San Emeterio está a punto de volver a hacerlo. Esta vez no con la elástica azulgrana del Baskonia sino con la naranja del Valencia Basket, ante la gran oportunidad de su vida esta noche (20.30 horas). Siete años y un día después de aquel célebre dos más uno ante la estéril oposición del blaugrana Terence Morris que hizo estallar de júbilo al Buesa Arena, el alero cántabro puede conseguir el segundo entorchado liguero de su dilatada carrera. Como sucedió en aquella ocasión, cuando el todopoderoso Barcelona, reciente vencedor por entonces de la Euroliga, hincó la rodilla ante un ejército de gladiadores comandados por Dusko Ivanovic, nadie apostaba un mísero euro por el éxito de los levantinos ante un Real Madrid convertido en el tirano doméstico del último lustro.
San Eme, el mismo sobre el que muchos supuestos entendidos de este juego han echado paladas de tierra y al que consideraban incapacitado para seguir tirando del carro en los momentos comprometidos, se ha convertido en el guía espiritual de un Valencia que saborea su primera ACB de la historia. La Fonteta será hoy una olla a presión en busca de una tercera victoria en la eliminatoria que acabaría con la dinastía blanca y cerraría un longevo ciclo ganador de los dos grandes. Y es que precisamente desde 2010, año en que el Baskonia levantó su tercer y último entorchado, los éxitos se los han repartido Barcelona y Real Madrid, quienes han copado además casi todas las finales cerrando la puerta a cualquier atisbo de rebelión por parte de las alternativas de poder.
Si hay un jugador que, al margen de la clase inagotable de Diot y el poderío interior de Bojan Dubljevic, está marcando la diferencia en estas series finales por el título, ese no es otro que San Emeterio. El santanderino, fresco, eléctrico y letal, está inmerso en una segunda juventud y ha recobrado el álgido nivel de sus mejores tiempos. Suyos fueron los triples que el miércoles levantaron de la lona al Valencia Basket y provocaron la crisis de identidad en un Real Madrid que, desde su sonoro fracaso en la Final a Cuatro de Estambul, no levanta cabeza y sigue sumido en un mar de dudas. Los fantasmas persiguen a Laso y los suyos por culpa de un cansancio físico y mental latente que le está pasando factura en este tramo decisivo.
Por contra, el Valencia Basket va lanzado como un tiro a por un éxito ciertamente impensable. Tras superar con suficiencia al Baskonia en semifinales, ahora está sometiendo al Real Madrid gracias a una solidez incuestionable. Con un estratega como Pedro Martínez capaz de anular todos los puntos fuertes merengues y una plantilla en la que todos reman en la misma dirección y no hay deserciones, el cuadro valenciano parece tocado por una varita mágica. Bajo el liderazgo de San Emeterio, hoy es el día para instalarse definitivamente entre el grupo de elegidos. El taronja podría convertirse en el séptimo club que inscribe su nombre en el palmarés tras Real Madrid, Barcelona, Joventut, Baskonia, Unicaja y Manresa.