vitoria - “Les he dicho a mis hijos: Algún día tiene que haber alguien que sea mejor que Jordan; ¿por qué no vosotros?”.
Ninguno de los tres hermanos Ball ha disputado aún un solo partido en la NBA -Lonzo fue elegido la pasada semana por Los Angeles Lakers con el número dos del draft, LiAngelo debutará el próximo curso en la NCAA con UCLA y LaMelo milita en el instituto de Chino Hills-, pero el patriarca de la familia, LaVar Ball, se ha convertido ya en una figura mediática en Estados Unidos por su incontinencia verbal. “¿Un genio del marketing, un padre fuera de control o las dos cosas?”. Así titulaba recientemente Forbes su perfil sobre un tipo de 48 años cuya experiencia en las canchas se reduce a un único y anónimo curso universitario en Washington State, lo que no le ha impedido asegurar que en su juventud habría ganado un uno contra uno a Michael Jordan.
Fugaz jugador profesional de fútbol americano -militó en los equipos de entrenamiento de New York Jets y Carolina Panthers y jugó un año en los London Monarchs de la World League-, LaVar, lenguaraz y bravucón, se ha metido en una espiral de declaraciones altisonantes, eclipsando incluso a sus hijos, sobre todo a Lonzo, el mayor, un base alto (1,98) e imaginativo que pasa por ser una de las mayores promesas mundiales de este deporte. En noviembre de 2016, antes de arrancar la temporada, LaVar aseguró que Lonzo iba a ser número uno del draft tras llevar a UCLA al título de la NCAA, que LiAngelo iba a ser número uno en 2018 y LaMelo en 2020. Esas palabras, erróneas pues el número uno fue Markelle Fultz, le colocaron en un epicentro mediático en el que disfruta como nadie. El pasado marzo no le tembló el pulso a la hora de apuntar que su hijo era mejor que Stephen Curry: “Ponle a él en los Bruins y a Lonzo en los Warriors y ya veremos lo que pasa. Cuando llegue a la NBA, Steph va a tener problemas para defender a mi hijo. Quiero ver ese uno contra uno”. No contento con ello, días después aseguró en Time que “Lonzo es el mejor jugador del mundo. Sí, incluso mejor que All-Stars como LeBron James o Russell Westbrook. No sé si podría ganarles hoy en día uno contra uno, pero estoy seguro que les batiría cinco contra cinco”.
Pero las fanfarronadas de LaVar no solo tienen como protagonistas a sus hijos, también a él mismo. Hace tres meses aseguró en USA Today que “en mi apogeo, habría destrozado a Michael Jordan en un uno contra uno. No podría pararme. Tendría que meter todos sus tiros exteriores porque no podría superarme en el cuerpo a cuerpo (mide 1,98 y pesa 140 kilos), no es tan rápido”. Cabe recordar que en su única campaña en la NCAA, 1987-88 en Washington State, sus promedios fueron de 2,2 puntos y 2,3 rebotes mientras Jordan lideraba la NBA en anotación con 35 puntos por partido. Esa bravata hizo saltar a Charles Barkley, otrora bocazas oficial de la NBA: “Cuando has promediado dos puntos en la universidad tienes que echar el freno. Él dice que nunca gané un anillo y yo me dije: tengo que mirar en Google porque es posible que me haya perdido la Era Ball, esa en la que él dominaba y ganaba títulos a diestro y siniestro. Estoy demasiado viejo y gordo, pero le reto a un uno contra uno”.
Tanta incontinencia verbal ha llevado a LaVar Ball a meterse en más de un fregado. En abril, después de que UCLA fuera eliminado por Kentucky en el Sweet 16, aseguró que “siendo realista, no puedes ganar el título con tres jugadores blancos en el quinteto inicial porque su velocidad de pies es demasiado lenta. Se lo dije a Lonzo: vas a tener que meter 30-40 puntos para seguir avanzando”. Un par de días después aseguró que sus palabras fueron malinterpretadas. También se las ha tenido tiesas con Kyrie Irving, base de Cleveland, que al igual que otras personalidades como John Wall, Steve Kerr o Dennis Rodman criticó la excesiva presión que las palabras de su padre colocaban sobre Lonzo: “Kyrie, no puedes ponerte en la misma situación de Lonzo porque tu madre no estuvo contigo. Lonzo puede ir a casa y estar con su padre y con su madre”. La madre de Irving murió cuando este tenía cuatro años.
ZAPATILLAS A 495 DÓLARES En marzo, LaVar se descolgó exigiendo a Nike, Adidas o Under Armour un contrato de 1.000 millones de dólares si querían fichar, en pack, a sus tres hijos. Ninguna empresa picó el anzuelo. George Raveling, exentrenador universitario y actual director de marketing deportivo de Nike, llegó a decir que “Lavar Ball es lo peor que le ha ocurrido al baloncesto en los últimos cien años”. Finalmente, el 4 de mayo LaVar, que había fundado un año atrás la marca de material deportivo Big Baller Brand, anunció el nacimiento de las ZO2 Prime, las zapatillas personales de Lonzo, que saldrán a la venta en noviembre por 495 dólares -la edición de coleccionista firmada por el jugador cuesta 995 dólares; las chanclas, 220-. Para establecer la comparación con un chico que aún no ha debutado como profesional, las LeBron 14 costaban 175 dólares; las Curry 3Zero, 119; modelos retro de Jordan, el santo grial de la zapatilla de baloncesto, sobre 200-250... Las críticas no tardaron en llegar. “Los Big Baller (grandes jugadores) de verdad no cobran de más a los niños por sus zapatillas”, lamentó Shaquille O’Neal.
Obsesionado con ver a su hijo mayor con la camiseta de los Lakers, LaVar anunció semanas antes del draft que su hijo no iba a entrenar con ninguna otra franquicia. Al menos acertó en eso, pero incluso en ese momento especial para Lonzo su padre le robó todo el protagonismo. Con su gorra amarilla y dorada de Big Baller Brand y abucheado por el público, aseguró que “Lonzo va a llevar a los Lakers al play-off en su primer año. Volved a hablar conmigo cuando lo haga, luciré una gorra con el lema: Os lo dije. Zeus y Jesús me dijeron que Lonzo iba a jugar en los Lakers. Debo de ser un genio por haber planeado esto tan bien”. Y para acabar, una amenaza: “Tengo dos hijos más, me volveréis a tener por aquí haciendo lo mismo”.
Luke Walton, técnico de los Lakers, fue más comedido y dijo que “lo único que le pido ahora mismo a Lonzo es que nos guíe a un par de victorias en la Summer League”. Porque esa es otra: ¿qué opina el chaval de las declaraciones de un padre que el pasado martes se subió a un ring de lucha libre en Los Angeles para, descamisado y micrófono en mano, soltar nuevas fanfarronadas al público?: “Lo que dice no me supone presión añadida. Siempre ha sido así, dice lo que se le pasa por la cabeza. Siempre dejo que él dé los discursos y yo me dedico a jugar. Aprecio su confianza. ¿A qué hijo no le gusta que su padre quiera que llegue a lo más alto? Le apoyo en todo lo que dice”. ¿Qué va a decir el chaval de un padre que no para de generar titulares desproporcionados? El último: “Nadie podrá juzgar la grandeza de mi hijo hasta que acabe su carrera. Entonces, echaréis la mirada atrás y os preguntaréis: ¿Cómo podía saber LaVar todo esto?”.