La trayectoria profesional de Darren Randolph (12-V-1987) cambió para siempre el 8 de octubre del año pasado. Aquel día en el Aviva Stadium de Dublín, Irlanda recibía a Alemania, campeona del mundo, en plena pugna por clasificarse para la Eurocopa. En el minuto 43, Shay Given, héroe nacional para los anfitriones, cayó lesionado y su puesto bajo palos tuvo que ocuparlo Randolph, que no solo consiguió acabar el duelo con su portería inmaculada y dio a Shane Long el pase largo que acabó convirtiéndose en el 1-0 definitivo, sino que aquella actuación acabó sirviendo para que él, eterno suplente tanto a nivel de clubes como en la selección, se convirtiera en los siguientes choques, por fin, en el número uno en los esquemas de Martin O’Neill.
Pero antes de ese día, mucho antes de hecho, hubo otro momento bisagra en la carrera deportiva de Randolph, aquel en el que como les ocurre a muchos chavales interiorizó que su sueño de infancia no iba a convertirse jamás en realidad. Es que el primer amor del ahora portero de Irlanda fue el baloncesto y su gran anhelo no era otro que jugar algún día en la NBA. A comienzos de 2003 asumió que no iba a crecer lo suficiente como para ganarse la vida con las canastas e ingresó en la cantera del Charlton Athletic, pero antes tuvo tiempo de llegar a vestir la camiseta de la selección irlandesa de baloncesto.
Fue a los 15 años, en la fase de clasificación para el Europeo cadete de 2003. Randolph disputó los cuatro encuentros que llevaron a la eliminación de la selección verde (triunfo ante Inglaterra, derrotas ante Islandia, Finlandia e Italia) y acabó con unos más que dignos promedios de 10 puntos, tres rebotes y 0,8 asistencias, siendo el tercer mejor artillero de su escuadra. En la cancha tuvo la oportunidad de batirse el cobre con Gigi Datome, exNBA ahora convertido en pieza clave del Fenerbahce y mejor anotador en aquella fase de clasificación, Mikko Koivisto y Gerald Lee, ambos jugadores importantes de Finlandia en la fase de grupos del Mundial de 2014 disputado en Bilbao, o el islandés Pavel Ermolinski, quien fuera canterano del Unicaja Málaga.
La pasión por el baloncesto de Darren Randolph tenía mucho que ver con la genética, no en vano es hijo de Ed Randolph, que en 1982 se convirtió en uno de los primeros estadounidenses en firmar con un club de la por aquel entonces pujante liga irlandesa, el Sporting Belfast. Ed comentó el año pasado en una entrevista con la BBC que por aquel entonces no sabía nada sobre el conflicto armado que se vivía en Belfast, rememoraba que el día en el que aterrizó en su nuevo destino le parecía estar viviendo en una película -“había ovejas pastando en los costados de la carretera que llevaba del aeropuerto a la ciudad”- y contaba el día que más miedo pasó en aquel primer año lejos de Estados Unidos: “Volvíamos en coches a Belfast después de un partido cuando un Ford Cortina se cruzó delante nuestro y de él bajaron cuatro hombres vestidos de negro y llevando subfusiles Uzi. Todos pensábamos que íbamos a morir pero resultó que estaban buscando a alguien y nos dejaron marchar”.
Ed Randolph cambió Belfast por Liverpool a finales de 1983. Regresó a Irlanda un par de cursos después y finalmente se estableció en Bray, donde su hijo nació en 1987. Darren destacó en varios deportes desde su infancia. Brillaba en fútbol gaélico, el baloncesto le apasionaba, pero finalmente se decantó por la modalidad que mejores perspectivas de futuro le ofrecía: el fútbol. Tras pasar por sus categorías inferiores, pudo debutar en la Premier League con el Charlton Athletic en el último partido de la campaña 2006/07, pero en sus años con los Addicks fue casi siempre suplente. En 2010 decidió cambiar de aires y recaló en el Motherwell escocés para, tres años después, fichar por el Birmingham City de la Championship. Sus buenas actuaciones le valieron para ser un habitual en las convocatorias de Irlanda, pero la titularidad le era esquiva. El verano pasado desembarcó en el West Ham y pasó de nuevo al banquillo -seis partidos ligueros y otros tantos de la FA Cup en todo el curso-, pero la lesión de Given ante Alemania le ha permitido coger galones de cara a esta Eurocopa a sus 29 años. Hoy, ante Ibrahimovic, llegará su primer examen bajo los focos.