jerez - Cuando se esfuma la ilusión, el ser humano se comporta por inercia: respira, se levanta de la cama, acude al aseo, come, etcétera, porque son las exigencias mínimas para seguir con vida. Cuando la ilusión se apaga, un piloto se convierte en autómata, en jornalero. Dani Pedrosa, diecisiete años a lomos del Mundial de Motociclismo, doce de ellos en la máxima categoría, acusaba el desgaste de la alta competición y en consecuencia se fue desangrando su ilusión; Dani compensaba la falta con raudales de talento como el que atesora. Sus excelentes aptitudes le han mantenido en la élite. Un superviviente del manillar. Pero -y he aquí donde reside el mérito- consciente de su situación, inconformista, exigente con uno mismo, Pedrosa llevaba cuatro años telefoneando a Sete Gibernau. La sola llamada ya era toda una declaración de intenciones, un síntoma de su debilidad, de su afán por recuperar virtudes pasadas. Perseguía Dani dosis de ilusión que engordasen sus raquíticas reservas. No ya para sostenerte en la categoría reina, para ser un rellenaparrillas, sino para elevar su listón de competitividad acorde a la moto que pilota. Aunque primero tenía que convencer al que fuera uno de los mayores rivales de Valentino Rossi en pista. Ansiaba Pedrosa mamar de la fuente de la sabiduría de Sete. Y en la conversación Dani reclamó ilusión y Sete se la prometió. “Ilusión es lo que aporta mi presencia”, admite Gibernau. Cubierto el vacío, reverdecido Pedrosa, con sus espléndidas dotes, nace el rendimiento.
El Gran Premio de España restauró la mejor versión de un Dani que se encontraba polvoriento, desangelado. El de Castellar del Vallés fue el Sputnik que los soviéticos pusieron en órbita tratando de ganar la carrera espacial; Pedrosa quería vencer la carrera contra su rebajada autoestima. Se disfrazó de Julian Assange para esconderse de los ojos del mundo. Hizo de David Copperfield para ser visto y no visto. Un escapista. Pedrosa puso pies en polvorosa con el guiño del semáforo. En dos vueltas al coloso jerezano se desligó del grupo principal. Fabricó dos hermosos segundos de inquebrantable ventaja. Se aisló insonoro, disimulado como es, espoleado por la ilusión de vestirse el traje de favorito de MotoGP.
Marc Márquez se desgañitaba tratando de mantenerse en la estela de Dani. Si bien, tuvo que zafarse de Johann Zarco, la gran revelación de la temporada y la vergüenza ayer del equipo oficial Yamaha, que se vio superado por máquinas satélites como la del galo. El agitador francés, tan visceral como valiente, llegó a colocarse segundo, pero Márquez no se achicó y asomó la cabeza de nuevo en la segunda posición con una pronta respuesta. “Desde el principio he notado que el neumático delantero era muy blando y la situación se volvió muy crítica”, expresó Marc, que trató de no dar mayor margen al fugado Pedrosa pero sin exponerse al riesgo de su segunda caída del curso.
En progresión rodaba Jorge Lorenzo, que partía octavo pero ganaba ritmo con el discurrir de las vueltas. De hecho, se alojó en la retaguardia de Zarco y rebasó al francés sin cábalas. Anhelaba el mallorquín su primer podio en Ducati. Cajón que materializaría a la postre con su tercera posición. “La verdad es que para mí este podio con Ducati ha sido como una victoria. No esperaba estar aquí, aspiraba a ser sexto”, confesó. Después de tres discretas carreras desde su debut, la sensación es que Lorenzo ya está en disposición de rodar entre los más distinguidos.
los problemas de yamaha A la par que Lorenzo escalaba con su salvaje montura, las Yamaha oficiales descendían a las catacumbas; Maverick Viñales y Rossi perdían ritmo y posiciones. “Estoy preocupado por el rendimiento de las Honda”, anunciaba Il Dottore antes de la carrera. Ahora sabrá que el motivo de la inquietud estaba en casa. Viñales sería sexto y Rossi, décimo. Aunque el italiano conservó el liderato del Mundial de MotoGP. “Lo de hoy tiene una explicación, pero en un mail me dijeron que no la podía desvelar”, anunció Viñales a los cuatro vientos en el posible anticipo de un cisma interno. “Recibiría un mail si hablo mal de los neumáticos. Obviamente todos quieren que hablen bien de su marca”, añadió el de Roses, que prosiguió sin morderse la lengua tras acabar impotente a más de 24 segundos del ganador: “Zarco -cuarto a la postre- ha acabado como mejor Yamaha porque llevaba el neumático delantero medio y nosotros (Viñales y Rossi) el duro, el que nos habían aconsejado”.
La soledad de Pedrosa se hizo pesadumbrez. Sin referencia ajena, la atención tiende a disiparse. Pedrosa tenía que pellizcarse para conservar la tensión. “Ha sido una carrera muy dura”, dijo. Aspiraba a más. Quería desabrochar su ambición. Pero la jornada no era apta para filigranas. “Me costó mantener la calma porque, aunque quería ir rápido, la situación de la pista no lo permitía. No me sentía cómodo con el neumático delantero, y he tenido que mantener la concentración para no cometer errores”, ahondó. El nerviosismo se lo inyectaba Márquez, que no terminaba de ceder. Incluso protagonizó dos amagos de cacería. Como dejando margen para ver el comportamiento de los neumáticos, Márquez se contuvo hasta que su pizarra señalaba el descuento de las últimas diez vueltas. Bien podía sonar entonces, como en Apocalypse Now, la Cabalgata de las valquirias de Wagner. Se avecinaba guerra abierta en el seno de Honda. Pero reinó el conservadurismo. Márquez solamente logró bajar la desventaja de un segundo por primera vez en la carrera. Pedrosa no flaqueó, no se amedrentó. Aguantó el pulso. Márquez se rindió. Aguardó a un segundo intento, esta vez cuando restaban cuatro vueltas para atisbar la bandera ajedrezada. Pero igual resultado. Humo y fuegos de artificio
Fue acción-reacción. Márquez rechinó sus molares. Pero a mayor esmero, peor eficacia. La finura de Pedrosa, su delicadeza, hicieron inútiles los esfuerzos de Márquez, que en cuanto perdía la trazada óptima buscando apurar centímetros de pista, cedía beneficios. Pedrosa estaba parapetado por un segundo de diferencia que solidificó con cemento armado. La fortificación resistió. Dani gestionó el segundo de margen como quien se defiende con el argumento de la desesperación, que en el caso de Pedrosa era ilusión. Ganas por demostrar al mundo qué piloto vive bajo una enjuta fachada que transmite sosez, apatía y fragilidad, y cuyos resultados se alejan de las pretensiones de Honda.
“Lo intenté hasta el final, pero cuando quedaban tres vueltas tuve un susto y entendí que la segunda posición era muy buena”, expresó Márquez, que encontró los límites porque se los delimitó el vencedor Pedrosa, quien ejerció de guía para el de Cervera cual pastor orienta a su rebaño con palo y zanahoria. “El Mundial está más igualado y bonito”, dijo Dani sobre el resultado de su obra de arte: cuatro pilotos en una diferencia de 10 puntos y el productivo Rossi aún al frente. La ilusión, Gibernau mediante, ha vuelto a Pedrosa, que ayer se convirtió en el único junto a Giacomo Agostini que a lo largo de doce años ha ganado ininterrumpidamente una carrera en la categoría reina. Casi nada... para un piloto desenchufado de la ilusión.
Gran Premio de España
1. Dani Pedrosa (Honda) 45:26,827
2. Marc Márquez (Honda) a 6,136
3. Jorge Lorenzo (Ducati) a 14,767
4. Johann Zarco (Yamaha) a 17,601
5. Andrea Dovizioso (Ducati)a 22,913
Campeonato del Mundo
1. Valentino Rossi (ITA) 62 puntos
2. Maverick Viñales (ESP) 60
3. Marc Márquez (ESP) 58
4. Dani Pedrosa (ESP) 52
5. Andrea Dovizioso (ITA) 41
Gran Premio de España
1. Alex Márquez (Kalex) 43:24,350
2. Francesco Bagnaia (Kalex) a 3,442
3. Miguel Oliveira (KTM) a 4,958
Campeonato del Mundo
1. Franco Morbidelli (ITA) 75 puntos
2. Thomas Luthi (SUI) 64
3. Miguel Oliveira (POR) 59
Gran Premio de España
1. Arón Canet (Honda) 41:25,706
2. Romano Fenati (Honda) a 0,031
3. Joan Mir (Honda) a 0,155
Campeonato del Mundo
1. Joan Mir (ESP) 74 puntos
2. Romano Fenati (ITA) 65
3. Jorge Martín (ESP) 59