Duración: 63 minutos.
Saques: 1 de Olaizola II por 3 de Bengoetxea VI.
Pelotazos: Se cruzaron 563 pelotazos a buena.
Tantos en juego: 12 de Olaizola II, 8 de Bengoetxea VI, 4 de Untoria y 1 de Larunbe .
Errores: 4 de Olaizola II, 3 de Bengoetxea VI, 3 de Untoria y 3 de Larunbe.
Marcador: 0-1, 1-1, 3-1, 3-2, 3-8, 11-8, 11-9, 14-10, 14-11, 15-12, 15-13, 16-13, 16-14, 17-14, 17-16 y 22-16.
Incidencias: Lleno en el Remontival de Lizarra en el partido correspondiente a la primera jornada del Parejas.
lizarra - Se corrió la cortina del Campeonato de Parejas y no tardó en mostrar el hueso que luce, ese esqueleto que exige hasta el tuétano, que llega hasta los confines de los pelotaris, que chocan contra la realidad de un ecosistema que demanda tanto colmillo como trinchera. Laboro y filo. Ese el territorio de Aimar Olaizola, un pelotari majestuoso en el remate, sideral en la defensa y clarividente en el conocimiento del juego. Aimar es la pelota, un delantero enciclopédico que difícilmente se extravía en un mapamundi tantas veces recorrido y conquistado. En el Remontival de Lizarra, apretado por el gentío, bullicioso y jaranero, el goizuetarra extendió otro tratado de arquitectura, apuntalada su jerarquía en los hombros de Untoria, sufridor y estajonavista, capaz de rehabilitarse cuando le convocó el Parejas y le enganchó a Aimar, el manista guía, que siempre viaja con una ganzúa en el bolsillo. Su oficio es el de descerrajar cajas fuertes. Con su destreza y la pericia de su zurda, reconstituido el hombro de los pinchazos que le sacudieron en el Cuatro y Medio, Olaizola II se elevó varios cuerpos por encima del coronado Bengoetxea VI, lejos de su laurel en la ‘jaula’.
Oinatz, guerrillero, se sumó al mantra del pico y la pala porque el remate se le extravió, desgastado de tanto uso en la final del Ogueta. Sin esgrima, Bengoetxea VI lo fió a la defensa y al enjuague con Mikel Larunbe, neonato en el Parejas. El galdakaztorra, que ha crecido varios palmos, soportó el castigó con buen gesto, pero huérfano del ataque de Oinatz, el partido se le fue apelmazando en las piernas y en los pulmones, atosigados por el ritmo y el claqué de Olaizola II y Untoria, más enteros, más sólidos y constantes en Lizarra, una mezcla inmejorable para debates acalorados y equilibrados, donde no existe el mandoble de los grandes pegadores, capacitados en desollar los partidos a tirones. Sin la presencia de noqueadores, gobernó Aimar, al que arropó con un nórdico de Untoria, reconvertido para la causa a tiempo.
arranque sin brillo En Lizarra, el inicio de Aimar y Untoria resultó atropellado, balbuceante. Acumularon errores y eso impulsó a Oinatz y Larunbe, que no dudó a la hora de pisar el escenario. El joven vizcaíno, de estreno en el Parejas, enfiló con aplomó el duelo. Mantuvo un perfil fotogénico en las primeras tomas con Untoria. Nivelada la pegada, Bengoetxea y Larunbe obtuvieron réditos con el saque, -el leitzarra enlazó tres tantos con la jugada- y el desajuste de Aimar y Untoria, a los que les faltaba temperatura y tino. Ocurrió que con el partido asentándose, tomando cuerpo, después de un amanecer de prisas. Frenesí y tropiezos. Untoria se encendió con un gran pelotazo que devolvía el anterior de Larunbe. El tanto, que colocaba el 4-8, fue un resorte para Aimar y Untoria, que se embalaron, arengado el juego con un material picante: sin excesiva salida de frontis y respondón en el suelo. Aimar se puso al mando de las operaciones con el gancho y cosieron un parcial demoledor: 12-1. Untoria había calentado el brazo y nada le unía al traqueteo del comienzo. Perfectamente encolados, voltearon el duelo: 14-9.
Asomó entonces Oinatz, que conectó un gancho estupendo y un sotamano muy efectivo para colarse de nuevo a la discusión y colgarse del marcador. Mandaban Aimar y Untoria, pero Oinatz y Larunbe llamaron a la resistencia. Nada de entregarse. Cada tanto, una batalla. Con las botas puestas. Enredadas ambas parejas, Bengoetxea VI amortiguó el dominio con un remate que les colocó a un tanto: 17-16. De regreso a la casilla de salida. Hasta que Aimar, que había buscado el ancho, alteró el paso y encontró oro en el txoko. Larunbe padecía los rigores del tonelaje del duelo, a cada paso más indigesto para el galdakoztarra. Olaizola II, que no pierde el hilo, se afiló aún más y cerró el telón con otro puñado de tantos para lograr el primer punto del Parejas con la ganzúa. No hay cerradura que se le resista.