Sochi (rusia) - Valtteri Bottas se ha ganado el respeto de la Fórmula 1. Aterrizaba en Mercedes como actor secundario y es protagonista. Después de los roces de Lewis Hamilton con Nico Rosberg, de los magmas internos, la escudería alemana, una vez jubilado Rosberg, apostó por un piloto de perfil bajo como sustituto. Alguien para quien el mero hecho de formar parte del equipo campeón fuera suficiente para hacerle sentirse satisfecho. Pero Bottas ha podido comprobar con sus manos que una vez que se agarra un volante Mercedes uno está capacitado para todo. Ahora, el hecho de ser mero figurante no es saciante para el finlandés, que, abiertos ante sí nuevos horizontes, anhela gloria para sí mismo. Y esto, a largo plazo, puede ser motivo para el alzamiento de un nuevo cisma interno en Mercedes, porque Bottas, ganador, ayer frenó el éxito de Ferrari, pero también perjudicó a las aspiraciones de campeón de su compañero de filas, Hamilton, punta de lanza del proyecto deportivo de Mercedes. O sea, Hamilton comparte hábitat con un rival. Ha nacido el factor Bottas.
Se antojaba bonito el Gran Premio de Rusia para Ferrari, que no copaba la parrilla de salida con sus dos monoplazas desde 2008. Partía Sebastian Vettel desde la pole secundado por Kimi Raikkonen. Ambos fallaron al destensar el embrague en la salida y se vieron rebasados en los primeros metros por un fulgurante Bottas, que arrancaba desde la tercera pintura. La maniobra resultaría decisiva. Pero quedaban 52 vueltas -una menos de las previstas para la prueba rusa por el abandono de Alonso- cargadas de incertidumbre porque Vettel llegaría a rodar por debajo del segundo de diferencia a partir del abrazo 49 al circuito de Sochi. Gracias a ello la carrera fue entretenida, emocionante hasta ondear la bandera ajedrezada. Apenas decidió el impulso de un suspiro.
Pero antes, lo más temprano posible, Fernando Alonso se dio de baja. En la vuelta para la formación de la parrilla de salida el bólido McLaren se detuvo sintomático y sin remedio. La unidad de potencia le dejó tirado. El asturiano certificó su cuarto abandono en cuatro carreras, sellando así los peores números desde que se aliara con la catástrofe McLaren-Honda, el coche más impropio de la parrilla. “Ojalá podamos resolver los problemas lo antes posible”, se limitaba a declarar Alonso, que vende esperanza como quien comercia con humo. En su rostro, sincero y descriptivo como no lo es su verso, se lee un hartazgo tal que se intuye como pasotismo. El enfado ha mutado en sonrisa vestida por la ironía. Al escuchar sus declaraciones uno no sabe si asiste a un festival del humor o al discurso de un piloto pasado de rosca, plenamente derrotado anímicamente, una persona que acepta y asume el caos, porque a estas alturas en nada interfiere en los resultados el ser humano. El talento ha perdido cualquier valor.
Bottas se instaló líder en los primeros metros, justo cuando un accidente entre Grosjean y Palmer puso el primer y único coche de seguridad en pista. Seguido de Bottas rodaban, en este orden, Vettel, Raikkonen, Hamilton y Verstappen, proyectado desde la séptima plaza este último. Tras relanzarse la carrera en el tercer giro, Bottas enlazó seis vueltas con un ritmo medio segundo inferior al resto, por lo que pronto se cobró más de tres segundos de ventaja. En ese intervalo en el que Bottas exprimía su bólido, Hamilton reportaba repentinos descensos de potencia y sobrecalentamiento. Desde su propio box le contraatacaban: “Otros coches también están sufriendo, no solo nosotros”. Traducido: deja de quejarte y corre.
bottas falla y vettel se crece En Rusia la estrategia general fue de una parada. Bottas cambió de neumáticos en la vuelta 27; Vettel, pujante por la victoria, no emuló al líder y estiró la vida de sus calzos hasta el giro 34. El alemán se dejó medio segundo por la lentitud en el reemplazo de gomas que pudo ser crucial. Reingresó en pista con 4,6 segundos de desventaja respecto a Bottas. Aunque el finlandés dispararía la esperanza de Vettel cometiendo un error en la vuelta 39. Apuró demasiado una frenada y formó planos en sus calzos, además sus neumáticos contaban con más vueltas; la candidatura de Vettel cobraba fuerza. Por detrás, Raikkonen, Hamilton y Verstappen pilotaban aislados de mayores pretensiones.
Tras el fallo de Bottas, Vettel llegó a rebajar a 1,1 la distancia. El finlandés apretaba para no dejar margen para la utilización del DRS del Ferrari. “No me habléis más”, exigió Bottas por radio. Como los caballos, se puso gríngolas y tapones en los oídos. Eliminó distracciones. Estaba a metros de su primer triunfo en la F-1, donde debutó en 2013. Sin embargo, Vettel rebasó la frontera del segundo de desventaja, cuando se abre la ventana para el uso del DRS. Ocurrió en la vuelta 49. Pero Bottas rechinó sus dientes y dejó su ventaja en 0,9. Así se completaron las vueltas postreras. Con intriga pero sin variaciones en el desenlace. Así, Bottas metió en su zurrón el primer triunfo de su carrera. “La espera ha merecido la pena”, proclamó.
Vettel, aunque pudo lamentar su pobre salida y el dichoso medio segundo que perdió en el pit-lane, aspectos determinantes en el resultado final, se frota las manos, porque es consciente de que Bottas privará de puntos a Hamilton, cuarto ayer, y viceversa. Esto aumenta sus posibilidades de campeón, dado que actualmente no sucede lo mismo con Raikkonen -tercero-, un paso por debajo del pilotaje del germano, que abandona Rusia reforzando su liderato del Mundial.