El partido del pasado domingo ya es historia, pero la historia conviene recordarla en las buenas y en las malas. Domingo, 2 de abril. Las 16.15 no es una buena hora para jugar al fútbol. En ese horario, lo mejor a lo que se puede jugar es al mus. Y si me pones a elegir, me quedo con una siesta. Ya nos pasó en octubre la misma cantinela, el mismo horario contra los merengues y nos quedamos con cara de bobos. Y si a la repetición del rival y del horario se le suma el mismo árbitro de la primera vuelta, blanco y en botella: espuma de afeitar. En el encuentro de Mendizorrotza, el colegiado de marras aplicó su vista telescópica de superhéroe para castigar con penalti un rebote en la barrera de los que se pitan cuando el árbitro dispone de la vista telescópica de superhéroe y encima eres un club modesto. Penaltito, golito y terreno allanado para la victoria merengue. El domingo, en el Bernabéu, el mismo trencilla no cedió a su asistente la vista telescópica de superhéroe para sancionar como fuera de juego el inicio de la jugada del primer tanto. Maldita vista telescópica de superhéroe, que se activa en función del color de la camiseta. Tampoco los superpoderes del supercolegiado se superdemostraron en el minuto 6, cuando el supercodo de superpepe impactó de forma superalevosa en la supercabeza de superdeyverson. Ni cuando Carvajal forzó por todos los medios la amarilla para cumplir ciclo? Malditos superpoderes? Hablaba el otro día Piqué -un bocachanclas en toda regla con verdades como puños en ocasiones- sobre los valores del Real Madrid. Mejor dicho, sobre la escasez de valores. Mejor dicho, sobre su ausencia. Históricamente, los valores del Real Madrid han estado sustentados en dos pilares complementarios (y ninguno de ellos es Pilar Rubio): la money-money y los árbitros. Tanto monta, monta y suma y volvemos a empezar. La chequera ha posibilitado que el Real Madrid haya podido ser lo que ha sido y es por los siglos de los siglos: una impresionante colección de figuras mundiales en el arte de parar, defender, controlar, atacar y marcar. En muchas ocasiones ese catálogo pret a porter de jugones ha conseguido ser ensamblado con éxito por los misters de turno, dando como resultado victorias, títulos, gloria, orgullo patrio, pan y circo? Todo ello muy lícito, por cierto. El dinero no lo es todo, pero ayuda. Cuando el loctite del mecano futbolístico fallaba, en ocasiones los superpoderes de superhéroes de los colegiados obraban el milagro. Alabados sean los trencilas. El Madrid en blanco y negro se aprovechó de estos dones espirituales y el Madrid en color continúa haciéndolo. No hace falta que recuerde recientes Champions? La vida, como el fútbol, es así, pero también para el Barça. Ambos clubes han seguido -tanto en tela marinera como en superpoderes de superhéroes- caminos paralelos más exitosos para los blancos en la época del patas cortas y más venturosos para los culés en tiempos recientes. Los palcos de ambos coliseos acostumbran a congregar a la lista Forbes de cada capital, tanto en el capítulo económico como en el de poder de los allí reunidos. Palcos inmensos que reúnen a políticos, banqueros, empresarios, púnica, malayas? Miles, cientos de miles, millones de corbatas y tacones de alto copete revolotean en unos palcos tan grandes como el Titanic?

Son la pura recreación de los circos romanos, con los gladiadores en la arena, la masa en el graderío y, presidiendo el espectáculo, los que parten el bacalao y manejan nuestros hilos. Nada ha cambiado en 2.000 años de historia? El Barça sí ha sabido -principalmente en los últimos años- inculcar el valor de la pertenencia, de la cantera, del orgullo por sentir unos colores como propios. Gran valor, como el chocolate. Pero que ni unos ni otros tengan la jeta del “y tú más”. Ambos han jugado en la historia de este deporte con la ventaja del vil metal y de los superpoderes de superhéroes. Quizás con la ayuda del VAR el Alavés no habría perdido en el Bernabéu. Pero, ya saben, si mi abuela tuviera ruedas, camión. Mientras la tecnología no se aplique de forma efectiva, los superpoderes de superhéroes se activarán en función de la supercamiseta del superequipo. Al Glorioso, como supermodesto que es, le tocará superlamentarse. Superinjusticia.

ÚLTIMO EPISODIO ANTES DE LA GUERRA El Zalgiris es la última parada de este largo periplo inicial en la Euroliga. Toca terminar con buen pie, coger carrerilla para afrontar la próxima parada -presumiblemente griega- con todas las fuerzas del mundo. Debe ser el colofón para una competición con nota.