vitoria - El próximo 14 de agosto cumplirá 22 años. Algo más de tres meses más tarde, el 17 de noviembre, volverá a celebrar su cumpleaños. Aunque en esta oportunidad solo soplará una vela. Más que suficiente para festejar los doce meses que habrán transcurrido desde que David Cotillas estuvo a punto de dejarse la vida apenas unos metros después de iniciar el descenso desde la cumbre del Gorbea. En plena bajada, su bicicleta de montaña se elevó sobre el suelo para efectuar un pequeño salto, se desequilibró en el aire y al volver a tomar contacto con la superficie escupió a su dueño por encima del manillar. El corredor del Infisport-ArabaEus aterrizó con un brutal impacto sobre su cuello que, de inmediato, paralizó el pulso de Imanol Estévez, Víctor de la Parte y Yerai Ruiz, sus tres acompañantes en aquella jornada de descanso activo invernal.
Desde el primer instante todos tuvieron claro que el incidente no se iba a quedar en la habitual chapa y pintura. Los minutos siguientes, con Cotillas inconsciente y a la espera de la llegada del helicóptero de emergencias de la Ertzainta, fueron sin duda alguna los más largos y angustiosos de sus vidas. Cuando aterrizó el equipo médico, David ya había recuperado el conocimiento pero las sensaciones continuaban siendo igual de preocupantes. Unas cuantas horas más tarde, llegó el diagnóstico definitivo: rotura de la vértebra cervical C2. Justo la zona donde la médula es más ancha y más riesgo existe de sufrir daños irreversibles. Unas palabras que cayeron como un mazazo sobre el joven corredor y su entorno.
Los ciclistas están acostumbrados a sufrir al máximo sobre la carretera y el escenario que se le presentaba en esos momentos era muy parecido a la hoja de ruta de una larga y exigente gran vuelta por etapas. Tras superar la demoledora incertidumbre de los primeros días en los que había dudas incluso sobre si el accidente le dejaría secuelas incapacitantes hasta para desarrollar una vida normal, Cotillas tiró de manual txirrindulari para encarar el inesperado desafío que tenía por delante. Cuatro meses después de todo aquello, a punto de dar la bienvenida a la primavera, el sol ha regresado por fin a la vida de David. “Aunque solo metafóricamente, porque después de que ha estado haciendo bueno todo el invierno ahora es cuando empieza a llover y a hacer frío”, bromea el integrante del Infisport ArabaEus de Gorka Beloki.
Un comentario que, indirectamente, denota que ya está a punto de recuperar de manera definitiva su existencia anterior. Porque la climatología es una de las principales preocupaciones de cualquier ciclista -obligado a sufrir sus inclemencias un día tras otro- y eso es, por fin, lo que puede volver a sentirse David. 115 días después de que su cuello se quebrara en las laderas del Gorbea, el pasado fin de semana volvió a disfrutar de la inigualable sensación del aire golpeándole el rostro mientras sus piernas mantienen el ritmo acompasado sobre los pedales. “Ya llevaba un par de semanas haciendo rodillo en casa pero no es lo mismo”, confiesa con una perenne sonrisa en los labios.
DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA le acompañó en este inolvidable reencuentro con la bicicleta y fue testigo de excepción de unos instantes irrepetibles. “Casi no me lo creo. Después de todo lo que ha pasado, de cómo fue la caída y de lo que podía haber sido, estar aquí otra vez con el maillot y sin ninguna secuela es un sueño”, reconoce sin poder evitar echar la vista atrás para posarse en todos y cada uno de los muchos momentos complicados vividos desde el 17 de noviembre de 2015.
El intenso fin de semana arranca el viernes con una primera toma de contacto con la grupeta de la que forma parte habitualmente y que ha estado huérfana los últimos meses. “Tenían un plan suave porque iban a hacer descarga así que me animé. Estaban los del equipo (Infisport), Javi (Ruiz de Larrinaga)... Fue muy especial. Como si no hubiera pasado todo este tiempo. Quedamos como siempre en la degustación de Lakua, tomamos un café y arrancamos. Ahí ya me di cuenta de que algo sí que había pasado”, bromea respecto a las consecuencias de su largo periodo de inactividad.
“Me vine arriba e incluso me puse a tirar yo pero la alegría me duró poco. Enseguida estaba rojo como un tomate y bastante tuve con tratar de seguirles. Cuando llegamos no podía ni con las piernas”, confiesa. Este duro recibimiento de la realidad ni mucho menos le quitó las ganas de volver a sufrir al día siguiente. En esta ocasión es su padre Enrique quien le acompaña y la ruta se prolonga durante más de dos horas. Desayuno en casa sobre las nueve de la mañana, puesta a punto del vestuario y el equipo y rumbo al pantano.
“Todavía me queda muchísimo por delante porque he perdido toda la fuerza y la masa muscular de estar tanto tiempo sin poder hacer nada. Pero lo más importante es que el cuello está perfecto. Ahora mismo tengo peor la espalda y sigo con la rehabilitación para recuperar todo el tema muscular pero vamos por el buen camino. Noto molestias porque tengo que volver a adaptar el cuerpo a la posición de la bici pero espero que poco a poco vaya mejorando todo. No quiero precipitarme porque tener demasiada prisa puede ser peligroso. Si hacia el final de temporada, por agosto o septiembre, puedo estar en una carrera ya sería un sueño para mí”, reflexiona. De momento, se conforma con la inigualable sensación de poder volver a sentir el viento en la cara sobre la bicicleta camino de su doble fiesta de cumpleaños.
17-11-2015. Para no perder la forma tras acabar la temporada, David Cotillas se pasa a la bici de montaña y sube al Gorbea junto a los también ciclistas Imanol Estévez, Víctor de la Parte y Yerai Ruiz. En el descenso se cae, sale despedido por el manillar y aterriza sobre el cuello rompiéndose la vértebra cervical C2.
20-11-2015. Tras un primer pronóstico que hablaba de meses de inmovilización y el traslado al hospital de Leza, ese día su buena evolución permite a los médicos levantarlo de la cama y abrir un panorama esperanzador.
24-11-2015. Recibe el alta hospitalaria y puede volver a su casa con un corsé rígido que deberá llevar durante semanas.
25-1-2016. Mantiene la buena recuperación y puede cambiar el corsé por un collarín blando que le permite moverse con mucha mayor comodidad.
Febrero 2016. Poco a poco puede comenzar a quitarse el collarín y empieza a realizar rodillo en casa.
11-3-2016. Después de 115 días sin poder disfrutar de esa experiencia, puede volver a salir con la bici a la carretera. Por delante le queda recibir el alta médica definitiva y un largo y duro trabajo para recuperar la forma perdida tras cuatro meses de completa inactividad. Sueña con poder llegar a ponerse un dorsal en alguna carrera este mismo año.