RÍO - Oro en K2 en Pekín, plata en K1 en Londres; otra vez oro en K2 en Río y bronce en K1 de nuevo en Brasil. Con estos metales Saúl Craviotto entró ayer en la historia olímpica al convertirse en tetramedallista, entrar en la élite de los deportistas más laureados y situarse a tan solo un podio del también piragüista David Cal -ya retirado-, que lidera la clasificación española hasta el momento con cinco preseas. Y todo porque ayer Craviotto se subió al último escalón de la prueba de sprint individual de 200 metros, una de las citas más ajustadas que recuerdan los que tienen mejor memoria. Lo hizo junto al alemán Ronald Rauhe, a quien le foto finish le otorgó el mismo tiempo, pero no por ello el bronce le supo peor. De hecho, el palista catalán ni siquiera quiso hacer referencia a su acercamiento a Cal y, admitiendo que la medalla de ayer fue un premio inesperado para él en estos Juegos, reconoció que nunca se ha planteado superar a nadie. “No pienso en récords, pienso lo mío. Cada deporte es un mundo porque hay deportes en los que no se puede doblar. Y luego, alguien en natación, por ejemplo, puede hacer dos o tres pruebas. Eso del número de medallas o del color del metal yo no lo tendría en cuenta porque soy feliz con lo que hago así que solo me comparo conmigo mismo. Voy por mis objetivos y no pienso en eso”, reconoció con el bronce su último bronce cuello.
Y es que Craviotto demostró haber cogido perfectamente la medida a la Lagoa Rodrigo de Freitas, el escenario de todas las pruebas de piragüismo en aguas tranquilas, ya que, después de lograr el oro junto a su compañero Cristian Toro el pasado jueves, ayer fue tercero en K1 tras llegar a 465 milésimas de segundo del vencedor, el británico Heath. Por otro lado, el francés Maxime Beaumont, subcampeón mundial en 2015, se colgó la plata. Y, en el último escalón, el catalán junto a Rauhe.
Es decir, la final de esta modalidad estuvo tan reñida, fue tan emocionante para el espectador, que el propio palista catalán reconoció que, pese a que el K1 200 no era su prioridad en los Juegos de Brasil, tal vez hubiese conquistado el oro sino lo hubiese hecho tan mal en los primeros instantes de la prueba. Y es que Craviotto no se mostró tan incisivo como acostumbra sobre la piragua y, al pistoletazo de salida, perdió más posiciones de las que acostumbra. “Al paso de los 50 metros he tenido un desequilibrio, por eso he competido un poco mal al principio, no sé si de los nervios o de la tensión del momento, pero en los segundos cien metros me he visto tan atrás que he dicho: tengo que reaccionar ahora o nunca”, afirmó. Finalmente, el catalán reaccionó y por eso ahora muerde orgulloso su primer bronce olímpico. “He sacado la garra de dentro. No sé de dónde he sacado las fuerzas para intentar remontar al máximo y conseguir recuperar algunos metros”, agregó, emocionado.
bronce compartido Cuando Craviotto superó la meta brasileña, no supo que había sido bronce hasta que se lo confirmó el marcador: “Cuando llegué a la meta miré a la izquierda y vi que había cuatro o cinco barcos y pensé que había hecho lo peor. Pensaba que sería quinto o cuarto. Cuando he visto que era tercero lo he celebrado. Pero a los dos minutos he visto al alemán que ha empezado a chillar y pensé que me habían pasado a cuarto. Pero estar empatado con él es un orgullo también”, reconoció.