Jillion Potter (Austin, 05-VII-1986) nunca había pensado en jugar al rugby porque desconocía la existencia de este deporte hasta que en la universidad de New Mexico unas compañeras de facultad le animaron a practicarlo. Nunca había soñado con defender a su país en competiciones internacionales porque ni siquiera sabía de la existencia de una selección estadounidense femenina, aunque seis meses después de su primer entrenamiento, una sesión de placajes que le encantó e hizo que se enamorase de este deporte, era ya internacional sub’19, pasando luego a la sub’23 y sin mucha demora a la absoluta. Ni siquiera podía esperar convertirse algún día en deportista olímpica porque primero practicó la modalidad clásica, el rugby 15, y la actual, el rugby a 7, estuvo fuera del programa de los Juegos hasta la presente edición de Río de Janeiro. Pero lo que nunca podía haber previsto Potter es que a sus 30 años recién cumplidos iba a haber andado todo este camino habiendo superado una fractura cervical y, sobre todo, un agresivo cáncer.

La jugadora de Texas, una de las figuras mediáticas de este deporte a nivel internacional, capitana de la selección estadounidense y una celebridad en su país por su gran carisma e historia de superación, es una jugadora dura de pelar. Cuando todavía practicaba el rugby 15, una fea fractura de la vértebra C-5 hizo que se perdiera el Mundial de 2010. “Fue algo devastador, en un principio pensé que no iba a poder practicar este deporte de nuevo”, reconoció Potter. Sin embargo, una sobresaliente cirugía y su fuerza de voluntad durante los meses de rehabilitación hicieron que pudiera regresar a los terrenos de juego doce meses después. Diversas publicaciones estadounidenses recuerdan que su entrenador le sugirió que se tomara con calma las primeras sesiones de trabajo, que durante los entrenamientos inmediatos a su vuelta a la actividad trabajara sin contactos, que evitara los placajes. Pinchó en hueso. “Adoro este deporte por los contactos. Si no puedo placar ni soportar que me plaquen, no merece la pena seguir”, respondió la deportista.

Lo que sí que hizo Potter meses después de su regreso a la actividad fue cambiar de modalidad y pasar al rugby a 7. Desde entonces, el sueño olímpico que pudo por fin cumplir ayer junto a sus compañeras (debutó ante Fiyi y Colombia y hoy se enfrenta a Australia) se convirtió casi en una obsesión. Disputó con Estados Unidos el Mundial de 2013, encajó como un guante tanto en el combinado nacional como en su nueva modalidad deportiva y todo parecía ir como la seda en su vida, hasta que absolutamente todo se derrumbó un año después. Durante una competición internacional descubrió un hinchazón en la mandíbula. Semanas atrás había ido de acampada a Alaska junto a su mujer, Carol, y en primera instancia pensó que se trataba de una infección. Tomó antibióticos, pero no mejoró. Los médicos le sometieron a diversas pruebas hasta que una resonancia magnética dejó claro que se trataba de un tumor. Sin embargo, en primera instancia parecía que se trataba de uno benigno, pero el hinchazón y las molestias seguían sin remitir, hasta que el diagnóstico definitivo fue aterrador: sufría un sarcoma sinovial en fase III.

“Cuando me lo dijeron entré en shock. No podía imaginar que algo así pudiera pasarme. Era joven, deportista, comía bien, me cuidaba...”, rememoraba el pasado mes en la CNN, en una entrevista en la que apuntaba que se tomó la quimioterapia como un reto y con talante optimista, aunque reconoció que hubo dos momentos en los que se vino abajo: cuando tuvo que darle la noticia a su familia, sobre todo a su madre, y cuando la víspera de la primera sesión de quimio se afeitó la cabeza. El tratamiento duró ocho meses en los que el cuerpo de Potter fue llevado al límite en fortísimas sesiones de quimioterapia aprovechando su notable condición física. Su mujer y el rugby fueron los dos pilares en los que se apoyó para superar tan duro trance, con el sueño de ser olímpica en Río en el horizonte como motivación.

mensajes de ánimo Y lo consiguió. Potter ha dejado atrás el durísimo contratiempo que surgió en su camino y el año pasado ya pudo volver a tener contacto con un deporte que no se olvidó de ella durante esos durísimos meses. Así, jugadoras de todo el mundo grabaron un emotivo vídeo para mandarle ánimo y energía en la época más aguda de las sesiones de quimioterapia y, además, arrancaron una campaña de ‘crowfunding’ para ayudarle a pagar el tratamiento, recaudando finalmente 30.000 dólares. Este año, Potter ha tomado parte en cada una de las cinco competiciones de las Series Mundiales luciendo la camiseta de Estados Unidos, jugando un mínimo de cuatro encuentros en todas ellas. “Me siento genial”, ha asegurado recientemente, haciendo hincapié en que “el rugby me ha aportado la dureza, la disciplina, la capacidad de trabajo y la integridad que han sido fundamentales para que pudiera superar el cáncer”. Por algo en Estados Unidos dicen que es indestructible.