Josean Querejeta confirmó lo que en las últimas semanas era un secreto a voces: él también tiene dentro un Florentino Pérez. Un mes después de volver a Primera División fulminó al entrenador y degradó al director deportivo que estuvieron detrás del éxito. No por esperada la noticia generó menos estupor; no solo a nivel local, sino también en el resto de la España futbolística. En el fondo, la decisión no podría ser más valiente y a su manera madura: sabiendo que no quería mantener al entrenador, por los motivos que fuera, Querejeta no ha sucumbido al populismo (y probablemente a la lógica) que pedía su continuidad. Si algo hemos aprendido del Brexit es que hay ciertas cosas que no pueden convertirse en un concurso de popularidad. Seguramente el presidente ya tuvo bastante con mantener a Natxo González contra su intuición para terminar sacándolo a las pocas jornadas de la siguiente temporada. Para bien o para mal, Querejeta va a tener que convivir con esta decisión y con su consecuencia, que se llama Mauricio Pellegrino. Los mismos que le pedirán cuentas si sale rana son los que hablarán de su valentía si el argentino deja su sello en el Alavés. A las viudas de Bordalás solo les pediría una cosa, y es que no caigan en la tentación de hacer a su sucesor lo que algunos hicieron con el alicantino: que no tiren por la vía del prejuicio y el escrutinio prematuro de algo que no conocen. No tanto por el bien del Alavés, sino por no leer ciertos retuits entrada la temporada que dan vergüenza ajena. Bordalás está en la historia del Alavés. Ha conseguido el ascenso, el título de Liga y una significación total con gran parte de la afición y la totalidad del equipo. Y hasta que se demuestre lo contrario en forma de una hipotética segunda etapa, va a quedar así de bonito. El Glorioso fichó a un conseguidor y el tipo cumplió. A nivel social, el Alavés y Bordalás se han separado estando todavía enamorados el uno del otro, y eso en el fondo no deja de ser bonito. Aunque Querejeta le haya dicho que no eres tú, que soy yo. Ahora llega Pellegrino y no se si hay algo en la decisión de ir en busca de El Dorado, que en fútbol desde hace unos años es encontrar al Cholo. Como Simeone, el Flaco también ha hecho mili en el banquillo de Estudiantes de La Plata, aunque sin salir campeón de un Apertura. Como Simeone, también viene con su grupo de trabajo, eso que en cuadrillas argentinas se convierte en una especie de clan. Veremos si tiene su Profe Ortega y su Mono Burgos. Pocos hombres pueden entender mejor al Alavés que Pellegrino. Sus vidas se cruzaron en primavera de 2001, cuando jugaba como central del Valencia. El Glorioso perdió de manera traumática la final de la UEFA y una semana después el central estrelló contra Oliver Kahn el penalti que apartó a los ché de la Champions por segundo año consecutivo. Solo hay una cosa en el mundo más difícil que se entrenador del Valencia: ser entrenador debutante en el Valencia. A Pellegrino le encargaron dar continuidad al incomprendido trabajo de Emery con una plantilla cada vez más devaluada. Para mayor complicación, la tragicómica afición de Mestalla empezó ilusionada con la llegada de uno de los suyos. De esa empresa imposible salió con una cornada de varias trayectorias Pellegrino en 2012. Duró tres meses y tuvo que refugiarse en Argentina antes de que el Alavés le convirtiera en el primer técnico extranjero de su era moderna. Conoce la Liga, el club, el éxito y el fracaso. Menos lo último, todo lo exploró más en su carrera como jugador que como técnico. La escuela argentina está de moda con hombres como Simeone o Sampaoli, pero ni por esas creo que ilusiona mucho Pellegrino. Lo de Bordalás tenía que ver con el prejuicio a lo conocido. El caso de ahora es precisamente el contrario. Nadie sabe a ciencia cierta qué esperar de un entrenador con una propuesta moderna y vanguardista pero poco contrastada. Sonaría a parche o huida hacia delante, pero esto es julio y esto es una apuesta. Así que no queda otra. Keep calm and Mauricio Pellegrino. Que tengan un buen verano, nos vemos en septiembre.