madrid - Un puñado de días después, hubo vendetta. Sonrió Stybar y se carcajeó Bouhanni. Cosas del destino o del ciclismo, siempre dispuesto a dar revancha, ya sea en Italia, en la Tirreno-Adriático, o en Francia, en la París-Niza. La mueca de Zdenek Stybar (Etixx) en la Strade Bianche, quejoso el espíritu porque se le adelantó Cancellara, mutó en jolgorio en Pomarance, que recibió al checo aleteando de felicidad, nuevo líder de la carrera al colgarse los segundos de la bonificación. Su triunfo tuvo ese halo de justicia poética. La efusividad del pizpireto Stybar era el lenguaje de un ataque violento en el desglose final de la segunda etapa de la Tirreno-Adriático, donde Losada se golpeó y en el que Purito Rodríguez, camaradas en el Katusha, también se retrasó.
Stybar se estiró a menos de tres kilómetros después de que varios dorsales trataran de despegar allí donde la carretera grapaba las ruedas. En el segundo aliento resopló Zdenek, que bailó sobre los pedales con determinación. En Pomarance el día era soleado e iluminó al checo, siempre estruendoso. Stybar no piensa en el photocall ni en la pose. Lo suyo es más concreto. La austeridad de la opulencia. Una apuesta. Todo o nada. Con esa determinación y la clase que se sedimenta sobre su armazón, Stybar cavó una zanja de tiempo suficiente para vencer a pesar de que Nibali trató de censurarle. No le alcanzó. Tampoco Sagan, Boasson Hagen, Valverde, Van Avermaet y el resto, una orla de estrellas, con un segundo de retardo. Inalcanzable Stybar.
Bouhanni no se detiene Tampoco nadie pudo atrapar al salvaje Nacer Bouhanni (Cofidis). El francés, al que le afearon la conducta y descalificaron por cerrar en el sprint que compitió con Matthews el martes, recompuso su deteriorada imagen con un triunfo indiscutible en el cuarta etapa de la París-Niza, que no sufre cambios. Lo celebró Nacer con un gesto de forzudo, enrabietado. Ese fuego interior le bastó para quemar los malos recuerdos cuando primero Démare y después Matthews le dejaron sin foto triunfal. “Tenía ganas de revancha después de mi descalificación. Me rondaba la cabeza. Había sido muy criticado. Necesitaba una victoria”. Con uve de vendetta. - C. Ortuzar