Vitoria - Cuando el frío se instala en Vitoria y se aproxima la Navidad, para cinco atletas populares alaveses llega cada año el momento de calzarse las zapatillas para reencontrarse una y otra vez con la que se ha convertido en su carrera fetiche. Después de haber corrido durante las 37 ediciones de la Media Maratón, Fernando Martínez de Zuazo, José Antonio Nájera, Iñaki Marañón, Juanjo Galdos y Manuel Arguijo estarán el domingo de nuevo en la línea de salida. Ellos son los incombustibles de esta prueba. Los que han corrido todas sus ediciones desde su estreno en 1978 -entonces la distancia ni siquiera era la actual de media maratón- y que no fallarán tampoco en la cita de 2015.

La bicicleta es el vínculo común de origen para estos atletas populares. La imposibilidad de practicar el deporte de las dos ruedas durante los meses de invierno les condujo a comenzar a correr. Y cuando en 1978 se puso en marcha el Cross de Navidad de Vitoria no dudaron, como tantos otros, en lanzarse de cabeza a la aventura. “Al principio se corría de manera muy alocada. Hace casi cuarenta años la gente salía a correr sin más ni más. No había una preparación adecuada, aunque con los años los propios organizadores de la prueba nos fueron dando algunas pautas. Nos dieron unos trípticos con un plan de estiramientos, qué tipo de comida hay que hacer... Eso si no te lo daban así en aquella época que no había Internet ni nada... Como no tuvieras un entrenador particular o fueras al médico, esos conocimientos no los podías adquirir de cualquier manera”, explica Juanjo. Una línea que mantiene Manuel: “¿Por qué empecé? No sabíamos dónde nos metíamos. La primera vez salimos de La Florida y había más de 5.000 personas. No sabíamos a lo que nos enfrentábamos. Se apuntó la gente sin saber lo que había. Y luego cómo picaban las piernas”. Eso sí, para casos peculiares de locuras entre aquellos pioneros, Iñaki recuerda un año en el que un amigo “fue de empalmada”.

La aparición de la prueba, en sus primeros cuatro años con distancias variables y a partir de la cuarta edición ya sobre 21.097 metros, supuso todo un acontecimiento en el mundo del atletismo vitoriano. “Los primeros años se produjo un boom. Era una carrera más corta y la más numerosa fue la del primer año por la novedad. La gente estaba mucho menos preparada y después fue disminuyendo, aunque en los últimos años está subiendo porque mucha gente se dedica ahora a correr, que está de moda. Hay ambiente y se crean grupos que se dedican a correr y participar en este tipo de carreras. Estamos viviendo que la gente está cogiendo el hábito de correr como una opción de deporte, pero también como medio para hacer vida social”, detalla Fernando.

Esa masiva participación de las ediciones iniciales, sobre todo de la primera, es recordada por estos incombustibles de La Media. Sobre todo la primera vez. “Salimos de La Florida y había más de 5.000 personas”, evoca Manuel, mientras que Juanjo recuerda el lado opuesto: “Después del boom inicial decayó mucho y algún año solo salimos seiscientos, pero ahora ha vuelto a repuntar mucho, sobre todo al entrar muchas chicas en la carrera”.

Una, dos, tres cuatro, cinco... Así hasta que el domingo se presenten por trigésima octava vez en la línea de salida. “Una tradición”, para Fernando; “un ritual navideño”, según Juanjo; “afición”, en boca de Manuel; o “cabezonería de seguir corriendo después de haber estado en todas”, dice Iñaki. El hecho es que un año después de otro han estado ahí, inasequibles al desaliento. Y también a los elementos.

“El frío, una bendición” Y es que si un protagonista ha repetido también presencia es el frío. O incluso la nieve que recuerdan de algunas ediciones. Así es Vitoria en diciembre. Para Fernando, al que el calor no le agrada, una bendición. “A veces ha nevado, ha llovido primorosamente, ha hecho muchísimo frío... Sufres bastante y yo al menos llego descojonadísimo, pero el recuerdo siempre es bueno”, señala Iñaki. “Acabarla ya no es como antes, que llegabas con la boina. Los años se notan y a veces piensas que sería mejor no correr, pero después de haber estado en todas se convierta casi en una obligación”, señala Iñaki, quien hace unos pocos años vivió su particular susto. “Hace siete u ocho años intenté bajar de la hora y media. Iba bien, bien, bien, pero de repente me entraron unas ganas de ir al baño irrefrenables. Me metí en la gasolinera Alas -en la confluencia de las actuales calles Portal de Gamarra y Portal de Betoño- porque si no me lo hacía encima y al final acabé haciendo 1 horas y 35 minutos. Ese año iba muy bien, pero de lo que me acuerdo es de cómo se reía el de la gasolinera”, explica.

También Fernando tuvo su particular año de sufrimiento por culpa de una tendinitis, pero ni siquiera esa dolencia le apartó de la carrera: “No podía estar más de media hora corriendo por culpa del dolor. Me hice unas plantillas especiales y tampoco me funcionaban, pero como estaba animado... Acabé con calambres y unas agujetas tremendas, lo pasé muy mal, pero acabé”. Casi cuatro décadas de experiencia sirven también para analizar los cambios que ha vivido la prueba y sus participantes. Y la coincidencia es unánime a la hora de destacar la “profesionalización” de organizadores y corredores. “Lo que ha cambiado ha sido la preparación. Ahora hay muchos más medios, los materiales son de una calidad muy superior porque entonces corríamos con cualquier cosa”, detalla Juanjo.

Manuel destaca “el enorme mérito que tienen los de la organización para montar semejante pifostio”, una línea que mantiene el propio Juanjo al destacar la mejoría que ha ido marcando el devenir de los años: “En los 90 homologaron el circuito, la cosa fue mejorando en esa etapa con la Excursionista Manuel Iradier y desde que asumió la organización el Club La Blanca la carrera mejora cada año”.

También el ambiente que rodea la carrera ha ido en aumento con el correr del calendario, pero Fernando espera que siga creciendo. “Aunque cada vez se ve más gente animando y ya sabemos que el tiempo tampoco suele acompañar, me gustaría que hubiese más ambiente en las calles”. Y, al mismo tiempo, lanza un ruego a los conductores que ven cortado su camino por la prueba: “Aprovecho para pedir paciencia a la gente que va en coche y que respete los tiempos de paso”. La 38º Media Maratón de Vitoria ya es casi presente, pero ninguno de ellos se pone fecha de caducidad en el futuro. “Hasta que el cuerpo aguante”. El lema de estos incombustibles.