donostia - “Durante estos últimos años, he desayunado todos los días con una taza de los Juegos de Río. Era una forma de recordar siempre dónde estaba el objetivo. Pero, ahora que he ganado, no asimilo lo que he conseguido. Soy consciente de que he logrado la victoria en una competición importante, nada más. Luego me paro a pensar y, cuando le pongo nombre a esa prueba, me doy algo de cuenta de lo que he hecho. Es un oro olímpico”, aseguraba ayer Maialen Chourraut, recién aterrizada en Gipuzkoa tras su éxito en Brasil. “Impresionada” por todo lo que su triunfo ha provocado en el territorio, la piragüista lasarte-oriatarra vivió una tarde de festejos que tendrán continuidad durante los próximos días y a los que seguirán unas merecidas vacaciones: “Por primera vez, siento que las necesito”.
La guipuzcoana compareció en rueda de prensa junto a su pareja y entrenador, Xabier Etxaniz, y acompañada también por la consejera de Educación, Política Lingüística y Cultura del Gobierno vasco, Cristina Uriarte. Esta destacó que Chourraut es “la primera mujer vasca que logra el oro olímpico en una prueba individual”, y citó a la de Lasarte como “un ejemplo a seguir para nuestras deportistas”. Etxaniz, por su parte elogió la “mente privilegiada para ganar” de una Maialen protagonista y muy expresiva: “Es indescriptible la sensación de plenitud que provoca tener un plan y que este salga perfecto”.
La hoja de ruta en Brasil era clara. “Nos centramos en la final. La idea era pasar las eliminatorias y hacer una final bonita”, una empresa con feliz desenlace cuyo desarrollo no estuvo exento de problemas. “Me llegué a ver fuera tras la primera calificación”, reconoció Maialen, que arrancó su participación en Río con un fallo en la puerta inicial. “Desde que la vi reconociendo el trazado se convirtió en mi obsesión. Y fallé”, aseguró sobre un contratiempo que resolvió con un buen descenso en la segunda serie.
Luego llegaron las semifinales. Y la final, perfecta a ojos de los menos duchos en la materia. “El descenso perfecto no existe”, se encargó de recordar Maialen, más satisfecha con su bajada a posteriori, una vez que la vio por televisión. “Me gustó más entonces. En la piragua no tuve la sensación de ir muy rápido y cometí pequeños fallos que en el momento percibí más grandes”. Cuando terminó y levantó la mirada para conocer su crono, se sintió plenamente satisfecha, “no como en Londres”, donde fue bronce en 2012. “Esta vez sentí que había cumplido, que había hecho muy bien lo mío. ¿El oro? Quedaban dos piragüistas por bajar y ambas tenían nivel para superar mi marca, pero me sentía tan contenta que las emociones no me dejaron ni preocuparme sobre qué medalla me iba a colgar”.
Fue la de oro, y comenzaron a sucederse esos momentos que Maialen guardará en el baúl de los recuerdos. “Tener allí a mi hija Ane, que no podía acceder a los entrenamientos, supuso una gran alegría. Pero también me quedo con instantes previos a la victoria, como la foto con los aros olímpicos y todas las competidoras o la segunda bajada del día de las eliminatorias. Sirvió para sacar adelante una situación complicada, y también para hacerme sentir más fuerte”. Chourraut exhibiría esa fortaleza en la final, con un descenso tras el que no pudo evitar la emoción. “Me puse a gritar como nunca he hecho. Ahora lo veo y hasta me avergüenzo”, bromeó Maialen, quien ha regresado de Brasil con un toque agrio en el paladar. “El entrenador alemán Stefan Henze sufrió un accidente en taxi y ha fallecido. Es una noticia muy triste para toda la comunidad del piragüismo de slalom. Goian bego”.