REAL MADRID - aTLÉTICO

MILÁN - San Siro repite el derbi más grande de la historia, el que jugarán el Real Madrid y el Atlético de Madrid por el título de la Liga de Campeones, entre la undécima del conjunto blanco y la revancha del rojiblanco, un duelo gigantesco de apoteosis para el ganador y dolor para el perdedor.

No quiere hablar el Atlético de revancha de lo sucedido en Lisboa en 2014, sino de “nueva oportunidad”, aunque aquel encuentro marcó a equipo, cuerpo técnico y aficionados por la forma tan cruel de la derrota, con el 1-1 de Sergio Ramos en el minuto 93 y una prórroga agónica. Desde entonces, ese título, el único que le falta al Atlético y al entrenador Simeone, es su gran ambición.

Para el Real Madrid fue la tan perseguida décima Copa de Europa, ganada cuando parecía perdida.

Será el de hoy la reafirmación del Real Madrid con Zidane y sus incontestables individualidades, con Cristiano Ronaldo, Gareth Bale, Karim Benzema, Luka Modric... contra el Atlético, un equipo por encima de todo, un bloque capaz de eliminar a Barcelona y Bayern Múnich, pero también con un talento indudable en sus futbolistas.

Un partido de alta tensión, tremenda rivalidad, que promete mucha táctica, mucha intensidad y mucha ambición. El Atlético habla del contragolpe de su rival, de presionar arriba y golpear primero en el marcador; el Real Madrid no desvela sus cartas. Al contraataque, con espacios, es temible; con la posesión también, sobre todo por toda la pegada de su ataque.

El duelo parte desde el equilibrio, con el precedente de Lisboa a favor del Real Madrid, pero con los diez derbis más recientes con estadísticas favorables al Atlético. Ha ganado, ha empatado cuatro y sólo ha perdido uno. Son estadísticas en la víspera, no importan nada cuando el balón entre en juego, pero habrán dado qué pensar a Zidane.

La dinámica plasma una impotencia madridista, el cambio de ganar cualquier derbi a la dificultad máxima en conseguirlo. El francés busca soluciones en el tapete, donde Simeone consiguió la fórmula para dar la vuelta a la situación.

Jugar a encerrarse no casa con el estilo Zizou, por lo que el Real Madrid irá a adueñarse del balón y explotar sus virtudes ofensivas. De su pegada y el sacrificio defensivo que haga como bloque depende el éxito.

Le espera ya en Milán, desde el jueves, el Atlético, con su once casi definido, con variantes en su juego y con un trabajo meticuloso, llevado hasta el más mínimo detalle, del técnico en las dos semanas que ha estado su plantilla sin competir, desde el pasado 14 de mayo cuando se impuso al Celta en el Calderón (2-0).

Simeone ha preparado a su equipo para muchos partidos dentro de uno solo, para defender a Gareth Bale, Cristiano Ronaldo y Karim Benzema; para contrarrestar al medio campo, pero también para atacar, para presionar y para variar su sistema o cambiar de registro si el encuentro lo requiere, dependiendo del momento.

Es una de las virtudes del conjunto rojiblanco, del que se prevé un inicio potente, al estilo de sus últimos combates antes grandes adversarios como el Barcelona o la ida de semifinales con el Bayern, con una opción latente en el once, Carrasco por el argentino Augusto Fernández, respecto a sus pruebas para la final.

Según su planteamiento, más ofensivo o más a la expectativa táctica, también dependerá cuál será el elegido de los dos. La otra duda está en la defensa, en el acompañante del uruguayo Diego Godín. Se perfila Savic como titular y apunta al banquillo José María Giménez.

El once del Real Madrid en San Siro lo recita de carrerilla cualquier madridista. Está definido. No hay hueco para las sorpresas salvo invento inesperado de Zidane.