Duración: 26:09 minutos de juego.
Saques: 7 de Irribarria (tantos 2, 3, 4, 5, 14, 15 y 19).
Pelotazos: 112 pelotazos a buena.
Tantos en juego: 1 de Jaunarena y 10 de Irribarria.
Errores: 4 de Jaunarena y 1 de Irribarria.
Marcador: 1-12, 1-13, 2-16, 2-17 y 2-22.
Botilleros: Ejercieron de botilleros Antonio Jaunarena (con Jon Jaunarena) e Igor Olazabal (con Iker Irribarria).
Incidencias: Partido correspondiente a los octavos de final del Manomanista de Primera disputado en el frontón La Juventud de Soria. Buena entrada.
SORIA - Iker Irribarria es un ciclón, lo demuestra con su potencial físico, que parece infinito, su modo de mover la pelota y, sobre todo, en la fe en sí mismo. Esta última virtud le hace distinto. Más peligroso. Todo voracidad, todo hambre. Al de Arama no se le caen los tantos, no se preocupa del yerro o el acierto, de que el viento cante a la contra o a favor. Es un pegador. Y en el Manomanista es una bestia, impenitente, que batió ayer a un pobre Jon Jaunarena en el frontón La Juventud de Soria en una auténtica masacre en la que noqueó en el primer asalto. El leitzarra quedó en dos, abatido, cabizbajo, tras un monólogo del zurdo guipuzcoano, en una versión grandilocuente, mandando con pelotas agradecidas a su modo de juego. Irribarria, zurdo para todo, posee una derecha potente con la que desplaza muy bien el cuero y la pone muy atrás; mientras que su mano buena es una bomba. Jaunarena acabó trasquilado, sin opciones, después de encajar un 0-12 de salida que dejó el partido sentenciado y la eliminatoria sin emoción ninguna. Además, en el dominio, apenas hubo estridencias ni con el cambio de saque, que le duró al de Leitza menos que un caramelo a la puerta de un colegio. El 2-22 fue justo y desmedido, sin prisioneros. Iker se enfrentará en los cuartos de final a Aimar Olaizola, que tendrá que empezar a recopilar vídeos del delantero debutante de Aspe.
A Jaunarena, que reveló después de la debacle que había entrenado bien y se mostró tocado, se le escapó el mando del partido a toda velocidad y, supuestos los galones de la experiencia, se mostró descreído, inerme y fuera de lugar. El sueño de volver a pasar de los octavos de final, cuestión lograda el curso pasado con bastante brillo, se cronometró en menos de 28 minutos, pero la realidad le golpeó antes: fuerte y en órganos vitales. Fue con cuatro saques consecutivos a las primeras de cambio. Las dudas se apoderaron del navarro, apocado en busca de sí mismo, de ser el que dio la campanada en 2015 o del que ganó todo en Segunda en 2012, aquel que posee látigo en las dos manos. No fue capaz de sacar en Soria ninguna de esas caras. Y del 0-5, el resultado se amplió al 0-12, mediante saque-remates y la zurda prodigiosa del de Arama.
Y es que, la pegada de Irribarria fue un cilicio para Jon por su electricidad nervuda, pura, violenta, y la largura de miras que otorga al guipuzcoano. El mejor tanto del partido fue el 0-12, con Jon algo más metido, defendiendo, sin suerte. Aunque pudo sacarse un derechazo en el siguiente bloque que le dio su único cartón hecho (1-12). De ahí en adelante, todo lo hizo Irribarria, marcando con un pequeño rayón a su perfección, que fue el segundo tanto de Jaunarena (2-16), víctima de una sangría. Una tarde para olvidar.