Vitoria - Alberto Zerain coronó ayer, sobre las 10.30 horas, el décimo ochomil de su carrera himalayista. El montañero gasteiztarra, acompañado por el vizcaíno Jonatan García, empleó diez horas de ascensión desde el Campo 4 (7.100 metros) del Annapurna (8.091) para superar 1.000 metros de desnivel y poner el pie en la cima de una de las montañas más peligrosas del club de los catorce, junto al Nanga Parbat y el K2. Anatoli Boukreev, uno de los héroes de la catástrofe comercial del Everest de 1996, e Iñaki Ochoa de Olza, entre otros, son algunos de los alpinistas de talla mundial que se dejaron la vida en el intento.

“Acabamos de llegar a la cumbre. Es una cima difícil, muy aérea y en la que es fácil resbalarse. Además, ahora se ha metido viento y hace bastante frío”, manifestó el alavés nada más pisar el punto más alto del Annapurna, al que la expedición vasca, encuadrada dentro del proyecto 2x14x8.000 -que capitanea Juanito Oiarzabal- y bajo el patrocinio de Saunier Duval, llegó junto a la pareja italiana formada por Nives Meroi y Romano Bennet.

Los componentes de la cordada no se demoraron demasiado a 8.091 metros ante la previsión de un descenso largo y duro y la posibilidad de que las condiciones climatológicas cambiaran. De este modo, bajaron después de poco tiempo saboreando la gesta en una jornada de mucho trabajo. “La dificultad ha estado en abrir huella, ha sido muy largo y de mucho desgaste, porque, además, ya llevamos muchos días entregándolo todo”, concretó Zerain, quien manifestó “hemos luchado desde hace varios días y desde que hemos empezado la expedición. La bajada es peliaguda”.

Así las cosas, el Annapurna impuso su ley desde los momentos iniciales de la expedición de Zerain y García, puesto que la ruta alemana, la elegida para el ascenso, estaba intransitable debido a una grita en los neveros. Este hecho provocó un cambio de perspectiva y el bloque vasco tomó la decisión de subir por la ruta francesa, mucho más peligrosa. Con La Hoz -una barrera de seracs- como principal escollo, el camino es un laberinto de bloques en desprendimiento y avalanchas. “Hay que pasar con mil ojos”, destacó Zerain durante las primera fechas de aventura.

Asimismo, el clima tampoco ha sido aliado de los montañeros vascos, puesto que las constantes nevadas provocaron que el trabajo de abrir huella en altura se repitiera. De hecho, en el inicio de mayo, seis días de nieve confinaron en el Campo Base al dueto, que compartió ideales con el matrimonio italiano desde casi los primeros instantes de la búsqueda de la gesta.

El pasado domingo comenzó el ataque definitivo a cumbre, con el que fueron avanzando poco a poco por un terreno muy técnico. El miércoles, el bloque llegó al Campo 3 y quedaron fuera de La Hoz y el camino a cima quedó más cerca.

Primer matrimonio en terminar Nives Meroi y Romano Bennet, por su parte, consiguieron el hito de ser el primer matrimonio que corona los catorce ochomiles sin oxígeno artificial y la de Bonatte Sotto se proclama la segunda mujer en pisar todos los techos sin bombonas suplementarias tras Gerlinde Kaltenbrunner. Por su parte, Jonatan García inauguró su lista de mitos del himalayismo.