Bilbao - Cuenta con la chispa en la garganta Ion Izagirre, a un dedo de su estreno de curso, que siente algo “especial” en la campaña que se abre ante sí y le saca de su zona de confort, de Euskal Herria. En el sillín del ciclismo de casa, ha crecido Izagirre, que hizo pie en Orbea, Euskaltel-Euskadi y Movistar, equipos todos ellos concentrados en apenas un retal de terreno. El nuevo año descubrirá otro Ion Izagirre, más lejano en lo geográfico y con mayor calado en lo deportivo. “Es la primera vez que salgo de casa para correr en un equipo extranjero, de algún modo todo es nuevo y un reto para mí. Es un poco como romper el cascarón. Además también tendré otro rol”, desliza el guipuzcoano, uno de los líderes del Baharain-Merida. Con los colores de esa casaca se presenta mañana en Murcia, el amanecer de la temporada para él. “Tengo ganas de empezar, de competir”, dice Ion, satisfecho por una pretemporada “en la que no he tenido ni un problema y he podiod entrenar bien. No me puedo quejar”.
Con el impulso de lo novedoso como escudo de armas, asume Izagirre, fichado a golpe de talonario por el Bahrain -algo inusual en el ciclismo-, que su propósito es emular la hoja de servicios de 2016, donde pudo gritar una fantástica vicotria en el Tour de Francia bajo el aguacero de Morzine y en la que enganchó grandes resultados en las vueltas de una semana, la clase de escenarios en las que mejor se maneja el corredor por sus características. “Eso es lo que se espera de mí en el equipo, que brille en la vueltas de una semana, que son mi especialidad, y buscar buenas actuaciones en el Tour, pero para eso todavía queda”. Al julio francés “aunque aún lejos”, acudirá Izagirre estrenándose como jefe de filas de la estructura árabe porque Nibali será el faro para el Giro. “En el Tour intentaremos hacer una buena general, pero sin presión. Una cosa es ganar una etapa y otra bien distinta es hacer una buena general. Hay que tener los pies en la tierra, no nos podemos volver locos”, advierte el guipuzcoano, consciente de que “un mal día” descabalga a cualquiera de los puestos nobles de una carrera despiadada, que no hace prisioneros. “No me obsesiono con lo del Tour”, establece Izagirre.
El trecho hasta el Tour es largo y sinuoso e Izagirre enfocará el brillo de su estrella sobre la París-Niza, la Vuelta al País Vasco y el Tour de Romandía durante el primer bloque de la campaña. “Quiero hacerlo bien en esas carreras”. “La idea es seguir haciendo lo que he estado haciendo hasta ahora. En el equipo creen que puedo mejorar y he cambiado de equipo para mejorar y seguir creciendo”, argumenta Izagirre, que en Bahrein-Merida lucirá pechera de general. “Ser líder será otro reto y tengo ganas de ver si valgo para ello. Creo que estoy preparado pero habrá que demostrarlo en la carretera y ya sabemos que la carretera pone a cada uno en su sitio”, desliza Izagirre, entusiasmado con la idea de “afrontar mayor responsabilidad” en un equipo, que a pesar de ser un neonato, apenas unos meses de vida “tiene un staff técnico con mucha experiencia, muy buenos corredores y saben cómo se hacen las cosas”. La formación, que gravita alrededor de Nibali, descrubirá a un Ion Izagirre que quiere romper el cascarón.