Duración: 1 horas y 41 minutos.

CILICFEDERER

60%Primer servicio76%

5Puntos directos de saque8

3Dobles faltas2

23Errores no forzados8

65%Puntos ganados primer servicio81%

39%Puntos ganados segundo servicio71%

16Puntos ganadores23

21%Puntos ganados al resto46%

0/1Roturas conseguidas5/10

12/23Puntos en la red6/8

215Servicio más rápido (Km/h)197

197Media primer servicio (Km/h)181

153Media segundo servicio (Km/h)159

64Puntos totales96

londres - Roger Federer ha agotado todos los calificativos porque el de leyenda se le empieza a quedar corto. El suizo ha hecho de la perfección una rutina, algo que parece sencillo, y ha llegado a los 36 años que cumplirá el mes que viene con la frescura de un chaval de 20. Ayer se anotó su octavo Wimbledon cinco años después del séptimo, con lo que desempata en el palmarés del torneo londinense con Pete Sampras. Además, por primera vez en su carrera lo hizo sin perder un set y tras dejar la sensación de que sus rivales se han sentido intimidados, como le sucedió a Marin Cilic. Desde hace 41 años, cuando ganó Bjorn Borg, nadie había levantado el trofeo con su casillero de sets en contra inmaculado, pero Federer ha levitado sobre la hierba, jugando con los ángulo, los espacios y la fuerza de sus tiros con tanta facilidad como cuando juega con sus dos pares de gemelos en el jardín de su casa de Basilea.

En una edición de Wimbledon que parecía haber abierto sus puertas a la clase media del tenis, Federer demostró que, al menos, en la hierba del All England Club aún hay clases. Desde 2002, no gana nadie que no pertenezca al Big Four. Con Andy Murray y Novak Djokovic dolientes y de capa caída y fuera de las finales grandes este año, el helvético y Rafa Nadal han vuelto para no dejar ni las migajas y seguir aumentando su palmarés. “Estaría fuera otras seis meses si supiera que a la vuelta volvería a ser todo como está siendo este año”, comentó Federer, que cuando se alejó de la competición pareció que era para siempre, pero ha regresado reinventado y mejorado. Ya tiene 19 Grand Slams, una cifra inalcanzable para cualquiera de los que ahora tengan 21 años, que son los que tenía él cuando ganó el primero, o menos. Esa cifra ya es. incluso, mejor que los 18 majors de golf que amasó Jack Nicklaus a lo largo de 22 años.

un rival superado Tres lustros en la elite dan para plantarse en una final como quien baja al supermercado o sale a dar un paseo. Wimbledon no tiene secretos para Federer, la Pista Central es el envoltorio de su magia y salir como favorito indiscutible no le supone ninguna carga adicional. Todo lo contrario le pasó a Marin Clic, que ya había ganado un Grand Slam, el US Open de 2014, pero que nunca había vivido todo el ceremonial y protocolo de una final de Wimbledon. Y lo acusó con una actuación muy pobre, que privó de todo espectáculo al partido decisivo. El croata salió decidido, pero Federer supo frenar ese arranque desbocado con su repertorio técnico. En cuanto el suizo logró el primer break, el mundo se le vino encima a Cilic, que pasó de un empate a tres en el primer parcial a verse un set y 3-0 abajo. En ese momento, coincidente con el primer descanso del segundo set, el croata entendió que la misión era casi imposible y sufrió lo que pareció un ataque de ansiedad, provocado también por una lesión en la planta del pie, una molesta e inoportuna ampolla, que le llevó al borde de las lágrimas. Por ambas cuestiones fue atendido por los médicos, pero su incapacidad para competir y su frustración porque eso sucediera en un día tan señalado quedaron de manifiesto. “Todo el trabajo de estos mese se iba por la borda”, explicó después el jugador de Zagreb.

El público trató de animar a Marin Cilic, más por pura conmiseración que por albergar esperanzas de ver una final disputada, porque ya estaba claro que el partido iba a durar lo que quisiera Federer. En los primeros juegos del tercer set hubo algunos tantos de bella factura, coincidiendo con el momento en que Federer aflojó un poco el ritmo, pero en cuanto el suizo tuvo una oportunidad no perdonó y se llevó un triunfo sin más historia que la que él sigue haciendo. En todo el partido, solo concedió una oportunidad a Cilic de romperle el servicio, muy al principio del mismo, y todo lo demás fue un visto y no visto. La final duró menos de media hora más que la femenina del sábado y acabó con el marcador más amplio de los últimos quince años.