Vitoria - Con 15 Gran Slam ya en su haber, más de 30 Masters1000 conquistados, dos medallas de oro olímpicas, otras dos Copa Davis, varios años instalado en el número uno del ranking mundial, récords por doquier en la tierra batida y, por su puesto, la cuenta corriente lo suficientemente cubierta como para no tener que preocuparse del recibo de la luz hasta el fin de sus días, ¿qué lleva realmente a un deportista como Rafael Nadal a seguir entrenándose y competir cada día como si no hubiese un mañana? ¿Qué lleva al tenista balear a no querer detener esa brutal rutina profesional que exige constancia, dureza y perseverancia a marchas forzadas que no solo le está dañando su ya castigado estado físico sino también, y especialmente en las últimos temporadas, su salud mental? Más allá de análisis que aportan teorías extravagantes, valoraciones fijadas a partir de la ciencia o discursos edulcorados por profesionales del coaching que jamás han empuñado una raqueta ni han puesto al límite su organismo, este diario ha querido buscar respuestas al fenómeno Nadal en la fuente, quizá, más cercana al propio tenista. La de algunos deportistas alaveses que han convivido a lo largo de sus carreras con la elite y firmado algunas de las páginas más brillantes de la historia del deporte local.

Uno de los que vio crecer, madurar, alcanzar la cumbre, precipitarse y volver a resurgir al tenista es Martín Fiz, para quien Rafa Nadal es, sin discusión, el mejor deportista español de todos los tiempos. “No solo por los diez Roland Garros que suma sino porque son más de diez años instalado en lo más alto del tenis mundial, enfrentándose a los mejores jugadores de entonces en sus inicios y a los de las nuevas generaciones. ¡Es toda una vida, una auténtica pasada!”, sostiene con admiración el maratoniano alavés, inmerso aún a sus 54 años en plena vorágine deportiva con participaciones en algunas de las citas en la larga distancia (42K) más importantes del mundo como Chicago, Tokyo o Nueva Tork. A su juicio, y quizá tomando como ejemplo su propia carrera, no puede explicarse un fenómeno como el de Rafa Nadal si no es a partir de la “pasión” que siente por el tenis, “pase lo que pase”, sostiene Fiz, que al igual que el tenista balear necesita ese “olor” que desprende la alta competición para seguir manteniendo la misma tensión que hace únicos a determinados deportistas. Porque si algo tiene y demuestra Nadal cada día es un “hambre insaciable” por el juego, por el tenis, que va más allá de la victoria o la derrota, intuye en este sentido Eneko Pou, uno de los mejores escaladores del mundo junto a su hermano Iker. “Su última hazaña en París después de unos muy malos 2015 y 2016 solo demuestra un grandísimo afán de superación y una confianza en sí mismo brutal, de lo contrario, cuando estás en la elite es muy difícil soportar esa presión”, abunda el mayor de los Pou, inmerso estos días en Mallorca en un ambicioso proyecto sobre roca del que dará cuenta en las próximas semanas. También apura estos días una cita importante, en este caso el próximo Mundial de Maratón de agosto en Londres el atleta internacional Iván Fernández, prácticamente coetáneo de Nadal, por quien no oculta una formidable admiración. “Es para para mi una fuente de inspiración y un ejemplo a seguir, sin duda. Es una persona y un deportista que demuestra una capacidad de sacrificio, honestidad y entrega infinitas, a lo que hay que sumar su humildad innata y el respeto que siempre ha mostrado por todo y por todas las personas. Es una figura que trasciende más allá del deporte”, reconoce el atleta del club El Prado, que en un hipotético pódium con los mejores deportistas españoles de la historia colocaría a Nadal en lo más alto seguido del ciclista Miguel Indurain y el jugador de baloncesto Pau Gasol.

la creencia en sí mismo Irantzu García, que es una pionera indiscutible en la modalidad del curling, también maneja un discurso de admiración hacia un deportista al que compara con un “héroe” por su tremenda capacidad para resurgir cuando peor estaban las cosas, que no han sido pocas veces en los últimos años. “En esa impresionante fuerza de voluntad podría estar alguna clave de sus éxitos, pero sin dejar de lado, claro, la capacidad de trabajo que tiene, su perseverancia y, sobre todo, su tremenda calidad porque de lo contrario en el deporte de elite no hay nada que hacer. O eres muy bueno y trabajas a diario para mantener ese talento o te relajas y te caes. En curling y en cualquier otra modalidad ”, reconoce Irantzu García, una referencia indiscutible en su campo que hasta hace bien poco era prácticamente una desconocida para el gran público a pesar de la medalla de bronce -la única hasta el momento conseguida por un jugador español- que conquistó en el Mundial de Escocia en 2014.

La capacidad de sufrimiento del mejor triatleta alavés de todos los tiempos, Eneko Llanos, también ofrece variables para explicar la leyenda de Nadal. “Cuando lo has ganado todo solo queda el amor propio y la satisfacción personal si pretendes seguir en la elite, y Nadal da la sensación de ser un fuera de serie en este sentido, un luchador nato, porque de lo contrario no se explica cómo después de dos años tan malos y con tantos problemas físicos y psicológicos haya sido capaz de darle la vuelta a la situación y volver a estar en la cumbre”, se pregunta Eneko, que a otra escala encuentra similitudes con la capacidad de reacción del balear. “Yo también estoy teniendo malas sensaciones este año pero al menos me sigo preguntando si podré mejorar y cómo lo voy a hacer, y eso es lo que realmente me da vida, más allá de los premios o las victorias”.

“mejor estar al nivel del mar” Una filosofía con la impronta de Nadal. Un tipo sencillo y humilde a partes iguales que después de conquistar París por décima vez ayer trataba de despejar como podía desde el Senna los adjetivos que tienden a calificarlo como leyenda o mito del tenis. “Ni hace seis meses estaba tan acabado ni ahora soy tan grande. Ni soy muy eufórico cuando las cosas van bien ni muy negativo cuando van mal. Soy bastante estable y generalmente intento asumir las cosas que van ocurriendo desde la normalidad y la naturalidad, sin hacer alardes ni grandes dramas. Desde esa perspectiva que me funciona sigo adelante”, destacó el balear en una entrevista para la agencia Efe. “Sé que mi carrera es especial, pero a los 31 años no voy a creerme otra película diferente a lo que he pensado el resto de mi vida. Soy consciente de que todo lo que estoy viviendo es pasajero. En unos años seré un ciudadano más, así que mejor no subirse muy arriba porque la caída es más grande. He tratado de estar siempre al nivel del mar”, añadió Nadal. Un ejemplo, muy a su pesar, de tenacidad y confianza; de esfuerzo y recuperación a pesar de los malos momentos, que hasta el domingo cumplían tres años. “No se me han hecho largos por no ganar. La gente me ve como un ganador obsesivo y no lo soy. Lo que se me hizo largo es que no pude competir durante muchos meses”, reconoció.