Sergio Fernández ha dilapidado todo el crédito que se ganó la temporada pasada. El fulminante despido de Zubeldía desacredita principalmente al hombre que lo eligió y debilita al mínimo su posición ante sus jefes. Con independencia de a qué mercado pudo acceder y el presupuesto con el que contaba, el director técnico seguro que sabía que la decisión de traer a un argentino desconocido y sin experiencia en Europa y sin nada destacable en América ponía en juego su puesto de trabajo. ¿Quién sabe en realidad qué fue lo que llevó a un ejecutivo del fútbol a aceptar una apuesta tan arriesgada? A uno le queda la sensación de que el papel de visionario se comió al de secretario técnico a la hora de elegir al entrenador. Que nos vino a inventar el proceso de selección de entrenadores y puede quedar en la historia a la altura de esos tipos que auguraron una vida corta a internet, que rechazaron a los Beatles o piensan que la Final Four se jugará en Vitoria. Observo una corriente de exoneración a Fernández que señala a la racanería de Querejeta para confeccionar esta plantilla. Y puedo compartir el fondo. De un tiempo a esta parte son un grupo gestor que desprecia el capital humano. Su manera de gestionar el personal en tiendas y gimnasios ha llegado a la élite deportiva. Jelineks por Olesons; Fedales por Maripanes; Femenías por nadie. Será por escoltas, centrales o laterales. Coge la pasta que ya vendrá otro. Como reemplazar, dicho con todos los respetos, profesionales no cualificados. Todo esto es cierto. Pero esta escasez de recursos que se le han puesto sobre la mesa a Fernández no es excusa para algunas cosas: que no haya jugadores específicos en las posiciones. Que sean los perfiles de atacantes tan similares. Que no venga otro delantero, aunque sea malo. Que seas incapaz de dar salida al excedente. Todo eso, tengas pasta o no la tengas, es achacable al director deportivo. Y más con siete meses de maniobra y conociendo tu circunstancia. Si Zubeldia ha certificado el primer gran fracaso de Sergio Fernández al frente del Alavés, lo peor puede estar por venir. Karanka, Gracia, Abelardo, Desio o Dios en la tierra se encontrarán los mismos problemas que su predecesor. Irán a hacer la alineación y verán que no hay laterales naturales aptos, que no hay centrocampistas organizadores, que todos los mediapuntas son perfiles clónicos y que el supuesto nueve sigue aquí porque el Alavés no lo ha podido colocar este verano. Sea quién sea, y como casi todos los entrenadores nuevos, se preocupará por no incurrir en los errores de su antecesor.
nada es definitivo pero... El que venga va a restaurar a Manu García, repetirá alineación, o al menos nueve hombres, tres o cuatro partidos seguidos, pondrá a Medrán donde quiere la gente y después de esas concesiones tribuneras empezará a tomar decisiones según lo que vea en el campo. Igual hasta hace algún cameo Katai. Esto les pasa a todos los nuevos técnicos porque es imposible aislarse del entorno. Cuando Zidane cogió al Madrid, las tertulias le pusieron como misión recuperar a James e Isco, inmersos ambos en una temporada infame. Los empezó poniendo, se cargó a Casemiro y le dio tiempo a terminar de perder LaLiga por el camino. Es cierto que queda casi el 90% del campeonato y que nada es definitivo, ni mucho menos. Pero pensar en un vuelco a corto plazo parece un acto de fe más que algo futbolístico. El Alavés es blando en su área, no tiene pegada en la contraria y el centro del campo es impersonal. Puede que todo lo que se decía de Luis Zubeldía, que no sabía a qué jugaba, que daba bandazos de alineaciones y que no imprimió al equipo ninguna personalidad sea cierto, pero no creo que estemos ante el caso de un problema masivo de entrenador. Lo bueno o lo malo que es Zubeldía El breve lo sabremos en el próximo mes y medio. Ahí también quedará al descubierto la plantilla confeccionada por Sergio Fernández. El próximo técnico nos va a resolver una duda: ¿Era un negado Zubeldía o el que lo eligió y formó este equipo?