Viena - 2017, hasta estas alturas, viene siendo el campeonato más igualado desde que naciera la era MotoGP en 2002. Esta temporada, cada victoria en la categoría reina se vende muy cara. Claro ejemplo fue el Gran Premio de Austria. Después de que Marc Márquez se plantara en la parrilla de salida como gran favorito al triunfo, fruto de sus brillantes actuaciones de viernes y sábado, brotó una competencia inflexible como la de Andrea Dovizioso, la revelación. Tan rígida que perduró hasta la última curva del circuito Red Bull Ring. En ese ángulo se decidió la prueba. Cosa de dos.
El trazado austríaco afloró sus carencias. El calendario del Mundial mantiene prácticamente los mismos circuitos desde tiempo atrás y las máquinas cada curso son más veloces, por lo que los puntos de adelantamiento se van reduciendo con el transcurso de los años. Apenas hay trazadas alternativas. Ayer fue una evidencia. Casi no hubo cambios de posiciones, y los que se dieron fueron promovidos por errores de pilotaje. Esa dificultad para ganar plazas hizo que hasta casi el ecuador de la carrera siete pilotos rodasen en un compacto grupo de cabeza: Lorenzo cortaba el viento cual mascarón de proa, seguido por Márquez, Dovizioso, Pedrosa, Zarco, Viñales y Rossi, estos dos últimos retrasados precisamente por fallos propios e incapaces de reaccionar. De hecho, acabarían sexto y séptimo, respectivamente.
Lorenzo ansiaba exprimir las virtudes de sus neumáticos blandos y llegó a escaparse a más de un segundo del grupo en los primeros giros. Sin embargo, Márquez le echó el guante para evitar fugas. Autoritario. Así, en cinco vueltas la diferencia era anulada. Cambio de tercio. Turno para el pujante Márquez.
Cuando Márquez se puso en cabeza, a falta de diecisiete vueltas para completar las veintiocho programadas, trató de incrementar el ritmo a fin de prepararse un final de carrera en el que previsiblemente se vería primado por sus calzos duros -aunque no sería así-. Quiso el de Cervera cercenar el numeroso grupo, restar competencia. Pretendió imponer velocidad para exigir a los neumáticos blandos ajenos, concretamente los que montaban las Ducati. Pero Dovizioso respondió planteando su contraestrategia. Se obsesionó con frenar a Marc para rebajar el ritmo de carrera y prolongar así la vida de sus gomas. El italiano pretendía garantías para el tramo final, buscaba iluminar las opciones de conquistar su tercera victoria del año y dar luz también a su candidatura al título, cada día más sólida.
La primera vez que Dovi asumió el liderato fue a once vueltas de concluir. Desde entonces, él empeñado en ser cepo de Márquez y el catalán en aislarse solitario, la alternancia en cabeza fue rutina. Marc y Dovi se repartieron hachazos por doquier, lo cual no permitió al resto de pilotos darles caza. Porque Dani Pedrosa asomó a rueda de los dos más destacados, pero cuando ambos se propusieron pujar a destajo por el triunfo, Pedrosa claudicó para acabar tercero. El debate era cosa de dos, salvo caída, lo cual era muy factible viendo cómo Márquez y Dovi se las gastaban. La Honda ofrecía docilidad; la Ducati reportaba una potencia en las salidas de las curvas que la hacían compleja de batir. Todo ello conjugado con diestras manos y ambición, hizo que se gestara una de las mejores últimas vueltas de los últimos tiempos. Ninguno torció el brazo; se olvidaron de que hay un título en juego y se dejaron cegar por la gloria de un gran premio.
Márquez pecó. Se fue largo en una curva y Dovi parecía tener ante sí el triunfo. Se aisló con unos metros de ventaja. Apenas quedaban curvas. Parecía visto para sentencia. Pero Marc apretó los dientes, arriesgó y recuperó la rueda de Dovi cuando restaban dos recodos. En el penúltimo ángulo buscó adelantar por el exterior. Imposible. Solo intentarlo fue una tremenda osadía. Ya en la última curva de la carrera, Márquez soltó los frenos, atacó por el interior del ángulo totalmente pasado de velocidad y Dovizioso, que fue momentáneamente rebasado, enderezó antes que su rival la moto y enfiló en primer lugar la recta de meta. El italiano, de hecho, reprochó al catalán su acción. Fue temeraria porque fue de ‘tú o yo’. Evocó en algo a lo acaecido en Assen en 2015 entre el propio Márquez y Rossi. El caso es que Marc, a pesar de perder el duelo, se fuerza como líder del Mundial. Aterrizó en Austria con 14 puntos de margen sobre Viñales y sale con 16 sobre Dovi. Y por delante, siete estaciones más por visitar.