El estallido de la Guerra Civil lo revolucionó todo. El día a día de la sociedad cambió drásticamente y muchas cosas quedaron paralizadas. Entre ellas, el deporte pasó a un segundo plano. Pequeños momentos de alegría y evasión de unas circunstancias llenas de terror e incertidumbre. La situación en todo el Estado era crítica y a cada mes la guerra iba creciendo sin parar. Fue en ese contexto de necesidad, donde una selección de jugadores vascos se convirtió en el altavoz de un pueblo y difundió sus valores por todo el mundo al mismo tiempo que trataba de aportar su granito de arena desde el exilio. Hace 80 años se creó el Euzkadi. Uno de sus objetivos era demostrar por los países que visitaba la calidad de su fútbol, pero al mismo tiempo, y mucho más importante, ejerció de embajada para despertar una auténtica corriente de simpatía hacia el pueblo vasco y su causa, siendo símbolo de democracia y libertad.

La guerra había estallado un año antes y el Gobierno vasco, encabezado por el lehendakari y exjugador del Athletic José Antonio Aguirre, decidió convocar una selección vasca para mandarla a una gira por diferentes países con el objetivo de recaudar fondos para el conflicto y al mismo tiempo crear una corriente de simpatía sobre los valores del pueblo vasco. No se podía hacer de cualquier manera y por eso se apostó por hacer un equipo de campanillas. San Mamés fue el lugar de la selección y en esa convocatoria entraron Gregorio Blasco, Rafael Egusquiza, Serafín Aedo, Pedro Areso, Pablito Bascos, Leonardo Cilaurren, José Muguerza, Pedro Regueiro, Roberto Echevarría, Ángel Zubieta, Tomás Aguirre, Enrique Larrinaga, José Iraragorri, Emilio Alonso, Isidro Lángara, Luis Regueiro, Chirri II, José Manuel Urquiola y Guillermo Gorostiza; entrenado por Pedro Vallana. Es decir, parte principal del Athletic de aquella época reforzada con jugadores de un grandísimo nivel para crear un equipo de ensueño, la selección de Euzkadi.

Era el momento de jugar y la primera parada fue Francia, donde tuvieron una cálida acogida. El estreno fue contra el campeón de la liga francesa, el Racing parisino. El 25 de abril de 1937 tuvo lugar ese partido y Euzkadi dio una exhibición. 3-0 y una sensación de superioridad aplastante. No pudo empezar mejor la aventura vasca, aunque esa alegría pronto quedó apagada por las noticias llegadas de casa: Gernika había sido bombardeado.

Los ánimos bajaron, pero no el nivel del fútbol de Euzkadi. El campeón de liga había sido derrotado así que ahora llegaba el turno para el triunfador copero, el Olympique de Marsella. Otro rival que nada pudo hacer ante el vendaval vasco. 5-1. No había quién detuviera a esta selección y el Racing, esta vez reforzado con otros jugadores franceses, lo volvió a intentar, pero el resultado fue más abultado todavía (5-2). No había duda, el nivel de Euzkadi era altísimo y la prensa francesa no paró de alabar su buen hacer. Chapeau pour les basques.

De ahí pasaron a Checoslovaquia, donde plantaron cara a la potente selección de aquel país y a un combinado de jugadores de Praga. La acogida volvió a ser enorme. Solo en Polonia tuvieron algún incidente, aunque en lo deportivo Euzkadi siguió cosechando victorias. Abandonadas tierras polacas, la expedición vasca llegó a Rusia donde recibió un trato exquisito y no hubo espectáculo donde no fueran invitados los vascos. Las estancia fue de dos meses y solo el Spartak de Moscú pudo con Euzkadi.

La ruta siguió por Finlandia, Noruega y Dinamarca, antes de llegar a Francia, donde Euzkadi vivió uno de sus momentos más críticos. La guerra hizo que varios integrantes decidieran volver. Había un pacto para no abandonar el equipo, pero la situación en sus casas era demasiado dura, las preocupaciones altas y varios integrantes decidieron regresas a su tierra. En ese momento, Euzkadi se planteó dar el salto a América. Cambió el continente, pero no la vida de los jugadores de Euzkadi. Victorias en los campos y grandes recibimientos fuera de ellos. Solo Argentina se negó a acoger a la expedición, México y Cuba quedaron encantados. Incluso Euzkadi fue invitado a jugar el campeonato mexicano, donde dejó una buena imagen y cerca estuvo de hacerse con el título.

Acabada la guerra, la misión de Euzkadi llegó a su fin. La mayoría decidió quedarse en Sudamérica y muchos de ellos optaron por fichar por equipos de Argentina o México, que no perdieron la oportunidad de incorporar en sus filas a aquellos futbolistas talentosos. Los conjuntos argentinos de San Lorenzo de Almagro o River Plate o los mexicanos de España o Asturias, entre otros, deben muchos de sus triunfos a esa generación de jugadores vascos. Ese fue el final de la selección. Sin embargo su legado no murió allí. Quedó en el recuerdo la actuación de un grupo de jóvenes que realizó un enorme sacrificio al dejar su hogar para recorrer el mundo maravillando con su fútbol y dando a conocer los valores de un pueblo que tuvieron que amar desde la distancia.