río de janeiro - El corazón de Brasil, mezcla de pueblos, culturas y sensibilidades, eligió para inaugurar los primeros Juegos Olímpicos que se celebran en Sudamérica un mensaje de compromiso con el planeta, en el que implicó a los más de 10.000 atletas que desfilaron por el escenario inigualable de Maracaná. El estadio deportivo más célebre del mundo, testigo de tantas hazañas, selló su unión para siempre con el olimpismo en una ceremonia divertida, ágil, comprometida y que dio prioridad a la estética por encima de la tecnología. Vanderlei de Lima, bronce en maratón en Atenas 2004 después de que un espectador le empujase cuando corría en cabeza, prendió el pebetero con la llama nacida en Olimpia, después de un día de versiones cruzadas sobre quién sería el responsable de esta función. El presidente interino del país, Michel Temer, fue abucheado de forma sonora y generalizada tras declarar inaugurados los Juegos.

El gran lienzo blanco que cubría el césped fue una enorme pantalla sobre la que se proyectaron imágenes impactantes alusivas a la naturaleza, el urbanismo y la vida de Brasil. En un extremo del estadio, una favela levantada con enormes bloques verticales sirvió de pista de baile a los artistas. Más de 5.000 voluntarios y 300 bailarines profesionales participaron en la ceremonia. Un completo repaso a la historia del país dio paso a nombres, canciones y escenas conocidas por todos los presentes. No faltó La garota de Ipanema, que fue encarnada por la modelo Giselle Bündchen.