río de janeiro - “Quiero ser madre y ganar el oro olímpico”, repetía Maialen Chourraut una y otra vez. Y cuatro años después, ha conseguido las dos cosas. Porque la palista lasatearra tuvo a su hija Ane hace dos años y medio, en pleno ecuador del ciclo olímpico, pero ello no le ha privado de seguir compitiendo al máximo nivel. Hasta conseguir el primer escalón del podio de Río. Así que lo primero que hizo Chourraut tras saberse campeón fue salir del canal de aguas bravas de Brasil y salir corriendo hacia su pequeña, que la esperaba en la orilla sin saber muy bien qué estaba pasando. Sin embargo, al ver a su madre eufórica, con una sonrisa permanente, Ane reaccionó.

Levantó su dedo índice y lo alzó hacia la cara de su ama. Quería decir “uno”. La primera. Chourraut asintió y repitió su gesto. Índice arriba. Y Ane se arrojó a sus brazos para decirle a todo el mundo: “Amatxu txapelduna”. No mentía, su amatxu había ganado la prueba de piragüismo en la modalidad de K1 cuando ella apenas había llegado a los tres años. De hecho, la pequeña no conoce otra cosa que no sean canales de agua porque lleva su corta vida viajando con sus aitas. Se la llevan allá por donde van: “Es la única forma de que pueda conseguir mis objetivos”, aseguró Chourraut.

Y es que la palista lasartearra asegurá que escasas semanas después del parto ya estaba subida al kayak. Intentado recuperar el físico y sensaciones. Bajando poco a poco el cronómetro hasta conseguir llegar a los 98 segundos que se marcó ayer en Río. “Ha merecido la pena. En estos momentos todo ha merecido la pena totalmente. Estos días no he podido atender a Ane demasiado bien, he estado muy vaga con mis deberes de madre, pero ahora vienen unos dís de tranquilidad”, aseguró la medallista. Y es que con el oro sobre el cuello todo se ve de otro color. Las horas de entrenamiento, el dolor y el sufrimiento e incluso la distancia con su hija por fin han tenido su recompensa.