bilbao - Abrazados los pronósticos como se abrazan las bolas de cristal, con tiento, con tacto, porque marcan cuestiones inopinables, que nacen más de las vísceras que de las verdades, porque en el deporte las realidades se rompen, cambian de piel las sensaciones. La del cordero es lugar común, es bayoneta en batalla. La del cordero se pusieron en Troya con piel de madera y forma de caballo. El otro vestido, el del lobo, desaparece cuando los deportistas lidian en alta tensión: porque va relacionado, de forma tremenda y sencillamente atenazadora, con una responsabilidad única y enorme. El triunfo es una losa, porque si el favorito gana, parece que gana menos, aunque la lana sea la misma y los libros de historia aguarden igual a los dos.

Ocurre que a Juan Martínez de Irujo le dicen que tiene colmillos largos de lobo, piel de lobo, garras de lobo y hambre de lobo, pero él, que no, que es cordero, que no es favorito, que las cuestiones no son esas. Le comentan al delantero de Ibero que en la contracancha le llamarán a gritos como el que cuenta con el apoyo mayoritario. Pero Juan, erre que erre, que no. “Que el dinero no gana partidos”, dice el delantero. Él lo sabe bien, porque acumula en las piernas ocho finales del Cuatro y Medio en diez ediciones, tres de ellas consecutivas, y un camino inexplorado por casi ningún otro manista de la historia, quitando a Aimar Olaizola, que de ocho finales del acotado ha ganado siete. Pues que no. Que la experiencia vale, pero que no da garantía de nada.

Cede Juan para la final del domingo la pose del titán a Mikel Urrutikoetxea. Analiza el de Ibero que “60 a 40”. Eso dice él. Los corredores cantarán 100 a 60, según confesaban ayer los presentes en el frontón Bizkaia de Bilbao mientras los pelotaris ejercían de protagonistas en una liturgia con el material rapidísima.

Pero las sentencias de Martínez de Irujo se basan en otra cosa. “Él me ganó aquí hace poco más de un mes”, concreta. Entonces, el debate fue el mismo. ¿O lobos o corderos? ¿O verdugos o víctimas? El dinero, entonces, se equivocó. También en la semifinal del Labrit, en la que Urrutikoetxea se había transformado en una víctima propicia para Oinatz Bengoetxea, que sudaba chispa visto su final de liguilla, desde las tablas se apoyaron en el leitzarra. Error.

A Mikel, quizás, el colorado le ha puesto más arrojado, más enérgico. Más torero. Espumosa es su reacción. “¿60 a 40? Puede ser, pero yo diría que al revés, a favor suyo”, admite. El zaratamoztarra apela a su situación de novedad relativa en un encuentro de tamaña importancia, una vez pasada la final del Manomanista con triunfo pero de puntillas, al haberse clasificado para ella por la lesión y renuncia de Oinatz a ocho días del encuentro.

Aquel envite tuvo circunstancias muy distintas para el vizcaino, sin dos semanas seguidas de runrún, presiones internas, externas, ruido mediático y procesamiento de la fama.

Confiesa el delantero de Zaratamo que él es el cordero, porque no había lidiado nunca en plazas tan enormes. A Juan, le faltan dedos para contar las veces. Trece txapelas de Primera tiene el puntillero de Ibero, terremoto, arrebatado, empatado con Aimar Olaizola y en busca de romper los dígitos del goizuetarra. Bien es cierto que el de Aspe, que destaca en un inventario de ingenio visceral y totalmente imprevisible, manejaba ayer en la liturgia los tiempos sin corsés. Entrenó después de hablar con los medios junto a Gorka Esteban y tuvo tiempo para analizar, sentado con relajo y acompañado por su técnico Jokin Etxaniz y el botillero Patxi Eugi, las evoluciones de su contrincante. Ojos de lobo. ¿60 o 40? ¡Cómo pesan los números!

El material Respecto a los lotes que plantearon las empresas al seleccionador de material, Juan Mari Juaristi, Atano XIII, ninguno de los pelotaris esbozó quejas, aunque el delantero de Ibero tiene por costumbre no hablar de las pelotas hasta después del encuentro. Así las cosas, revela Urrutikoetxea que “me he quedado a gusto con las pelotas. Las cuatro son bastante parecidas y son buenas para jugar dentro del Cuatro y Medio”. El de Zaratamo, que saldrá colorado por ser campeón del Manomanista en liza, seleccionó menos pesadas, de 104,6 y 105 gramos; mientras que el de Aspe se decantó por dos de 105,2 y 105,9.