Bilbao - Una mirada a las manos de Alex Txikon (Lemoa, 1981) da una pequeña descarga eléctrica al espinazo. Es Santo Tomás en Bilbao y las tiene ensangrentadas. Al día siguiente volará a Islamabad para empezar una historia que acaba con él marcando su nombre en la historia.
El suelo del Arenal está lleno de astillas. El vizcaíno es voraz. Acaba de llegar de aclimatarse en Argentina y se pone a cortar troncos en una exhibición en la que también se encuentra Aitzol Atutxa, el campeón vizcaíno.
Es una perla, un detalle, una anécdota de Txikon, un hombre inquieto y paciente a la vez. Dicen que eso último lo ha ido cogiendo con la edad, que le costaba estar quieto, mantenerse sin hacer algo. Lo ha tenido que hacer este invierno en el Nanga Parbat y ha obtenido sus frutos en una montaña peligrosa y complicada.
El currículum del alpinista de Lemoa le convierte en un tipo polivalente, con mil oficios: aizkolari, saltador, adicto a la adrenalina... En definitiva, Alex es un pionero, un tipo voraz en lo que se refiere a retos.
Ya se recorrió Pakistán con su hacha, ya coronó hasta diez ochomiles, ya es una estrella en el firmamento del himalayismo. Pero, él, seguirá a lo suyo, a afrontar cosas nuevas. “Prefiero meterme en un lío, intentar algo diferente”, contó antes de irse a Paquistán. Amén. - I. G. Vico