Vitoria - En plena fiebre por el consumismo que abanderan campañas como la del Black friday, también el Eibar quiso ayer apuntarse a la moda con un desplazamiento a esos grandes almacenes que este año representa Mendizorroza para cazar algún chollo de última hora y así regresar a casa con las maletas llenas. No se equivocó. Consciente de la debilidad mental que su rival presentaba ayer antes del partido, la escuadra de José Luis Mendilibar se armó de paciencia para otear el horizonte, armarse de paciencia y, en el momento justo, dar el zarpazo necesario para conseguir el saldo del día a las primeras de cambio. A partir de ahí, a vivir del cuento con un juego conservador y ramplón que pudo sostenerse por la incapacidad de un vecino que ayer se hundió él solito un poco más en la clasificación. A estas alturas, son ya ocho los puntos con los que el Eibar aventaja al Alavés y diez (con un partido menos) los que le lleva el Getafe. Mal asunto.
Al margen de los malos datos, al menos ayer hubo un tiempo para las sensaciones y el regreso a la escena de jugadores desaparecidos como Rubén Sobrino o Rubén Duarte. El caso de este último comienza a guardar cierta similitud con eso que en algunos mentideros futbolísticos se conoce como el efecto montaña rusa. Que unas veces aparece, al poco vuelve a desaparecer y un poco más tarde vuelta a empezar... Así, de esta irregular forma, está transcurriendo la particular temporada del lateral izquierdo albiazul, el único especialista que ahora mismo tiene disponible el técnico italiano. Después de un mes fuera del equipo -en tres ocasiones ni tan siquiera entró en convocatoria-, Duarte fue ayer una de las sorpresas del once inicial junto a la de Sobrino, otro jugador al que De Biasi apenas está concedido oportunidades desde su llegada a Vitoria. Ayer Duarte, para su suerte después de un mes sin dar señales de vida, volvió a aparecer como titular en Mendizorroza. Fue la consecuencia al movimiento, uno más, de la pizarra del italiano, que apostó nuevamente por una línea de cinco defensas que luego tuvo que modificar tras la lesión de Alexis. Jugó Duarte los 90 minutos (suma ya 450 minutos esta temporada) y cumplió, que no es poco dado el nivel que ofrece este equipo. Mantuvo el tono defensivo por su banda pero apenas se prodigó en ataque por ese carril que ayer compartió con Wakaso. Fue un partido más en la oficina para él pero no para compañeros como Munir o el propio Pedraza, sin duda los más determinantes en las facetas ofensivas del equipo que ayer, de forma inexplicable, se cayeron del once titular. Nadie lo entendió. Ni el propio vestuario, ni los aficionados, ni los medios de comunicación ni, casi, el propio De Biasi, que en su comparecencia posterior lo más que pudo decir al respecto, en un mensaje lleno de incongruencias, fue que los que sí jugaron lo hicieron muy bien y que las titularidades se ganan en los entrenamientos.