Juanito Oiarzabal (Gasteiz, 1956) tiene muchos sueños. Él mismo lo cuenta. El inicial fue el primer ochomil, el Cho Oyu (8.201 metros) en 1985; después, llegaron los catorce, que consiguió en 1999. Ahora, el sueño le viene rumiando desde hace varios cursos, en los que empezó y tuvo que aparcar un anhelo más grande, gigante, más que el Everest o toda la cordillera del Himalaya. Quiere volver a repetir las catorce ascensiones míticas, de las cuales diez ya ha completado y solamente le quedan cuatro: Dhaulagiri (8.167 metros), Broad Peak (8.047 metros), Shisha Pangma (8.027 metros) y Nanga Parbat (8.126 metros). El proyecto 2x14x8.000 está más vivo que nunca para el escalador alavés, que tiene previsto volver a poner su nombre en la historia. Y es que, en su hoja de ruta para este curso entran las dos primeras cumbres y puede acabar de realizar el proyecto “en dos o tres años”, como afirma. Un hito. En la aventura, que se inicia el 3 de abril con el viaje al Dhaulagiri, el gasteiztarra se acompañará de Alberto Zerain, calificado por Juanito como “un tipo fuerte, leal y un amigo con el que afrontar este reto”. En caso de que todo salga bien, mediado junio empezaría la segunda etapa de la cita de Oiarzabal: el Broad Peak. “Estamos con ganas de retomar un proyecto como era este y a ver si podemos partir sin problemas”, revela el montañero.

Confiesa el escalador que en estas fechas, con los preparativos afinándose, “estamos trabajando mucho”. “Estamos actuando de forma comprometida, porque hemos adquirido un patrocinador fuerte, como es Saunier Duval”, analiza a DNA Juanito, quien argumenta que “ahora mismo estamos con la incógnita de cómo nos vamos a encontrar el Dhaulagiri”. Y es que, tal y como asevera el alavés, los terribles terremotos de la primavera de 2015 en Nepal, que destrozaron parte del país, pueden haber cambiado la orografía de la montaña. Explica el ochomilista que “a raíz de aquellos acontecimientos, el movimiento sísmico afectó a la zona. No sabemos cómo nos lo vamos a encontrar. Quizás golpeó algo de los glaciares”. Apenas le queda una semana al gasteiztarra para poner rumbo a la cumbre nepalí, pero admite que “lo peor de todo es atar todo lo que hay aquí, lo que conlleva una expedición: ordenar, empaquetar? Estamos con ganas de que llegue el día de salir, porque nos ha pillado con la Semana Santa por medio para cerrar todos los preparativos. Cuando no llega el material, muchas veces entran los nervios”. Por ello, analiza que “estos días trataremos de relajarnos y la semana que viene tendremos varios días para terminar de limar los últimos flecos de la expedición e irnos”.

Tras tomar la idea de conseguir por segunda vez los catorce gigantes asiáticos, en 2009, y perder los dedos de los pies en el K2 por congelaciones, el proyecto quedó en stand-by en 2012. Un edema pulmonar en el Shisha Pangma y la dificultad del patrocinio los culpables, en parte. El año pasado trató de regresar a él. Se le resistió el Broad Peak. Para esta primavera, revela Oiarzabal que “estoy motivado como siempre. Cuando me embarco en un proyecto es por algo, porque hay patrocinio y porque tengo a un compañero fuerte, leal, un amigo como Zerain, que me va apoyar en todo momento. También, porque veo que es alcanzable. Tengo la suerte de poder intentarlo, luego veremos si sale o no. Todo esto genera una motivación extra”. Él mismo desmenuza que el 2x14x8.000 se trata de “un proyecto que tenía paralizado, pero con la oportunidad del patrocinio de Saunier Duval se puede alcanzar o por lo menos intentar”. Además, apostilla el montañero alavés que “si no tuviera ganas y no fuera positivo, no iría. Si voy a sufrir al Himalaya ahora, no voy. Evidentemente, no soy el mismo que fui. Estas cosas no sabes cómo van a resultar”.

Juanito Oiarzabal, un portento en altura, con unas cualidades físicas que le hacen especial en las gestas himalayescas, no obstante, incide en que “físicamente no he tenido el suficiente tiempo para entrenar”. Aun así, espera “tener el tiempo suficiente para coger la forma allí”.

La hoja de ruta Aunque en este curso tiene previsto el Dhaulagiri y el Broad Peak, Oiarzabal prefiere centrarse en el primer paso del camino. Partirán hacia allá el domingo 3 de abril y harán un trekking de ocho días por la zona. “Para el 15 de abril partiremos hacia el Campo Base y llegaremos el 23, más o menos. A partir de entonces, tenemos tres semanas para montar Campos y abastecerlos y para colocar cuerdas y equipar la ruta”, asevera Juanito. De este modo, auguran que para la última semana del mes de mayo deberían estar intentando la cumbre, más o menos. Todo ello por varias razones: “porque son las fechas habituales y porque, si la hacemos, tenemos que bajar a Katmandú, movernos rápido y mandar un cargo aéreo a Islamabad con material”. Así, en el mejor de los casos regresarían a casa en torno al 5 de junio.

“Después, el 18 de junio tenemos un vuelo a Islamabad, porque el 21 hay un convoy hacia el Karakorum, que va hacia los distintos Campos Base con varias expediciones. Esa es nuestra idea. Todo puede variar según cómo estemos. Lo que está claro es que el día 18 tenemos que ir a Islamabad si todo va bien”, aclara Oiarzabal. Lo siguiente sería intentar hollar el Broad Peak.