- Resulta innegable de un tiempo a esta parte la explosión en Álava y en el resto de provincias de un boom mediático y deportivo en torno al running y las carreras de montaña. Y sirva como ejemplo que de aquí a finales de año no exista ya en el calendario deportivo un solo fin de semana donde no tenga lugar una carrera de este tipo. Clubes y empresas del sector hace tiempo que detectaron a la presa y no están dispuestos a desaprovechar una oportunidad que se presume imparable por el auge que sigue manteniendo y todos los beneficios que reporta, especialmente relacionados con la salud. La afluencia de la moda y el auge de los runners han venido, por tanto, para quedarse. Pero su irrupción en la sociedad alavesa ha venido aparejada, como era de esperar, de una industria en toda regla que ha dejado de ser testimonial para convertirse en un motor que se presume continuará creciendo en el futuro.

La XVI edición de la Carrera de Empresas que tendrá lugar hoy, sábado, por las calles de Vitoria-Gasteiz (se trata de un recorrido relativamente asequible de apenas 5 kilómetros) es solo un ejemplo más. Al calor de esta burbuja, como se decía, se ha masificado el calendario deportivo y se han desarrollado también negocios y proyectos de diferente calado en torno a la moda del running, ya tan extensa como variada, la nutrición o los gadgets tecnológicos que rodean a este tipo de corredores. Dispositivos para escuchar música, cámaras para grabar o reproducir imágenes, chips que miden los resultados, pulseras y pulsómetros... Un abanico tan extenso como imparable.

¿Una prueba innecesaria? Sin embargo, hay un aspecto al que los especialistas en medicina deportiva entienden que aún no se le ha prestado toda la atención que requiere: las pruebas de esfuerzo. Una suerte de pasaporte vital que en algunos países y en determinadas pruebas es ya obligatorio si uno pretende tomar parte en ellas. Si bien es cierto que hay un mayor seguimiento y control de nuestra salud en centros de salud y clínicas, los especialistas entienden que son claramente “insuficientes” cuando una persona va a someter a su cuerpo a situaciones muchas veces extremas que incluso pueden costarle la vida, como ya ha ocurrido en no pocas ocasiones. E insuficientes además cuando se trata de personas no acostumbradas a la práctica deportiva que, de la noche a la mañana, se proponen completar una carrera de tipo medio, ya sea un 10K o incluso una media maratón. María Sagasti, especialista en medicina deportiva del Centro Médico IMQ Amárica, abunda en este sentido: “Una valoración de actitud deportiva es vital para saber, como mínimo, si mi corazón, mis pulmones y tensión arterial están en condiciones para realizar la actividad correspondiente”. A juicio de esta profesional, que es consciente de que una representación importante de los runners no considera esta opción como “imprescindible”, la salud bien vale invertir el mismo precio, o incluso algo menos, que el coste del último modelo de zapatilla que un aficionado pretenda asumir. “Es mejor hacer bien las cosas y con tranquilidad que exponerse a los riesgos de forma innecesaria y evitar luego sustos que pueden llegar a ser muy graves. Bajo este prisma y con todo lo que hay en juego, la elección debería ser clara y fácil”, abunda esta especialista.

pruebas de 60 minutos Aunque las pruebas pueden variar, es posible completar uno de estos reconocimientos en una hora, aproximadamente, bien sobre una bicicleta estática o rodando encima de un tapiz con una intensidad progresiva. El reconocimiento médico “nos va a servir para apreciar si el aparato locomotor no está sufriendo en exceso. Para ello se hace una exploración detallada del mismo en la que se valoran sobrecargas, flexibilidad, movilidad y si la biomecánica es adecuada”. Además, se analiza la edad del deportista y sus factores de riesgo y se aconseja o dirige hacia la actividad que es más conveniente realizar de cara a su futura salud. Y, por último, un reconocimiento se puede complementar con la medición de lactatos (prueba imprescindible para deportistas de élite) que analiza la calidad muscular, su estado de forma según entrenamiento, si realiza una correcta nutrición deportiva o si existe fatiga. Con toda esta información se pueden optimizar los entrenamientos y la nutrición. Es una prueba sencilla y muy eficaz. Eso es lo que defienden profesionales como Sagasti, para poner en valor la salud antes de llevar a cabo esfuerzos de todo tipo e intensidad. “Los reconocimientos nos ayudan a prevenir, a conocer nuestro estado de salud y, por lo tanto, a planificar como podemos disfrutar de nuestra actividad deportiva en las mejores condiciones”, concluyen desde IMQ.

Antecedentes.

Familares y personales.

Exploración médica.

Auscultación cardio-pulmonar y valoración del aparato locomotor.

Grasa. Cineantropometría para valorar la composición corporal y porcentaje de grasa.

Actividad del corazón.

Electrocardiograma basal que registra la actividad eléctrica del corazón para estudiar su funcionamiento.

Intensidad de la prueba.

Prueba de esfuerzo máxima según protocolo con monitorización del trazado del electrocardiograma con 12 derivaciones y tensión arterial en bici estática.

Tras esas pruebas, el médico emite un informe médico deportivo con recomendaciones y orientaciones. Superado este reconocimiento médico se obtendría el “certificado de aptitud para la práctica deportiva”, cuya exigencia poco a poco se va incluyendo como requisito para inscribirse en algunas carreras.

Tiempo. Unos 60’ aprox.

Precio. Entre 80-150 euros.