Los entrenadores, en general, siempre pensamos que vamos a ser capaces de conseguir con todos los jugadores de que disponemos, de convencerles y meterles en una dinámica de trabajo grupal. Pero hay jugadores que tienen una mentalidad que es muy difícil de cambiar por parte del entrenador. Y dentro de ese grupo de jugadores están los considerados anotadores compulsivos, una especie rara que cada vez es más difícil ver y que en la época de los 80 cada selección tenía uno. Quién no recuerda a Nikos Gallis, Petrovic, Sabonis, Bodiroga, Micky Berkowitz, Brabenec, Epi, Doron Jamchy, Marciulionis, etc? ¿Se puede considerar a Beaubois un anotador compulsivo? ¿Está Beaubois a la altura de killers con pasado baskonista como Rakocevic, Perasovic o Macijauskas? ¿Su irrupción en la liga ha tenido impacto en el juego, en el rendimiento y en la evolución del equipo? Partidos como contra el Zaragoza con 22 puntos en 24 minutos, los 31 contra Estudiantes en 28 minutos, los 21 contra el Bilbao en 27 minutos, o los 29 en 19 minutos contra el Unics pueden parecer que sí. Pero las estadísticas globales dicen lo contrario. En la ACB es solo el decimoquinto máximo anotador con una media de 12,8 puntos. Si nos vamos a porcentajes desde más allá de la línea de 6,75, su nombre no aparece entre los quince primeros. En porcentajes de dos puntos, es el catorceavo con un 63,89%. Es cierto que es un jugador polivalente, capaz de generarse sus propias canastas sin ayuda de nada ni de nadie; que ha hecho funciones de desatascador en más de un partido durante esta temporada; que le gusta jugarse los balones calientes y que siempre atrae la atención defensiva de sus pares y de los que no lo son. Pero para tener impacto en el juego de tu equipo se requieren más capacidades. En los anales de la historia del baloncesto mundial, ha habido muchos anotadores compulsivos. Walter Szczerbiak promedió 30,3 puntos en los 100 partidos que actuó con la camiseta merengue. Oscar Schmidt Becerra firmó un récord extraoficial de haber anotado más de 49.000 puntos en toda su carrera. El mítico Wilt Chamberlain consiguió cifras que nunca serán superadas, con promedios de 50 puntos y 26 rebotes, incluso anotando 100 puntos en un partido. Michael Jordan pasó de ser un anotador compulsivo a ser considerado el mejor jugador de todos los tiempos. Sus récords tales como 10 veces máximo anotador de la NBA, promedios de 30,1 puntos por partido en toda su carrera, 5 MVP’s y un largo etcétera. Pero lo sorprendente en él es que además de todo eso fue nombrado nueve veces en el mejor quinteto defensivo de la NBA, fue líder de robos de balón en tres temporadas y recibió el premio al mejor defensor de la liga una temporada. El impacto de estos jugadores allá donde estuvieron fue inmediato, entrando directamente a la lista de máximos anotadores. Vivieron la construcción de equipos no excesivamente brillantes hasta convertirlos en los máximos aspirantes al título. El francés Beaubois es un buen jugador, con una muñeca excelente y con el don de poder cambiar el rumbo de un partido en menos de un minuto. Pero eso no es suficiente para crear un equipo ganador. Hoy en día, Sito Alonso se las ve y se las desea para hacer las rotaciones y procurar que no desequilibren el juego en las dos zonas, la ofensiva y la defensiva. Con la recuperación de Bargnani, el poner al poste italiano con el escolta francés juntos en la cancha es sinónimo de desastre defensivo. Ninguno de los dos aporta unos mínimos de sostenibilidad. Por eso, los mensajes que manda Sito a ambos jugadores es que con lo que hacen no es suficiente.