RÍO DE JANEIRO - “Todo el mérito ha sido de ellos, tenemos que mejorar”, lanzó Paul George minutos después de que sonara la bocina final. “Debemos jugar como un equipo”, agregó Kevin Durant, mientras que Mike Krzyzewski, el hombre que maneja desde el banquillo los hilos de la constelación de estrellas de la NBA, admitía que “hay que felicitarles por su sobresaliente actuación de esta noche y espero que nosotros seamos capaces de hacerlo mejor”. Por segundo encuentro consecutivo en estos Juegos Olímpicos, la sombra de la derrota coqueteó con la selección masculina estadounidense de baloncesto. Si Australia ya fue capaz de aguantar su mirada en un encuentro eléctrico en el que solo la inspiración triplista de Carmelo Anthony y el acierto final de Kyrie Irving fue capaz de desequilibrar la balanza, Serbia fue más allá en la madrugada del sábado y estuvo a un triple (94-91) de forzar la prórroga después de una fantástica demostración de juego coral. Fue Bogdan Bogdanovic el que gozó de la oportunidad para enviar la contienda al tiempo extra, pero su balón se estrelló contra el aro.

Después de amasar un renta de casi 20 puntos en un arranque arrollador, Estados Unidos se durmió en los laureles y Serbia encontró un perfecto ecosistema para ir recuperando el terreno perdido, sacando a la luz varias de las carencias de los de Krzyzewski, sobre todo en la parcela defensiva. Con Milos Teodosic brillando en el tiro exterior y en la distribución de balón, Miroslav Raduljica superando a sus pares en las distancias cortas y, sobre todo, un fantástico Nikola Jokic, máximo anotador del duelo con 25 puntos, ejecutando desde todas las distancias, los de Djordjevic mantuvieron el rebufo de los estadounidenses, confundidos durante muchas fases del choque, desnortados por la rapidísima y certera circulación de balón de un rival atinadísimo a la hora de buscar las ventajas con el pase extra y metiendo el dedo en la llaga en una de las debilidades de los Durant, Irving, Anthony, George y compañía: la defensa del lado débil.

Serbia acabó hincando la rodilla, pero demostró que a Estados Unidos se le puede, al menos, tutear. Lo de ganar, de momento, es otra historia, pero este, por lo visto hasta el momento, no es el combinado americano que arrolló a todo aquel que se le puso por delante en el Mundial de hace dos años, en el que tuvieron su base de operaciones en la fase de grupos en Bilbao. Puede que haya individualidades más llamativas, pero las piezas no acaban de engranar como es debido, por lo que sus rivales han encontrado un hilillo de vida al que aferrarse para tratar de tumbar a un gigante al que se consideraba poco menos que inabordable.

Por lo escuchado tras el duelo, se diría que el cuerpo técnico y los jugadores parecen preparados para dar un paso al frente y taponar las vías de agua de su armazón. Otro cosa es que puedan, sepan y quieran convertir sus palabras en hechos. “En cada punto de este partido estábamos convencidos de que sacaríamos esto adelante, pero esta noche nos hicieron trabajar para ello. Nos apoyamos en el talento natural para ganar”, reconoció Paul George. Kevin Durant, por su parte, destacó que “no me importan mis lanzamientos, ya los tendré, en algún momento vendrán a mí; se trata de jugar como un equipo, de jugar juntos. Hoy arrancamos bien, llegamos a tener casi veinte puntos de ventaja y teníamos que haber retenido esa renta. Nos dejamos echar a un lado a causa de cosas estúpidas, desde decisiones arbitrales hasta lo físico del partido. Esto no es la NBA”.