un nombre propio centra la gran preocupación del baskonismo en estos últimos tiempos de desfibriladores y jornadas resueltas con una moneda al aire. Se trata de Rodrigue Beaubois, completamente difuminado desde el inicio de los play off por el título pese a la inagotable confianza de un Sito Alonso que el martes en el arranque de la serie ante el Valencia Basket corrió un riesgo demasiado alto poniéndole sobre la cancha en el tramo de la verdad sin haber hecho méritos para semejante premio.
El escolta francés, que no es precisamente de sangre caliente y cuyo lenguaje corporal tampoco ayuda en exceso a la hora de desvelar sus emociones, necesita activarse de una vez por todas con el fin de que el Baskonia se sobreponga a su delicada situación en la serie. Fue fichado en su día para desequilibrar en los días grandes y, de momento, ha aparecido con cuentagotas en una temporada con excesivos altibajos en la que permanece muy lejos de las expectativas iniciales.
Reclutado del Estrasburgo francés y con una dilatada trayectoria en la NBA, Beaubois era teóricamente el compulsivo anotador que debía saldar por fin una urgencia histórica en el Baskonia como la orfandad de un killer desde la marcha de Igor Rakocevic. Pues bien, a punto de languidecer la campaña, su figura se va apagando cada vez con más fuerza mientras Sito Alonso ya no se muerde la lengua y le insta a “espabilar” si quiere seguir gozando de minutos en una plantilla con alternativas tras la reciente adquisición de Ricky Ledo.
Desde luego, sus números recientes son ciertamente negativos con una producción escasa ante el aro rival, una precisión desde el exterior más bien ínfima y un despliegue defensivo insuficiente. De hecho, los entrenadores rivales ya saben cuál es uno de los puntos débiles de la defensa azulgrana y la orden es atacarle continuamente. De ahí que Beaubois haya sido responsable directo en los últimos tiempos del lucimiento de Nemanja Nedovic y Jamar Smith, ambos del Unicaja, o también Sasu Salin (Gran Canaria).
En cualquier caso, ya se sabía que la defensa no era su punto fuerte antes de que el Baskonia se lanzara a por su fichaje, pero existía la confianza de que pudiera erigirse en un desatascador de partidos al filo de la navaje. Esos deseos se han quedado en agua de borrajas. En sus seis últimas apariciones apenas promedia seis puntos y presenta un 4 de 23 como sospechosa carta de tiro desde el 6,75.
Y todo ello con sus consabidos problemas físicos en una rodilla, desvelados por el propio club en la presentación de Ricky Ledo, como telón de fondo. Solo el propio Beaubois conoce el estado de su cuerpo, pero ya le quedan pocos argumentos de defensa en una campaña donde no está cumpliendo con el cometido para el que fue contratado a bombo y platillo por el Baskonia. Por si ello fuera poco, su desmedida frialdad y la poca pasión que transmite están encendiando más si cabe a sus detractores. Dado que es de los contados exteriores con capacidad para crearse sus propias canastas, el Baskonia clama más que nunca por su imperiosa resurrección.