de las visitas que está teniendo mi blog.

Entonces, ¿se considera más aventurero que montañero?

-Sí. Me gusta hacer algo distinto a lo que la gente hace normalmente. Lo de Los Apalaches es diferente a lo que viene siendo subir una montaña. Aquí pones a prueba tu fortaleza mental o tu coraje y resulta una experiencia de vida en toda regla porque tienes que llevar tú solo tu mochila o adentrarte en el bosque sin la ayuda de nadie. Tienes que defenderte tú y por eso tengo más espíritu aventurero que alpinista.

Casualmente empezó a pensar en su última aventura hace nueve años, cuando estaba en el Aconcagua.

-En parte, sí. Coincidí en una expedición internacional con un americano que se llamaba Anthony que me habló de esta ruta. Me pareció muy interesante y desconocido. Este era un viaje especial, que requería de mucho tiempo libre y de preparación. La mayoría de la gente tarda unos seis meses en hacer la ruta de Los Apalaches. Yo vi que este año tenía un tiempo importante y por eso me decidí a hacerlo.

Fueron 142 días los que empleó en completar la travesía. ¿Con qué se queda?

-Con unas personas que allí se les conoce como Trail Angels. Todo un mundo de gentes que ayudan a los Hiker, al montañero que intenta hacer una parte del recorrido o todo de una tirada como hice yo. Thru-Hiker es quien ha logrado hacer los 3.523 kilómetros del tirón, como es mi caso. Allí se acercan unos 3 millones de personas al año porque hay una gran afición a la montaña en Estados Unidos. De esos, unos 6.000 individuos intentan hacerlo entero y lo consigue alrededor del 15% tan solo. Me quedo con esas personas que ayudan de manera desinteresada a los que allí vamos dándonos comida, bebida o cama. He dormido en iglesias, pajares o cabañas, en todo tipo de situaciones. Fue una pasada. Recuerdo que una pareja me llevo con su coche a un supermercado a comprarme unas zapatillas, me regalaron unos bastones y sin nada a cambio. Sin duda que los Trail Angels dan sentido a esta ruta. Me he sentido integrado en Estados Unidos y me han acogido como en mi casa.

¿Todo el ‘planning’ que se había marcado salió según lo previsto?

-Tenía la idea de hacer unas 16 millas al día -unos 25 kilómetros- y sufrí mucho para hacerlo porque estás todo el día subiendo y bajando montañas. Me quedé casi todos los días algo por debajo, pero a grandes rasgos salió según lo marcado. Caminaba entre diez y doce horas diarias. Son catorce estados los que se recorren, desde Atlanta hasta casi Canadá arriba y tienes diferentes escenarios. En algunos para hacer medio kilómetro invertía una hora y media.

A la dificultad orográfica tenía que sumar otras como determinados animales, ¿no?

-Siempre he pensado que los peores animales somos las personas (risas). Vi osos, pero no les tengo miedo. En cuanto te ven se marchan disparados y si hay algún contratiempo es porque están defendiendo a sus crías. Sí que he tenido mucha precaución con las serpientes cascabel. He estado muy cerca de ellas y se te hiela la sangre cuando las ves. Había peligro al ir por sendas estrechas con hierbas muy altas y en un descuido las podías pisar. Madrugaba mucho y al ir solo procuraba salir el primero para tener gente por detrás que me ayudara en caso de necesidad. Cuando veía que el día caía siempre paraba porque la noche te puede generar un problema al ir por el bosque.

¿Es la experiencia que más le ha llenado de todas las que ha hecho?

-Sin ninguna duda. En estos cinco meses he vivido lo que una persona cualquiera el resto de su vida. He pasado frío, he temido por mi vida por los temporales que sufrí, he tenido sed, hambre, me he sentido triste, alegre y hasta he tirado la mochila en un momento de desesperación. He vivido momentos de nostalgia y soledad, porque son muchos días solo a miles de kilómetros de casa. Hasta he perdido un 16% de mi peso habitual. Aunque he tenido la voluntad inquebrantable para seguir y seguir hasta llegar a la cima.

¿Se había preparado de alguna forma para afrontar dicho reto?

-Bueno, calculo que al año andaré unos 5.000 kilómetros. En vez de ver la televisión en casa me dedico a caminar dos horas todos los días y el fin de semana subo un monte. Me gusta mucho el deporte al aire libre. Aunque para esto no está preparado. Tuve un golpe en una costilla al caerme de espaldas y estuve algo más de un mes bastante jorobado. Me tuve que poner una toalla en el riñón izquierdo para que la mochila de 26 kilos que llevaba se soportara en esa zona. La parte más dura no era casualmente al principio. El bosque me ha protegido y cuando crees que no puedes más aparecen estas personas de las que hablaba antes.

Ahora, seguro que tiene en el horizonte alguna otra aventura.

-Bueno estoy organizando mis notas porque cada vez tengo más compromisos con esta historia y me interesa mucho que en España se conozca la ruta de Los Apalaches porque me parece que es algo muy bonito. La montaña hace más humilde a las personas porque te pone en tu sitio rápidamente y muchas veces debes confiar en quien va contigo aunque no le conozcas. Eso te hace más sencillo y te hace valorar las cosas por muy pequeñas que sean.

¿Tiene en mente hacer un ‘ochomil’?

-Me encantaría. Pero además de tus condiciones físicas debes tener una logística importante y eso se llama dinero. Llevar a cabo un proyecto de esos implica un desembolso cercano a los 25.000 euros y no debo gastarme ese dinero porque tengo mi familia. Me gustaría, pero no puedo hacerlo.