río - Ya han comenzado los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro y con ellos empieza a tintinear la máquina registradora del Comité Olímpico Internacional. A la entidad de los cinco aros le sobran dos escalones del podio. La plata y el bronce son minucias si se atienden a sus arcas, inundadas de piezas doradas, como la cámara acorazada del Tío Gilito. El COI ha sabido sacar partido de su actividad, convirtiendo en su mayor activo los derechos de televisión con multimillonarias concesiones por toda la faz de la Tierra.
Los Juegos de Londres en 2012 contaron con la mirada atenta de 3.600 millones de telespectadores. El evento deportivo más seguido del planeta está condenado a ser una fuente de ingresos magnífica, pero no siempre ha sido así. El COI ha sabido exprimir el mercado con el paso del tiempo.
Los primeros Juegos que se filmaron, para emitir sus imágenes en un circuito cerrado, fueron los de Berlín en 1936. No sería hasta 1960, en Roma, cuando se retransmitieron pruebas en directo por primera vez. En 1992 los Juegos de Barcelona sirvieron para que las televisiones pasasen por caja y entregasen un total de 636 millones de dólares. Esa cifra fue aumentando cada cuatro años hasta multiplicarse por dos en los Juegos de Sydney del 2000. Los contratos televisivos aportaron entonces al COI 1.330 millones de dólares.
Las facturas emitidas a las televisiones son los cimientos sobre los que se sustenta el olimpismo. En el período entre 2009 y 2012, los derechos de televisión supusieron el 73% de los ingresos del COI, un total de 5.200 millones de dólares. Entre 1992 y 2012, el precio de los derechos de televisión se cuadruplicaron, ya que en los Juegos de Londres se llegaron a pagar 2.560 millones de dólares. La escalada no paró ahí, puesto que, según un informe del Comité Olímpico Internacional publicado en 2014, los derechos crecieron un 7,4% entre 2013 y 2016 respecto al periodo anterior, aunque no se ha querido hacer público el montante exacto que se ha llegado a pagar por los Juegos de Río que han comenzado la pasada madrugada.
El 90% de los ingresos generados por los derechos televisivos son repartidos entre las federaciones internacionales de las disciplinas olímpicas, los comités olímpicos nacionales y los comités organizadores de los Juegos. En este caso, por ejemplo, el Comité de Río 2016 ha recibido de esta partida 1.500 millones de dólares.
Pero el COI siempre quiere más. Es como la hormiguita del cuento, que se anticipa a los reveses de la vida y acumula pensando en hipotéticos tiempos peores. Por eso se preocupa mucho de atar contratos a largo plazo. Ya tiene firmado un suculento pacto con Discovery Communications, grupo propietario de Eurosport, para la concesión de los derechos para Europa de todos los Juegos a disputarse entre los años 2018 y 2024. Setecientos millones de europeos de 49 países podrán ver los Juegos de verano e invierno por el módico precio de 1.300 millones de euros. En la oferta se incluye la retransmisión en televisión en abierto, de pago, en internet y en dispositivos móviles. Hay que tener en cuenta que los Juegos de 2018 y 2020 ya están concedidos a Pyeong Chang y Tokio, respectivamente. Pero los de 2022 y 2024 todavía no conocen sus sedes.
Precisamente en torno a los Jue-
gos de 2024 se avivaron las suspicacias, puesto que hay quien ve un argumento favorable a que se disputen en Los Ángeles en el suculento contrato que el COI firmó con el grupo estadounidense NBC Universal por valor de 7.650 millones de dólares valedero hasta 2032. A pesar de estas cifras estratosféricas, se estima que el desembolso de la empresa americana es rentable, puesto que se calcula que los 893 millones que desembolsó por los Juegos de Pekín los convirtió en 1.000 millones de dólares de ganancias.
Pero no todo el negocio del COI está en la televisión. En 1985 creó The Olympic Partner (TOP), un programa exclusivamente dedicado al patrocinio mundial para generar ingresos diversificados. Todo lo recaudado por esta vía se divide en partes iguales entre el comité organizador de los Juegos y el propio COI. En los primeros cuatro años de existencia, TOP recaudó 106 millones de dólares para los Juegos de Calgary y Seúl. Estos ingresos también se han disparado con los años. Entre 2013 y 2016 la cifra se ha multiplicado por diez: 1.000 millones.
El selecto club de multinacionales que han firmado un contrato con el organismo presidido por Thomas Bach cuenta con las aportaciones de firmas como Coca Cola, Panasonic, Samsung, Atos? En los últimos tiempos, el COI ha sellado acuerdos multimillonarios con Bridgestone y Toyota. Se dice que la marca de coches aportará 203 millones de dólares anuales durante ocho ejercicios. Estos contratos, sumados a los de la televisión, hicieron que el Comité Olímpico Internacional firmara en 2014 contratos por valor de 10.000 millones de dólares, lo que, según el propio organismo, le garantizaba estabilidad financiera hasta 2032. Contaba ya en 2014 con una reserva de 980 millones de dólares como red ante posibles crisis que pusieran en riesgo su actividad.
Otra fuente de ingresos para el COI son las entradas de las pruebas deportivas. En Pekín, el COI ingresó 140 millones de dólares en este concepto. En Río los espectadores pueden gastarse en entradas desde los 15 dólares por ver algunas eliminatorias hasta los 458, que cuestan las finales más solicitadas. Para la ceremonia inaugural de anoche y para la de clausura de los Juegos las entradas pueden alcanzar los 2.000 dólares. Así son los Juegos Olímpicos: más alto, más fuerte, más rápido... y más caro.