FUNES - El saludo de Mikel Landa, que le regaló una sonrisa y una mano amiga a Geraint Thomas, cerró la esgrima entre los dos espadachines del Sky en la azotea de Funes, cumbre de la tercera jornada del Tour de los Alpes, la carrera de las montañas. La imagen enlazaba directamente con gestos similares entre combatientes en el memorándum del ciclismo. Como aquella paz que redactaron Ullrich y Armstrong con sus manos, un modo de firmar un armisticio y reconocer al prójimo. Un saludo respetuoso que cerraba un debate feroz. En Funes, la sensación fue otra, distinta. En el baile de máscaras del Sky, caretas fuera. Thomas enganchó el liderato atacando a Landa cuando el murgiarra discutía el triunfo de etapa con Domenico Pozzovivo, que perdió tracción en cuanto asomó el galés y Landa se cosió a su dorsal. El doblete del Sky encierra una sonrisa y algunas dudas por resolver en el futuro. Acudirá con la misma bicefalía al Giro el conjunto británico, que dio la impresión de cargar la pila de la convivencia de iones negativos.
landa, al ataque Camino de Funes, Landa exhibió su caballaje, cada vez mejor afinado su motor, calibrado para las altas esferas y las terrazas descarnadas y salvajes del Giro. Landa se anudó al impulso de Pozzovivo, dispuesto a enredar, después de enfriar el aliento de Hugh Carthy. Pozzovivo y Landa, controlador aéreo, tomaron vuelo respecto al grupo en el que se balanceaban Pinot, el líder, Thomas, Formolo y Scarponi, entre otros. Alcanzaron ambos una renta interesante, pero no suficiente porque entre los favoritos hubo agitación y Thomas se alistó a la ofensiva.
De ese oleaje surgió la espuma bulliciosa de Geraint Thomas, que plantó a Pinot, enraizado en la escasez de energía que le apagó el liderato. Landa y Pozzovivo vislumbraban el horizonte hasta que Thomas les tapió las vistas. Fundido a negro. Thomas no quiso mirar atrás y se colocó la capa. A volar. Landa, con el luto de la incomprensión, quién sabe si ojiplático tras las gafas azules por el movimiento de su compañero, corrió la cortina y se embarcó a la estela del galés, que con unos metros ganados en el desagüe, remató el doblete. Mikel Landa estrujó el manillar antes de sonreír. Un pequeño festejo; una palmada en la espalda y una mano amiga sobre Thomas. Tregua en el mano a mano del Sky. - C. Ortuzar