vitoria - El pasado 13 de septiembre se proclamó vencedor de la durísima Tor des Géants después de completar los 330 kilómetros del recorrido (con 24.000 metros de desnivel) en 67 horas y 52 minutos, rebajando en dos horas el récord de la prueba. Contra lo que dicta la lógica, apenas tres semanas después ya está recuperado de semejante esfuerzo.
¿Cómo fueron los primeros días?
-Mi intención era estar tirado en la cama pero tampoco pude hacerlo mucho porque al final era o entrevistas o ir a ver a alguno de los amigos que seguían en carrera. Además salimos un par de días para tener un poco de vida social y no sé que me dejó peor, si la carrera o el post. Pero sí que es verdad que justo después de la prueba te trastoca un poco el sueño. Me metí a la cama y solo pude dormir dos horas de un tirón. Desayuné, me volví a meter otras dos horas, me levanté a comer y así fue un poco todo.
¿Ahora ya todo normalizado y con las rutinas habituales?
-Sí, pero en modo descanso total. Ya he terminado la temporada así que ahora me dedico solo a practicar deporte-salud como lo llaman.
¿Con la perspectiva que da el tiempo que ha pasado, qué poso le deja la experiencia de Tors des Géants?
-Me he ido reconciliando con la carrera porque cuando terminé la verdad es que me resultó muy dura sobre todo en el aspecto psicológico. Según pasa el tiempo se te van olvidando las cosas malas y solo te quedas con las buenas.
¿Fue más duro el aspecto psicológico que el físico incluso?
-Sí, sí, sí... El hecho de estar ahí peleando con tu cabeza por no dormirte, el cansancio y sobre todo las ganas de acabar. No porque te veas que físicamente no puedes sino porque la cabeza te está diciendo ‘vete a la cama, vete a la cama, vete a la cama’... Y tú te estás viendo que tienes que subir a un collado a 2.700 metros, que hace un frío que pela... pero tienes que continuar.