Pamplona - A Oinatz Bengoetxea todavía le duraban ayer las agujetas después de la titánica final del Manomanista de la LEP.M que disputó el pasado domingo en el frontón Bizkaia de Bilbao, cita en la que casi la totalidad de los pronósticos le situaban como víctima propiciatoria de Iker Irribarria, pero en la que terminó convirtiéndose, por derecho propio, en verdugo del joven defensor del título de la competición reina de la mano. El veterano (Bengoetxea VI cumple 33 años en agosto) pudo en esta ocasión con el benjamín (Irribarria se convirtió hace un año, con 19 primaveras, en el campeón más joven de la historia del torneo). El pequeño (el leitzarra mide 1,78 metros y pesa 77 kilos) derrotó al gigante (el aramarra roza el 1,90 y supera con creces los 80 kilos). En definitiva, que David (Bengoetxea VI) doblegó a Goliat (Irribarria) para convertirse en el campeón en curso de las dos competiciones individuales de la mano profesional. Tras una celebración austera, aunque a la altura de la recuperación de un título que ya había conquistado casi una década atrás, Bengoetxea se marchó de vacaciones a la playa, aunque ayer hizo un paréntesis para pasar revista a su último logro y hacer balance.
Han pasado nueve años entre su primera txapela del Manomanista (2008) y la segunda (2017)...
-Es mucho tiempo. Siempre he intentado conseguir txapelas y la del mano a mano es algo soñado, como también lo fue la del Cuatro y Medio en diciembre. Sin embargo, estos años ha sido muy complicado ganar títulos porque he tenido enfrente a dos titanes como Aimar (Olaizola) y Juan (Martínez de Irujo), entre otros grandes pelotaris, y no ha podido ser hasta ahora. Y quizá, cuando menos esperaba ganar la txapela, he podido conseguirla.
¿Tiene un mérito especial volver al primer escalón del podio del mano a mano después de tanto tiempo?
-Creo que sí. Este año, después de ganar el Cuatro y Medio, que ya fue algo muy grande para mí, vino el Parejas y estuvimos en la final luchando por la txapela (su zaguero fue el vizcaíno Mikel Larunbe, que debutaba en un torneo de Primera). Después se me presentaba el mano a mano con poco tiempo para prepararlo, pero con esa tranquilidad de haber hecho bien las cosas y sin la presión de llevar mucho tiempo entrenando. Creo que eso ha jugado a mi favor. En el primer partido, para mí fue muy bonito ganar a Aimar con el Labrit lleno. También fue especial ganar la semifinal a Urrutikoetxea, un pedazo de pelotari que es una de las referencias del momento, y en la final llegó la guinda del pastel y de la gran temporada que estoy haciendo, así que me encuentro más que satisfecho.
Dio la impresión de que había preparado la final a conciencia para intentar sorprender al campeón, Iker Irribarria.
-Tenía claro qué partido tenía que hacer para ganar, pero lo difícil suele ser ejecutarlo. Me salió casi todo bien, pero tuve que defender mucho. Trabajando a destajo y luchando cada pelotazo pude defenderme de sus zarpazos, el partido se endureció un poco y luego con el saque le llevé a mi terreno, le busqué un poco las cosquillas, busqué muy bien los ángulos y el partido cambió completamente.
Ganó, pero también pudo perder.
-Eso está claro. En el mano a mano con el saque se hace mucho daño y no puedes rendirte en ningún momento. Antes de jugar ya sabía que era muy probable que él empezara mandando porque, cuando estás fresco, le das más a la pelota. Sabía que él podía comenzar muy fuerte y así fue. Sin embargo, yo sujeté mucho y el partido se fue endureciendo. Creo que las dos claves estuvieron en que sujeté bastante bien con las dos manos los zarpazos de Irribarria y luego con el saque acerté a buscar los ángulos. Él también cometió algunos errores, pero también echó dos o tres pelotas arriba en momentos importantes. Ahí la suerte estuvo conmigo y en un partido de este tipo también es importante que te sonría la fortuna.
¿Es diferente el Oinatz que ganó en 2008 y el que salió campeón el pasado domingo?
-No creo que haya cambiado demasiado. He cogido un poco más de consistencia, pero el deporte va de aprovechar las dinámicas positivas porque hay momentos buenos y malos. Estoy entrenando duro, como siempre, pero la diferencia ahora es que estoy atravesando por un buen momento de juego y eso es lo que da victorias. Además, estoy disfrutando mucho en la cancha.
Debutó como profesional con 18 años y acumula ya casi 15 como profesional. A punto de cumplir 33, ¿se encuentra en su mejor momento?
-Sin duda y este año lo he confirmado. Llegar a las tres finales y ganar dos de ellas es una gran señal.
Ahora le va a tocar defender los dos títulos individuales...
-Lo intentaré, pero no me va a acarrear ninguna presión porque sé que cualquiera me puede ganar.
La prueba, que las cinco últimas ediciones del Manomanista han tenido cinco campeones distintos.
-Eso es. Se está viendo que hay grandes pelotaris y al final lo que marca la diferencia es el momento de juego. No hay uno que esté pisando demasiado a los demás y creo que es bueno para la pelota que se den estas variaciones.
Además, en su caso, se ha calado la txapela con todas las de la ley, ganando a tres campeones.
-Está claro. Aimar sigue siendo un pelotari increíble, mientras que Urrutikoetxea e Irribarria son las referencias de la pelota hoy en día, sobre todo mano a mano, y estoy muy satisfecho de haber ganado a estos tres titanes.
Hablando de titanes, la txapela se la entregó el domingo otro de ellos, Juan Martínez de Irujo. ¿Fue un momento especial para usted?
-Sin duda. Ya éramos amigos de chavales, incluso antes de debutar. Ha sido un gran pelotari, uno de los mejores de la historia y un rival durísimo, pero ahora ha tenido que decir basta, aunque supongo que intentará disfrutar de la vida, que no es poco.
Con cuatro txapelas en su palmarés, ha adelantado a su tío Juan Mari, que ganó dos del mano a mano y una del Parejas.
-Es un orgullo, sobre todo por haber podido ganar dos del Manomanista. Juan Mari fue un gran pelotari y un gran campeón, al igual que mi tío Miguel, que ganó dos txapelas del Parejas, que no es poco.
El pasado verano apenas tuvo partidos, ¿se presenta éste diferente?
-Espero que sí. Estamos muchos pelotaris buenos en la empresa e intentaremos repartirnos el verano como podamos, pero mi intención es jugar muchos partidos, hacerlo bien y no sufrir ninguna lesión.
¿Hasta cuándo tiene contrato con Asegarce?
-Hasta 2018. Se me acababa en 2017, pero había una cláusula por la que, si llegaba a la final del Cuatro y Medio, se me alargaba un año.
¿Le gustaría ampliarlo?
-Está todo medio negociado y creo que firmaremos pronto.
¿Hasta cuándo se ve jugando?
-Me gustaría llegar hasta los 38 años. Debuté con 18 y poder hacer 20 como profesional sería algo grande.
Para terminar, ¿a quién dedica la txapela?
-A mi chica, a mi hija, a mis padres, a mi hermano, a mi primo Asier, a Bixente Artola (masajista), a Etor (Mendia, preparador físico) y a todos los amigos que vienen al frontón a apoyarme.