Hasta la irrupción de Mikel Urrutikoetxea el curso pasado, el Manomanista era un monólogo navarro. Desde la victoria en 1977 de Iñaki Gorostiza sobre Roberto García Ariño (22-12), dos manistas del mismo barrio de Atxondo, Axpe, no habían desaparecido de una final del campeonato más importante del curso manista. Era una constante. Juan Mari Bengoetxea, Julián Lajos, Julián Retegi, Ladis Galarza, Antton Maiz, Fernando Arretxe, Inaxio Errandonea, Rubén Beloki, Patxi Eugi, Abel Barriola, Patxi Ruiz, Aimar Olaizola, Juan Martínez de Irujo, Oinatz Bengoetxea y Julen Retegi han sido los representantes de Nafarroa en las diferentes finales del mano a mano, siendo el delantero de Eratsun, en 2014, la última novedad manista desde 2008, año en que apareció Oinatz como campeón.
La vida en el Manomanista desde 1969, además, se había determinado por derroteros navarros en casi todas sus acepciones. Fue Juan Ignacio Retegi el primero en descorchar de títulos a sus vecinos. El delantero de Igoa, uno de los pioneros en el uso del aire en la disputa individual, rompió las estadísticas que marcaban el dominio guipuzcoano y vizcaino en la modalidad, a pesar de haber habido conatos de revolución por parte de Barberito y Ogueta para La Rioja y Araba, respectivamente. El puño de hierro de un Atano III impresionante y su sobrino Atano X más tarde; el dominio de Miguel Gallastegi, el título de Miguel Soroa y los envites de Pepe Arriaran marcaron la pauta para Gipuzkoa en los años pretéritos con doce entorchados en total. Por otro lado, en Bizkaia, fueron el gigante de Elorrio, Hilario Azkarate, con seis cetros, y Jesús García Ariño, un enamorado de la pelota a mano y todo genio y figura, con dos, quienes pusieron su nombre en la historia del Manomanista hasta el año de Retegi I, hasta que el tío de Julián cambió la historia. Nadie se imaginaba en aquellos tiempos que su sobrino la acabaría rompiendo con once entorchados.
Desde que llegó el sextacampeón Retegi I -que descubriría al pelotari más laureado de la historia y, después, por la vena competitiva familiar, sufrió que le dejaran en uno-, los manomanistas crecieron como setas en Nafarroa y solamente ha habido cuatro campeones de fuera de sus fronteras: Gorostiza, en el 77; Joxan Tolosa, en el 89; Yves Xala, en 2011, y Mikel Urrutikoetxea, el año pasado. Ese póquer de pelotaris pudo romper la hegemonía en una distancia marcada a fuego por la ortodoxia y fortaleza navarra, cuajando de grandes campeones su geografía: desde el mago de Eratsun, hasta Beloki, Eugi, Olaizola II o Martínez de Irujo; en definitiva, manistas con cualidades distintas que saben aprovechar en todo el frontón. En total, con los diecisiete que suma la estirpe Retegi, son 44 los títulos que poseen los pelotaris de Nafarroa, por los trece de Gipuzkoa, los diez de Bizkaia, los dos de Araba y los únicos de La Rioja y Lapurdi. En definitiva, una barbaridad. No obstante, tras el triunfo del todoterreno de Zaratamo ante Aimar en junio de 2015 y la consecución del duelo entre Urruti e Irribarria, la mano navarra ha observado una nueva imagen en su retrovisor. Nunca se habían dado dos años de sequía.
Además, la eliminación de Oinatz Bengoetxea por el genio de Iker Irribarria fue un palo para sus intereses. Y es que, desde 1969, una fecha que se repite, no se había dado una participación tan baja en las semifinales del Manomanista. Aquel año, Retegi I, en solitario, acabó campeón y, a raíz de ahí, siempre hubo, al menos, dos pelotaris navarros en los duelos previos a la final. Hasta este año. En el que parece que todo está cambiando.
De hecho, ya en el Cuatro y Medio, distancia en la que siempre ha habido manistas de Nafarroa en las finales de la era moderna, Urrutikoetxea dio la vuelta a la tortilla, recuperando el camino que abrió el lekeitiarra José Luis Akarregi en la primera edición, disputada en 1951. La historia se repitió en el acotado, en los tiempos pretéritos, desde el 51 hasta el 58 no hubo triunfadores navarros, pero la recuperación de la modalidad en el 88 les dio lustre. Solamente Unanue, Titín III, Gonzalez y el campeón de Zaratamo les arrebataron los focos.
Primer bizkaia-gipuzkoa en 48 años Asimismo, el enfrentamiento entre Urrutikoetxea e Irribarria supone el primer duelo entre un vizcaino y un guipuzcoano en una final del Manomanista desde 1968. Es decir, 48 años sin esa rivalidad por una txapela. Aquel año, el choque entre Hilario Azkarate y Atano X se volvió a reiterar en busca del colorado anual. Atanillo venció por 22-17 en Anoeta. En las tres ediciones anteriores se había disputado la misma final, con desenlaces que fueron para un lado y para el otro. Al final, empate en el legendario envite: dos Manomanistas para cada uno.
Final sin navarros. En 1977, Iñaki Gorostiza y Roberto García Ariño jugaron la última final del Manomanista sin navarros. La anterior fue en 1968. En 2016, Urruti e Iker cambian las cosas.
El dominio. La primera txapela del mano a mano navarra fue en 1969 y la ganó Juan Ignacio Retegi. Desde entonces, han reeditado el título 43 veces más. Solo Gorostiza, Tolosa, Xala y Urrutikoetxea han roto la estadística. En el Cuatro y Medio de la era moderna, siempre ha habido contendientes de Nafarroa y solo en cuatro ediciones se les ha escapado el cetro.