Duración: 45:46 minutos de juego; 12:18 de juego real.
Saques: 2 de Ibargarai y 4 de Ibai Pérez.
Faltas de saque: 1 de Ibargarai y 1 de Ibai Pérez.
Pelotazos: 268 pelotazos en juego.
Tantos en juego: 7 de Ibargarai y 9 de Ibai Pérez.
Errores: 16 de Ibargarai y 7 de Ibai Pérez.
Jokos: 3-10, 8-10 y 6-10.
Incidencias: Partido correspondiente a la final del campeonato del mundo Individual de pala profesional, organizado por el Consejo Mundial, disputado en el frontón Bizkaia de Bilbao. 1.000 espectadores. Pablo Fusto quedó como tercer clasificado al suspender Esteban Gaubeka su semifinal, lesionado de su hombro derecho.
Bilbao - Lo cuenta Xabier Ibargarai a la perfección. Ibai Pérez es un pelotari incómodo, un rival torcido, un palista de perfil zurdo y muñeca de privilegios. La lámpara de los deseos se destaca donde acaban sus manos y comienzan sus brazos. Son sus articulaciones arietes a la hora de golpear la pelota porque en el juego y en su claqueo reside la llave a las mil y una noches. Sus arabescos, sus tardes de verano, otoño, primavera e invierno, se leen en las muescas que se esconden bajo sus muñequeras. Desde ahí reina un mundo que se antoja interminable. Las muñecas de Ibai Pérez se chapan de oro al fuego de las horas de cancha, se encuentran zurcidas al balance de Ibai en el frontón de Las Llanas, en el que creció atado a un cuero. Se le vio tocado por la varita del Dios Pelota. Por eso, por una habilidad que oscila entre lo osado y lo bien aprendido, el de Sestao explota su técnica. Un prodigio.
Xabier Ibargarai lo explica una vez sufrido el vendaval y mientras Ibai Pérez disfruta con una sonrisa la txapela del campeonato del mundo Individual de pala profesional, la primera en su cuenta. El vizcaino sucede en el palmarés al seis veces campeón -cinco seguidas en el último tramo- Pablo Fusto, al que tumbó en las semifinales. No triunfó en la fase que precede a la tormenta por casualidad. El deporte no cree en las casualidades.
Desde un inicio, Ibargarai lo sufrió en sus carnes, incómodo hasta el tuétano. Él mismo reconoce que el saque de Ibai es un arma que intimida. El zaguero de Sestao es capaz de disparar de todos los modos posibles según sus necesidades: si el rival se adelanta, busca el pelotazo abierto; si el rival se queda atrás, atrapa en la pared el cuero. Esa circunstancia puso al erratzuarra en medio de la nada, para evitar que su adversario le encajara demasiados saques. Eso lo consiguió. Lo que no logró fue atacar a un Ibai inexpugnable.
El primer set se escapó rápido, con el vizcaino mejor asentado en la cancha, disfrutando del peloteo y lanzando algún dos paredes para el desatasco. El 3-10 fue claro y derrumbó la primera muralla de Ibargarai, más experimentado que Pérez, debutante.
En el segundo joko estuvo el meollo de la cuestión. La gran culpa del triunfo del zaguero de Sestao estuvo en una reacción importante, cuando todo estaba perdido, cuando Xabier recomponía las esquirlas de su juego, siendo fiel a su estilo, rompiendo con el golpe. Entró en su red en el inicio y quedó atrapado. Se escapó el navarro 4-1, 5-2, 7-4 y 8-5 -tanto legendario por peloteo y brega que terminó Xabier al rebote-. Una falta de saque cambió la tendencia. Ibai, cansado, tiró de muñeca en el saque: buscó el dos paredes, sacó de sitio al erratzuarra y se le empezaron a envenenar los cueros. El 8-9 fue un saque con carambola a centímetro de chapa. Ibai selló el segundo (8-10) y el tercero se definió con el vizcaino buscando el bote y el cansancio (6-10). Ibargarai no pudo más.