vitoria - Una mínima noción básica de primeros auxilios puede salvar una vida. Unas pocas horas de formación específica, unos cursos prácticos y un poco de interés pueden suponer la diferencia entre vivir o morir. Así de sencillo. En el trabajo, en la calle o en el deporte. Que se lo pregunten sino al joven portero del Aurrera de Preferente, Aritz Gil, que el pasado sábado en Olaranbe vivió unos angustiosos momentos al chocar con un rival de manera fortuita y atragantarse con su propia lengua. De no ser por la inmediata actuación del fisio del equipo rojillo, Javi Echeverria, y la ayuda de un médico presente en el campo, el desenlace podría haber sido dramático. Sin embargo esta vez, como en otros tantos episodios vividos en el fútbol modesto alavés en los últimos años, la fortuna y, sobre todo, la pericia de quienes sí supieron afrontar este tipo de situaciones de alta tensión impidieron que el punto y final resultara trágico. Por eso ayer, una vez conocida la noticia que DIARIO DE NOTICIAS DE ALAVA publicó sobre el susto del portero del Aurrera, el fútbol más modesto de la provincia no pudo sino reflexionar al respecto para ponerse manos a la obra y prepararse para un incidente de este tipo o similar como una parada cardiorespiratoria o un desfallecimiento súbito. “Cuando te toca tan cerca y lo ves ahí mismo te quedas medio groggy porque no te imaginas que puede ocurrir, pero sí, puede ocurrir y debemos estar preparados”, valoraba el pasado sábado un miembro del cuerpo técnico del San Prudencio, visiblemente aturdido por lo que pudo haber ocurrido.

más precedentes Lamentablemente, el caso del portero del Aurrera ni ha sido el primero ni desde luego será el último. La pérdida de conocimiento como consecuencia de choques, golpes o caídas está en el origen de incidentes como el de Aritz o el que le costó la vida hace ya años al jugador de baloncesto Ernesto de la Torre, quien se tragó la lengua y falleció de paro cardiaco. “Al perder el jugador el conocimiento, la lengua, que es un músculo más, se queda sin fuerza y se va hacia atrás, con lo que obstruye la vía aérea e impide la respiración”, suele explicar ante este tipo de incidente el doctor Lorenzo González Camacho, en su día médico del Numancia y de la selección de fútbol sala, que también en su día tuvo que atender de urgencia al espanyolista Oscar García en un incidente similar, aunque con final feliz, en Barcelona. “El jugador no se traga la lengua por el golpe en sí, sino por su situación de inconsciencia”, indicó. Si por cualquier causa es imposible abrir la vía aérea, “el paro respiratorio se convierte en paro cardiaco”. El colchonero Alberto Aguilera, el colombiano Néider Morantes o el inglés David Rocastle son otros tres ejemplos reales de futbolistas que se vieron inmersos en episodios parecidos y que pudieron contarlo debido a la rapidez de los servicios médicos de sus respectivos clubes. “Aguilera sufrió ?un fuerte balonazo, lo que hizo que perdiera la consciencia. En ese momento se le cayó la lengua hac?ia la parte de atr?ás de la boca e imposibilitó que entrara aire, por lo que se produjo una parada respiratoria. Hubo riesgo vital”, declar?aba en el mes de enero de la temporada 2002/2003 el hoy doctor de los servicios mé?dicos del Atlé?tico, José Mar?ía Villalón. La obligatoriedad de que en los campos deportivos haya un médico quedó reconocida judicialmente en España en 1996 precisamente a raíz de otro caso similar, el del portero del Granollers Oscar Rodón, que se tragó la lengua después de un choque fortuito y estuvo varios segundos inconsciente hasta que un médico que pasaba casualmente por el campo le atendió.

Siendo esta la normativa, la realidad vigente, sobre todo en el fútbol no profesional, es bien distinta, dado que la precariedad en la que muchas veces se tienen que mover los clubes impide no ya contar con los servicios de un médico los días de partido -en los entrenamientos es ya del todo imposible- sino de hacerlo incluso con un fisio como el que el sábado en Olaranbe permitió reanimar al jugador del Aurrera. “Esta es la otra cara del fútbol, la de las dificultades; en el 90% de los casos, un equipo no se puede permitir un fisio”, reconoce Raúl del Poco, del Aurrera.

nociones básicas ¿Entonces, qué otras opciones se pueden contemplar para que entrenadores, jugadores e incluso árbitros se puedan enfrentar ante este tipo de incidentes sin fiarlo todo a la suerte? Al margen de la iniciativa de los propios clubes, la Federación Alavesa de Fútbol recuerda que en el Curso de Entrenadores (Nivel 3) existe una asignatura que es Medicina y en la cual se exponen casos como los descritos con anterioridad, con lo cual es de suponer que todos los entrenadores con dicho nivel en Álava -suficiente para dirigir un equipo de categoría Preferente, por ejemplo- tienen interiorizada la teoría, que ya sería un paso. Porque para la práctica, que también se puede, y debe, entrenar, el paso ya es más grande. Javi Echeverria salvó la vida de su portero debido a su experiencia, sus conocimientos y, sobre todo, su templanza en un momento tan crítico. Elementos determinantes que ahora debería legar al resto de colegas, técnicos y jugadores de Olaranbe.