sevilla - En la vista celebrada el pasado 26 de mayo en el Juzgado de lo Penal 14 de Sevilla Rubén Castro aguantó estoico la expectación creada entorno al juicio capeando con naturalidad a los numerosos medios de comunicación presentes en la corte judicial y respondiendo con rotundidad al juez sobre la pregunta clave: “¿Ha amenazado o insultado a su pareja?” “Jamás”. “¿En 2012 la golpeó en su casa?” “Jamás”. “¿Alguna vez la ha golpeado en un hotel?” “Nunca, jamás la he puesto la mano encima ni la he insultado”.

Después, su expareja, detalló entre sollozos que sufrió del futbolista al menos ocho agresiones. Una amiga de la mujer citada como testigo aseguró en sede judicial que había visto cómo Rubén Castro le pegaba una patada en el estómago.

El resto de las testigos de la expareja subrayaron que conocían de las agresiones por boca de la denunciante, o que la víctima les envió en varias ocasiones fotografías con los daños físicos provocados por las agresiones.

Las amigas, que calificaron la relación entre ambos como “tóxica”, aseguraron que tenían que maquillarla tras las agresiones para que los padres de ella no se percataran de las lesiones que sufría o que era una práctica habitual que Rubén Castro le pagara estancias en hoteles para que no saliera a la calle hasta que bajaran las inflamaciones en la cara provocadas por las agresiones.

“Fue una relación loca”, basada en “una profunda atracción sexual”. “Una vez ella se puso muy brava y me golpeó en la cara. Me fui a mi coche y ella arrancó el suyo con intención de atropellarme”, alegó el jugador. - J.G.